Como organismos vivos, las ciudades están en constante transformación. Esto forma parte de una dinámica esencial de continua readecuación a las necesidades sociales, al desarrollo económico, a los nuevos estándares de vida y premisas que rigen el manejo del fondo construido y el hábitat en sentido general. Proyectos muy variados se promueven cada día, sin embargo, más allá de la fascinación que causan las nuevas estructuras monumentales, de materiales y tecnologías avanzados y diseño contemporáneo, existe una gran necesidad de invertir en ciudades más humanas, integradas y ecológicamente sostenibles.
Actualmente no son las grandes obras sino las que tienen repercusión social, las que establecen un impacto más positivo y duradero, y por tanto las que resultan más necesarias. En Cuba, cuyas ciudades precisan una regeneración substancial que resuelva las funciones básicas de la vida urbana, recupere el fondo habitacional y cree nuevos espacios de oportunidad y vida, los planes gubernamentales aplazan indefinidamente la inversión en lo necesario, e indigna sobremanera la ejecución de millonarias estructuras hoteleras.
La lista de carencias es larga y se extiende por todos los barrios de la capital, así como en el resto de la Isla. En este panorama adquieren notoriedad iniciativas que surgen desde lo privado, y demuestran cómo la voluntad y la creatividad pueden ser dos grandes fuerzas transformadoras, a pesar de las limitantes legales y económicas que desde el Estado coartan el desarrollo.
En los últimos años han surgido dos proyectos muy distintos en su concepción, creación y ejecución, pero que han logrado resultados muy beneficiosos para la ciudadanía y en la transformación del espacio público. En ambos casos los recursos económicos invertidos han sido limitados, pero el compromiso social y el esfuerzo por crear nuevas oportunidades para la comunidad han sido enormes.
El más reciente es Hábitat (2022), un proyecto de regeneración urbana que integra un comercio privado y el mantenimiento y uso adecuado de un parque público. Se encuentra en Calzada y F, Vedado, y constituye un espacio exclusivo para el disfrute de los niños. Su exclusividad está dada por las condiciones que ofrece: limpieza, tranquilidad, entorno agradable con zona de juegos infantiles y cafetería; con un menú atractivo y accesible, que no incluye la venta de bebidas alcohólicas.
Aunque parece simple es un espacio único en la capital, logrado gracias a la iniciativa de una MIPYME que consiguió la autorización del Gobierno municipal para situar allí su espacio comercial, a cambio de rehabilitar un parque en ruinas y encargarse de su mantenimiento. Lo importante en Hábitat son las premisas que sigue y atienden a la dinamización del espacio público, la apertura de experiencias educativas y lúdicas para la infancia, y el desarrollo conjunto de la comunidad y los nuevos promotores privados.
Tras consulta ciudadana se rediseñó el parque por el grupo de arquitectos AD Urbis. Se remozó la jardinería, el área de juegos y se reciclaron dos contenedores marítimos para la cafetería, almacén y baños, cuya decoración exterior se ha convertido en el sello de identidad del sitio. En Hábitat se ha pensado en la accesibilidad y la inclusión, adaptando los espacios sanitarios a la talla infantil, creando espacios abiertos y de sombra, aprovechando el agua de lluvia para el riego y abastecimiento de los aseos, entre otros elementos que utilizan el reciclaje y la innovación para construir un espacio sostenible con los pocos recursos a disposición. Por la eficacia de su concepción, fue incluido en la actual Bienal Iberoamericana de Diseño que celebra Matadero Madrid.
En Hábitat la cafetería es un elemento secundario, complementario. El principal protagonista es el espacio público y el gran potencial que tiene para la comunidad por su eficiente gestión. Le acompaña una programación semanal dirigida a la infancia, totalmente gratuita, organizada por la MIPYME y promocionada en sus redes sociales. Involucra talleres didácticos y creativos asociados a los más diversos temas (naturaleza, ciencia, alimentación, arte, música, arquitectura, fotografía, etc.), deporte, teatro, cine y conciertos. Por ello se ha convertido en un sitio preferido de reunión con libre acceso a actividades que cubren los más diversos intereses culturales y ofrecen espacio de presentación a artistas jóvenes, proyectos sociales y negocios privados dedicados a los niños.
El otro proyecto que está teniendo una incidencia importante en la regeneración de espacios públicos urbanos es Akokán (2016). Su proyecto es mucho más abarcador y está enfocado al desarrollo integral de la comunidad de Los Pocitos, uno de los barrios más desfavorecidos de Marianao. Surgió por iniciativa privada local y cada vez involucra más activistas y vecinos comprometidos en la transformación de un espacio profundamente depreciado, ajeno a cualquier inversión pública, y que busca empoderarse haciendo un mejor uso de sus recursos naturales y sociales.
Akokán persigue desde la educación social crear nuevas oportunidades culturales, económicas y de mejoramiento del espacio habitado para la comunidad de Los Pocitos. Inicialmente se ha valido del apoyo de emprendimientos solidarios, como el Café Oddara, que dedica un 20% de sus ingresos al proyecto comunitario. Su actividad incluye iniciativas tan variadas como la organización de talleres de orientación para mayores, educativos y creativos para niños, festivales de arte e innovación social, coordinación de redes para la producción y comercialización de los productos locales, asesoría a los emprendedores privados, el reclamo para el saneamiento del entorno urbano y del río Quibú, la reforestación de espacios, etc.
Continuamente promueven intervenciones artísticas con el proyecto "Dame una mano", donde artistas cubanos y extranjeros crean murales que recalifican las fachadas del barrio, cuentan historias y tradiciones locales y establecen símbolos de identidad local en complicidad con los vecinos. En este, como en otros proyectos de Akokán, también colaboran personas a través de donaciones y con fondos de colaboración internacional.
Recientemente inauguraron otra área en el Parque Inua, creado en enero de 2024. Este parque, situado junto a un aula escolar, erradicó un antiguo vertedero de basura e incorporó a la comunidad un espacio público con columpios y mobiliario urbano. Para ello Akokán contó con la colaboración del Grupo Finca, integrado por profesores de Arquitectura de la CUJAE. En su diseño implementaron técnicas tradicionales y aprovecharon el reciclaje de materiales de desecho y recursos naturales abundantes en la localidad, como el bambú. Se proyecta que en un futuro también incluya vegetación. Esta nueva área constituye un espacio de reunión y recreo, donde se realizan actividades culturales como los cines a cielo abierto programados en colaboración con el proyecto de audiovisuales El Parqueo.
En las zonas de asentamiento informal, donde se han dejado parcelas para el cultivo, Akokán ha creado una red de patios solidarios que abastecen los comercios locales, a la población y apoyan a los colegios. Con ellos han colaborado para la optimización del trabajo agrícola creando un sistema de recogida de residuos para compost, así como en la instalación de paneles solares para el riego.
Por el intenso trabajo de corresponsabilidad ciudadana, que ha generado cambios muy positivos en la comunidad en distintas áreas de las que solo he referido su expresión urbana, Akokán ha sido reconocido por múltiples instituciones como el Gobierno municipal, la Oficina del Historiador, el CITMA, los centros Martin Luther King, Félix Varela y Oscar Arnulfo Romero, el CIERIC, el CIPS, etc.