11.
Un niño se cayó en un pozo, y un obispo lo encontró. Empezó a hacerle una circunstanciada exposición sobre la necesidad humana y trascendente de una extrema prudencia cuando uno anda por el campo, especialmente si anda solo. Citó diversos autores que se explayan sobre los peligros que acechan a los caminantes, cuya marcha es exemplum o metáfora del humano transcurrir en el Mundo. Había liquidado ya a Buenaventura de Bagnoreggio y estaba entrándole al Doctor Angélico, cuando el niño pidió:
— Sácame de aquí, y luego sigue diciendo lo que quieras.
— Me estás tomando por tonto —dijo el prelado.— Apenas te saque, te irás y me quedaré hablando solo.
Esta fabulita recuerda que los afligidos y los pobres son público cautivo de los ideólogos de diversos pelajes. Los cuales puede que se engañen sobre muchas cosas, pero este hecho (la cautividad de los cautivos) lo tienen muy claro.
12.
¿Era bonita o fea? ¿Elegante? ¿O más bien un poco descarada? No sabría yo decirlo. Como observa Heine, nadie se pone a medir el calibre de los obuses cuando un cañonazo le vuela la cabeza.
13.
Apolodoro cuenta en su Biblioteca que Procusto era un posadero del Ática que tenía dos camas, una muy larga y otra muy corta; si su huésped era alto, lo invitaba a acostarse en la corta y luego procedía a serrar las partes del cuerpo del invitado que sobresalían; si era bajo, le ofrecía la cama larga y, convenientemente maniatado, lo descoyuntaba a martillazos, estirándolo luego de guisa que ocupara todo el lecho (de ahí su nombre, Procusto, que significa en griego “el estirador”).
Diodoro de Sicilia da una versión distinta de la historia: en ella Procusto tiene una sola cama de hierro, en la que acuesta a sus huéspedes: si calzan en ella, bien; si no, los corta o estira para que quepan. El autor de estas líneas tiene más miedo del Procusto de Diodoro de Sicilia. El de Apolodoro con sus dos camas es un sádico; el de Diodoro, que sólo daña a los que se salen de la media, es un tipo criminal más común y peligroso. Mutila y descoyunta por comodidad mental, sin mala intención.
14.
La poeta mexicana escuchaba recitar a un poeta cubano oficialista; y cuchicheó al oído del autor: "Mira qué blanco y gordo y fofo, qué mejillas de cera, estoy segura que es de la KGB". Al autor le pareció muy verosímil que fuera de la KGB, pero no terminaba de entender la conexión con las mejillas de cera.
Solo más tarde, dándole vueltas al asunto, se acordó de la momia de Lenin.
Nota a la fábula 11: Un niño se cayó en un pozo ...: Cfr. Heine, Los dioses en el destierro (incluido en Obras reunidas, El Ateneo, traducción de P. González Blanco, Buenos Aires, 1951).
Daniel Samoilovich nació en Buenos Aires, en 1949. Reunió su poesía en Rusia es el tema (Poemas reunidos 1973-2008) (Bajo la Luna, Buenos Aires, 2014). Ha traducido a Horacio, Shakespeare y Katherine Mansfield, entre otros autores. Entre 1986 y 2011 dirigió una de las grandes revistas de la lengua: Diario de Poesía. La editorial Pre-Textos publicará en octubre el libro que contiene estas fábulas.