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Miguel Coyula: 'Yo sé que mis películas nunca se verán en Cuba, si no es de memoria en memoria'

El realizador cubano, de visita en Madrid, conversa con DIARIO DE CUBA sobre el cine en la Isla y su realidad como creador independente.

Madrid
Miguel Coyula, director de cine. DDC TV
El cineasta cubano Miguel Coyula.
El cineasta cubano Miguel Coyula. Diario de Cuba

Miguel Coyula es una autoridad para hablar del cine independiente en Cuba. Su obra, hecha al margen de todo lo institucional, así lo demuestra. "Esta forma de trabajar que yo tengo me brinda una libertad absoluta, donde lo que no tienes en presupuesto, lo tienes que invertir en tiempo", dice el realizador cubano.

Coyula, de visita en Madrid, compartió con el público de la Casa de América de la capital española su documental Nadie y su más reciente libro, Matar el realismo.

Nadie (2017) aborda la vida del poeta cubano Rafael Alcides y su relación con la Revolución en sus primeros años. "Siempre digo que la película es una especie de historia de amor, un triángulo entre dos hombres y una mujer. Los dos hombres son Rafael Alcides y su antagonista Fidel Castro, y la mujer es la Revolución", reseña Coyula.

Por su parte, Matar el realismo llegó cuando la editorial Huron Azul quiso publicar el ensayo de Miguel Coyula "Hambre por un arte inútil en Cuba". El libro es una compilación de textos escritos por el cubano, fotogramas de sus películas y algunas entrevistas. 

Tu más reciente producción audiovisual, Crónicas del absurdo (2024), acaba de ganar el Premio a la Mejor Película en el Concurso Envision, del Festival Internacional de Cine Documental de Ámsterdam. Sigues hablando sobre censura en Cuba, al mismo tiempo eres un realizador que vive dentro de la Isla. ¿Cuánto hay de autobiográfico en esta obra? 

Mi primera película Cucarachas rojas (2003), que filmé mientras estaba en una beca en Nueva York, era una historia que no tenía nada que ver con Cuba. Ya en mi segunda película, Memorias del desarrollo (2010), me estaba involucrando en un tema cubano. Las escenas que sucedían en Cuba tenía que filmarlas en Cuba. A partir de ese momento, me empezó a interesar Cuba como un paisaje posible para narrar la obra.

¿Qué significa para ti ser un creador independiente? 

Es lo que me hace dormir tranquilo. Muchas veces en el cine independiente, aunque los directores lo financian de su bolsillo, te das cuenta que, por las fórmulas narrativas que utilizan, están buscando ser aceptados por la industria. Ese no es mi caso. Para mí, para que el cine sea independiente, tiene que serlo en contenido y forma. También debes experimentar lo más posible, por esa libertad que tienes.

Entonces, ¿una parte del cine que se denomina independiente dentro de Cuba no es totalmente independiente?

Eso es una discusión bastante compleja. Se puede mirar desde varios ámbitos. En términos de forma y contenido, gran parte del cine que se denomina independiente, no solo en Cuba, sino en el mundo, es un cine que realmente no traspasa los umbrales de la incomodidad. A mí me interesa precisamente que el cine independiente sea incómodo desde todo punto de vista, no solo político. Es un cine que tiene que provocar al espectador y entrar en las zonas más oscuras del corazón humano y de la sociedad. Y luego, desde el punto de vista legal, el cine independiente en Cuba está en una especie de limbo. Había directores que hacían sus películas independientes, pero pedían permisos al ICAIC, y entonces eso ya implica una negociación a veces interna. Por ejemplo, hay muchos temas que son tabú, no puedes hacer una crítica frontal de Fidel Castro, no puedes hacer una película sobre la corrupción en la Salud Pública o en la Educación. La única manera que he tenido de funcionar y de poder sentirme satisfecho con las historias que me interesan es con una independencia no parcial, sino total. 

¿No crees que con la Asamblea de Cineastas Cubanos esta realidad esté cambiando?

La Asamblea me parece muy bien, pero a mí no se me aplica. Por ejemplo, a mi película Corazón Azul (2021), que habla de un grupo de terroristas que han sido manipulados genéticamente por Fidel Castro para construir al hombre nuevo, no hay forma de darle la vuelta. Si tú presentas un proyecto con esa premisa, no te lo van a aceptar. El diálogo con el ICAIC y con los funcionarios de cultura es inútil mientras continúe el Gobierno actual. 

Haces películas que sabes que no se pondrán en Cuba...

Ese tema está relacionado con el anterior. Yo sigo prohibido en todos los espacios. Hay muchos directores que, como quieren que sus películas se vean en Cuba, hacen ciertas concesiones.

¿Tú no estás a favor de hacer concesiones?

Cero concesiones. Hay pocas cosas sobre la que uno tiene libertad en el mundo, la obra es una de ellas. Mis películas no se ponen en los cines, no se ponen, por supuesto, en la televisión, pero ni siquiera tampoco las incluyen en el Paquete Semanal. Ya cuando tienes una película con un contenido político que traspasa el umbral de la comodidad, el Paquete tampoco quiere arriesgar su negocio. Entonces, yo sé que mis películas, lamentablemente, no se van a ver en Cuba, si no es de memoria en memoria. A veces hacemos proyecciones en la casa. Aunque desde el momento en que tú pones en Facebook que harás una proyección, ahí mismo tienes una redada policial.

Entonces, ¿de qué vive un artista como tú dentro de Cuba?

Yo no puedo trabajar en Cuba en nada. Yo vivo de dar clases en universidades fuera de Cuba. Vivo gracias a que las películas se exhiben en festivales internacionales, cinematecas, museos, universidades. Es completamente fuera de la Isla donde puedo trabajar. A mí, por supuesto que me gustaría compartir con estudiantes de la Universidad de La Habana, pero esa no es una realidad factible en estos momentos.

La realidad de Cuba es insostenible, la crisis abarca todos los sectores de la sociedad. ¿Ni siquiera ahora te has planteado vivir fuera por un tiempo?

Yo tuve dos becas en EEUU y, aunque no soy especialmente martiano, podría decir que viví en el monstruo y le conozco las entrañas. Es una sociedad donde si tu obra no tiene un valor comercial adjunto, no existes como creador. Y a mí no me interesa hacer un cine comercial. Por otro lado, pienso que Cuba es una realidad tan dislocada, tan extraña, que se pueden contar muchas historias que tienen bastante que ver con el absurdo, con Kafka y con la ciencia ficción, que ni siquiera hay que inventarlas porque ya son parte de la realidad. No lo hago por nacionalismo ni patriotismo, es una necesidad creativa.

¿Cómo ves a Cuba en cinco años? ¿Crees que podría existir algún cambio?

Yo pienso que no voy a ver un cambio, incluso si se cayera el sistema mañana mismo. Si ocurriera un golpe de Estado en el que se mataran entre ellos, el daño antropológico es tan fuerte que tomarían varias generaciones volver a tener una responsabilidad cívica, disciplina. Es demasiado. Gran parte de la población que ha quedado en Cuba está en esa supervivencia extrema. Las instituciones están colapsadas. El Gobierno está colapsado. Los propios ciudadanos también han llegado a un deterioro moral y ético tan grande, que yo creo que va a tardar muchísimo que el país se pueda recuperar.

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