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Artes Visuales

La Bienal de La Habana 2024: una cortina de humo para ocultar 'los abusos y la represión'

Solveig Font, Coco Fusco, Celia Irina González, Hamlet Lavastida, Julio Llopiz-Casal y Yanelys Nuñez Leyva, hacen una crítica detallada al evento en el contexto actual de Cuba

Madrid
Obra en una edición anterior de la Bienal de La Habana.
Obra en una edición anterior de la Bienal de La Habana. Cubadebate

Una declaración sobre la Bienal de La Habana 2024, elaborada por los curadores y artistas Solveig Font, Coco Fusco, Celia Irina González, Hamlet Lavastida, Julio Llopiz-Casal y Yanelys Nuñez Leyva, ofrece una crítica detallada del evento en el contexto actual de Cuba. A pesar de su lema, "Horizontes compartidos", que promueve el respeto por la diferencia y el compromiso social, los autores cuestionan la autenticidad de la bienal.

Argumentan que el evento representa un esfuerzo cínico del Gobierno cubano para crear una simulación de autonomía creativa y compromiso social, desviar la atención internacional de los abusos de derechos humanos y reprimir las voces críticas en la cultura cubana. A lo largo de los años, el Ministerio de Cultura ha demostrado habilidad para mantener una fachada de independencia artística mientras intensifica la censura.

En declaraciones a DIARIO DE CUBA, Llopiz-Casal, uno de los firmantes del texto, asegura que este pronunciamiento "tiene que ver esencialmente con pormenorizar las condiciones en las cuales surgió la Bienal de La Habana y las condiciones en las que el evento ha evolucionado" en medio del "lamentable estado" del país. "Cuba está padeciendo una de sus más grandes crisis, en que la represión, la censura y la coacción de la libertad de expresión alcanzan cuotas nunca antes vistas desde 1959", agrega.

"La idea es esbozar un mapa, lo más concreto posible, que permita sobre todo al lector, a la persona que no es cubana o no vive en Cuba, entender cómo está planteado el organigrama, cómo en contraste con la represión, la carencia económica, hay estructurado un método que favorece sobre todo al castrismo a través de sus instituciones culturales. Métodos que niegan de tajo lo que aparentemente fueron los fundamentos de la Bienal inicialmente", explica Llopiz-Casal.

El texto, publicado en la revista Letras Libres, destaca que, aunque la bienal ha incluido sedes fuera de las instituciones estatales y ha atraído a artistas y coleccionistas internacionales, la realidad para los artistas cubanos sigue siendo dura. Remarca que iniciativas independientes como el Espacio Aglutinador, de Sandra Ceballos, y las exposiciones organizadas por el Movimiento San Isidro han enfrentado una represión severa. Además, menciona que artistas destacados y reconocidos internacionalmente, como Maykel Osorbo y Luis Manuel Otero Alcántara, permanecen encarcelados, ambos por motivos políticos.

Los autores subrayan que, a pesar del talento de los artistas jóvenes en la Isla, el Ministerio de Cultura continúa explotando los mitos revolucionarios para atraer capital extranjero. La bienal de 2024, con sus proyectos en San Antonio de los Baños —lugar del levantamiento del 11-J—, parece estar diseñada para desviar la atención de los abusos y la represión en curso. La intención de los autores no es impedir la bienal, sino exponer la realidad que se oculta tras la fachada que presenta.

El texto sigue explorando la relevancia de la 15ª Bienal de La Habana en el contexto actual, destacando cómo el panorama internacional del arte ha cambiado en las últimas décadas. Analiza que, mientras eventos en Europa y Norteamérica han adoptado una mayor inclusión del arte no europeo, la situación en Cuba ha evolucionado drásticamente desde la época en que recibía apoyo soviético. Esto plantea interrogantes sobre el propósito del evento en la actualidad.

A pesar de estos cambios, el texto apunta que algunos, como el sociólogo austriaco Oliver Marchant, elogian la bienal cubana y la consideran de "resistencia", surgida en un régimen autoritario y manteniendo su relevancia en el ámbito cultural.

La publicación también cuestiona la interpretación positiva que Marchant ofreció sobre las primeras ediciones de la Bienal de La Habana, que no tuvo en cuenta cómo ha evolucionado en la era poscomunista. Los autores explican que, en sus primeros años, la bienal obtuvo credibilidad a través de asociaciones con figuras de izquierda, atrayendo a artistas y críticos que veían el evento una alternativa al mercado capitalista del arte. Hoy en día, aseguran los autores de la declaración, el enfoque ha cambiado, y los organizadores del evento han optado por aprovechar los vínculos con coleccionistas y figuras prominentes del arte, alejándose de su carácter inicial de resistencia y adoptando una postura más comercializada.

La declaración detalla cómo la Bienal de La Habana ha fortalecido en la actualidad sus conexiones con el mundo del arte global mediante alianzas estratégicas y menciona la colaboración con el artista mexicano Gabriel Orozco, que ha facilitado relaciones con destacadas galerías mexicanas y la Feria de Arte Zona Maco, que ahora cuenta con Direlia Lazo, antigua comisaria del Havana Art Weekend, como directora artística.

El texto concluye con una visión general sobre las diversas opiniones entre los profesionales del arte, tanto dentro como fuera de Cuba, respecto a la Bienal de La Habana 2024. Hay un debate sobre si el evento es beneficioso y, en caso afirmativo, para quién. Algunos críticos argumentan que la bienal funciona como una forma de "lavado de cara" que utiliza el arte para mejorar la imagen del Estado cubano y ocultar sus operaciones represivas. Otros sostienen que la bienal es crucial para ofrecer oportunidades e ingresos a artistas cubanos necesitados, y que un boicot podría perjudicar más a los profesionales que a las instituciones estatales. Además, hay quienes defienden la autonomía artística absoluta, sugiriendo que participar en la bienal debería ser visto como una cuestión independiente de implicaciones políticas.

Los autores de la declaración expresan dudas sobre la viabilidad de una bienal de arte como un foro de experimentación y pensamiento crítico bajo el patrocinio de un gobierno autoritario en crisis. Destacan que en las últimas seis décadas, los cubanos han enfrentado numerosas dificultades, pero las privaciones recientes de los últimos cinco años son las más severas. Describen que la situación actual incluye escasez de alimentos y combustible, cortes de electricidad diarios, inflación descontrolada, colapso de los sistemas públicos de salud y educación, y el deterioro de infraestructuras.

La declaración denuncia la severa represión que enfrentan los artistas en Cuba, con 16 entre los más de mil presos políticos. Subraya que muchos artistas, escritores y activistas han huido del país y se les impide regresar. Además, el Gobierno ha anunciado que los ciudadanos podrían perder su nacionalidad por participar en actividades que considere "antisocialistas" en el extranjero.

Asimismo, el texto advierte que las nuevas regulaciones de la MIPYMES prohíben negocios culturales independientes, como galerías, salas de conciertos, librerías, bibliotecas o teatros. También recuerda un reciente acto de censura, cuando el espectáculo de los artistas cubanos Lázaro y César Saavedra, previsto en el teatro Ciervo Encantado en julio, fue censurado por el Consejo Nacional de Artes Escénicas.

Esta realidad plantea serias dudas sobre cómo estas condiciones pueden reconciliarse con el lema de la bienal sobre el respeto a la diferencia, señalan los artistas y curadores firmantes de la declaración.
 

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“ cortina de humo”

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