La Real Comisión del conde de Mopox
quiso levantar dos ciudades, un arsenal
y varios fortines en la bahía.
Ni una piedra se puso de aquellos proyectos
y la bahía quedó tan indefensa
y despoblada como siempre.
Tal vez porque su orilla es baja, pantanosa,
árida y salina, excepto la zona sur oriental,
que está encerrada tras las montañas,
y haría difíciles los trenes y la carretera.
Dos pequeños poblados pusieron límite al perímetro de la base,
y la base no se pudo tragar la bahía completa.
Si las obras de Punta Sotavento,
Hicacal y Buena Vista se hubieran construido,
tendríamos un pasado de piedra y mejor turismo.
Vamos a ver qué nos dejan los gringos.
Los pueblos necesitan un pasado de piedra para ser creíbles.
Guantánamo o la tierra de los imposibles:
Ni Cumberland, ni Alcudia, ni la Paz,
ni astillero con fortines.
Una base naval con submarino
y una población flotante de muyahidines.
José Ramón Sánchez Leyva nació en Guantánamo, en 1972. Ha publicado los libros de poemas Marabú (La Habana, 2012), El derrumbe (La Habana, 2017) y Talibán (2018). Es editor de la revista La Noria. Este poema pertenece al libro inédito Gitmo.