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Arquitectura

La Casa Schulthess, ícono internacional en La Habana

Richard Neutra y Roberto Burle Marx diseñaron en los años 50 los jardines y la residencia habanera de Alfred Schulthess, banquero y empresario de Nestlé.

Madrid
Casa Schulthess, La Habana.
Casa Schulthess, La Habana. IPS

Hace algún tiempo comentaba en este mismo diario la oportunidad que perdió Cuba en 1959 de ver construido el fabuloso edificio de oficinas que Mies van der Rohe diseñó para la compañía Bacardí en Santiago de Cuba. No obstante, esto no quiere decir que el país carezca de otras obras de arquitectos de prestigio internacional, que mucho valor endosa al fascinante catálogo de nuestra arquitectura republicana. Y una de las más comentadas es la Casa Schulthess (1954-1956), del arquitecto austríaco Richard Neutra y del paisajista brasileño Roberto Burle Marx.

Figuras cimeras de la arquitectura moderna internacional ambos reúnen, como todos los grandes maestros, las líneas fundamentales del quehacer de su época, legando una obra que como fuente inagotable es continuamente revisitada y asimilada por generaciones posteriores.

Richard Neutra, con una extensa carrera en EEUU, donde radicó desde la década de 1920, fue un maestro minimalista del diseño ambiental, para el que la fusión equilibrada del interior y el exterior se convirtió en marca y patente. Sus interiores, cualificados estéticamente desde la relación con el entorno natural, son fruto de una síntesis decorativa donde lo estructural se diluye en las transparencias de grandes cierres acristalados, espacios abiertos y transformables.

Roberto Burle Marx fue el precursor de las cubiertas verdes, el gran maestro del jardín moderno, el autor del Paseo de Copacabana y de los grandes parques brasileros del siglo XX. Fusionó en su trayectoria académica y en su obra las vanguardias artísticas, plásticas y arquitectónicas, para diseñar jardines de intenso colorido y riqueza compositiva. Su esencia fue descomponer para componer a través de la forma, el volumen, la ritmo, el contraste, el color y la textura. Con la materia vegetal logró expresar formas abstractas que cualifican ambientalmente el espacio urbano en total armonía con la arquitectura moderna. Todo ello sustentado en el uso adecuado y sostenible de la flora local, lo que lo convierte en pionero del paisajismo ecologista.

Con esta mágica combinación de profesionales se concibió la residencia del banquero suizo y empresario de Nestlé, Alfred Schulthess, en La Habana. La casa está ubicada en 19-A no. 15012 e/ 150 y 190, en el antiguo Country Club, hoy Cubanacán. Este reparto, caracterizado por la pérdida de la retícula ortogonal con calles sinuosas y enormes lotes, presenta viviendas rodeadas por amplios jardines que las distanciaban de la línea de acera para mayor privacidad y disfrute del entorno verde y despejado.  

La Casa Schulthess expresa la elegante distinción de este barrio moderno, combinando la arquitectura abierta de Neutra con el entorno ajardinado de Burle Marx. La articulación de ambos elementos la convierten en una obra excepcional y la definen, ya que casa y jardín no funcionan aquí como entes separados. Pudiera pensarse que esto lo provoca la concepción de la planta, pero no. Realmente su disposición es bastante simple: un gran rectángulo central con otros dos más pequeños y perpendiculares en cada extremo. En estos tres volúmenes se segmentan las áreas principales de la vivienda, de dos niveles, y los extremos de un solo nivel para las dependencias de invitados y la zona de servicios (cocina, despensa, lavandería, habitaciones de empleados y garaje para tres coches).  

La imbricación viene dada a partir de la marcada horizontalidad del bloque principal, donde la planta baja queda completamente acristalada hacia el jardín, y la planta alta, cerrada con ventanas de vidrio, se pronuncia en una terraza techada continua. Las visuales ininterrumpidas hacia el exterior desde todas las estancias principales, hacen que el entorno natural se integre de manera ineludible en el espacio interior. Asimismo, desde el jardín no se oculta ninguna sección del volumen principal de la vivienda.

En la planta alta se ubicaron los dormitorios familiares. En la planta baja, un espacio continuo encadena la sala, el salón de música, el bar y el comedor, que pueden cerrarse a conveniencia con puertas deslizantes. Esta es la zona más celebrada de la casa por su trasformabilidad y transparencia interior-exterior e interestancias, con un aprovechamiento máximo de la planta libre. Además del gusto exquisito del mobiliario moderno, que aún se conserva, su decoración se basa en el contraste de los materiales constructivos (terrazo, madera, piedra, hormigón y vidrio), así como de las texturas recreadas muy especialmente en el hormigón. Su elegancia está en el tratamiento conferido a los elementos estructurales y funcionales, como la escalera de madera de peldaños volados.

Sobre esta casa dijo el Colegio de Arquitectos: "No hay concesión al gusto de la galería, y sí un deliberado propósito de lograr belleza y confort creando el ambiente, sin que se sepa cómo ni por qué, sin que nada acuse ostentación y salte con estridencia a la vista".

Afuera, la piscina funciona como espejo de agua y el césped que la rodea conecta con el resto del jardín, donde se han creado rincones entrañables entre árboles, arbustos, jardineras y una fuente. Es casi símbolo de la casa la vista de la cuadrícula de jardineras que combinan plantas de diverso color y altura, creando un tapiz vegetal igualmente interesante si se observa desde arriba como de frente, donde se aprecia mejor el juego de volúmenes.

La Casa Schulthess recibió en 1958 la Medalla de Oro del Colegio Nacional de Arquitectos, otorgada anualmente a las obras que reunían "las condiciones de originalidad, belleza y utilidad práctica, además de reflejar el gusto íntimo de sus autores como creadores de una obra de arte, la cual deberá destacarse en la ciudad". Premiaban con ello esta obra de autor, donde fue esencial la participación del arquitecto cubano Raúl Álvarez, en calidad de director ejecutivo, y de su ingeniero estructural Sergio Brighterman.

Aunque el diseño general fue de Neutra, Álvarez sugirió cambios fundamentales que definieron el resultado. En primer lugar, Neutra había propuesto que toda la estructura fuera de madera. Al demostrarle Álvarez que su diseño no sobreviviría los fenómenos climáticos habituales en Cuba, la sustituyó por hormigón armado. Una vez terminada, el propio Neutra reconoció que incluso la fuerza visual de las vigas de concreto era mayor que la que se hubiera conseguido con las de madera. No obstante, respetando el diseño, Álvarez involucró la madera en varias secciones de la casa como el vistoso panel de sabicú que cubre el muro exterior de la fachada hacia la entrada.

Asimismo, la fabulosa textura del techo de hormigón de la primera planta fue conseguida por el ingenio de Álvarez, y cuando Neutra propuso rellenar una amplia sección para salvar el desnivel del terreno, el ingeniero Brighterman sugirió un sótano que luego se utilizó como cava. Esto nos habla de un trabajo en equipo basado en el respeto y la excelencia profesional, donde nuestros arquitectos demostraron estar a la altura.

Desde inicios de la Revolución la Casa Schulthess ha sido utilizada como residencia del embajador de Suiza, por lo que se conserva en muy buen estado. Ha sido abierta al público en algunas ocasiones, la última en 2016 por el 60 aniversario de su construcción. Ha sido incluida en exposiciones temáticas y en varios libros de arquitectura moderna. No obstante, como el resto de obras racionalistas en Cuba, merece mayor difusión y protección patrimonial.

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