Minuciosamente, el ICAIC ignora a los cineastas que, reunidos en la Asamblea de Cineastas Cubanos desde hace un año, pretenden un diálogo transparente con las autoridades (pero esto no es más que una réplica del poder más alto, que minuciosamente ignora la voz del pueblo). Este mes de octubre los funcionarios a cargo de la institución oficial de cine han ensayado en los medios una especie de evaluación de su actividad desde principios de año, fecha en que fue sustituida casi toda la directiva del ICAIC por una directiva pulcra que pudiera lidiar con la Asamblea sin el antecedente de haberlos escuchado nunca.
Esta nueva dirigencia del ICAIC la encabeza el organizador de eventos Alexis Triana y le sigue una más joven Yanín Martínez Guillén. Ellos comparecieron en una Mesa Redonda que, sumada a varios artículos y algún material televisivo devoto a las producciones del ICAIC este año, puede darnos una idea de la estrategia institucional para afirmarse contra la mayoría incómoda que representa la Asamblea.
Varios retos —dijo Alexis Triana en la Mesa Redonda— ha tenido la dirección del Instituto: "Llevar a la gente al cine con la campaña 'Vamos al cine', incrementar la producción, trabajar por la restauraciones del patrimonio, convocar al Festival de Cine Latinoamericano".
A principios de año, el ICAIC contaba solo con tres documentales listos, mientras que hoy ya tiene ocho obras terminadas, dos cortos de ficción y más de 150 minutos de animados. En producción, además, se encuentran 16 proyectos de largos —de ficción y documentales— y una serie documental en gestación. En cuanto al Fondo de Fomento del Cine Cubano, que parecía moribundo (y quizás lo esté más que nunca), este ha recibido una importante suma de 65 millones de pesos del Estado, que incluso en "en estos momentos difíciles" ha tenido cabeza para pensar en el cine.
Hace tiempo que el ICAIC no andaba tan productivo. Contemplando el fervor laboral del promotor cultural Alexis Triana se entiende su exaltación a la presidencia del Instituto (que para muchos era un misterio). Se trata de la jugada de las autoridades para enfrentar a la Asamblea de Cineastas Cubanos, en efecto, manejando la otra cara del castigo, que es la seducción.
Aunque todo el discurso y prensa oficialistas la ignore, la Asamblea de Cineastas Cubanos es el elefante que se sienta en la calle 23 entre 10 y 12, al pie del ICAIC, y la razón por la cual Alexis Triana es presidente allí. A las autoridades se le dificulta reprimir a la Asamblea de Cineastas Cubanos como es debido por el prestigio de sus representantes, por la cantidad de sus afiliados (que suman centenas) y por el hecho de que la Asociación no los ha confrontado radicalmente, sino más bien ha buscado una conciliación (aunque firme en su reclamo de libertad de expresión).
A la par de la estrategia oblicua de la corrupción, al régimen le quedan las mañas de la zanahoria para atraer a sus filas a los cineastas que deserten de tanto reclamo. Esa es la razón de la ferviente gestión promocional del ICAIC en el último año: amueblar la jaula, embellecerla con el color dorado, añorar el regreso.
No hay secreto sino financiamiento. Sin mecenas ni circuito de promoción y venta, tienen que irse del país o morir en el ICAIC. Ya Alfredo Guevara lo supo y actuó en consecuencia.