La Habana cuenta con planos bellísimos de todas sus etapas de desarrollo. Perderse en ellos es encontrar los recovecos de su historia y entenderla mejor. Y es también sorprenderse del aspecto de algunas calles y del papel que jugaron en la evolución urbana de la capital.
Hay calles que sencillamente nacieron para comunicar la vieja Habana con puntos de interés, al inicio zonas de cultivo. Por ello nacieron como ejes fundamentales, vías populares que no perecieron con el avance urbanizador sino que formaron parte de él, motivando a partir del siglo XVIII el trazado de algunas poblaciones a su vera.
En este caso están todos los antiguos caminos. El del Monte fue de los primeros en salir a las zonas de cultivo inmediatas. Estuvo prolongado hacia el oeste por el Camino de Vuelta Abajo, conocido hoy en sus distintos tramos como Calzada del Cerro, de Puentes Grandes y Avenida 51; buscaba traspasar las fronteras de La Habana hasta las plantaciones de tabaco en Pinar del Río.
Hacia el oeste estaba también el de la Playa (San Lázaro) que enlazaba con el reducto de La Chorrera, y el de San Antonio (Reina) que dirigía a un ingenio de igual nombre. Ya en el siglo XIX este último se extendió con la Avenida de Carlos III, para desplazar mejor las tropas entre el Castillo del Príncipe y el Campo de Marte (hoy Parque de la Fraternidad). Para comunicar con Batabanó se trazó el Camino Real del Sur (Diez de Octubre), y hacia la población de Guanabacoa, rumbo Güines, estaba el Camino del Sudeste (en su primer tramo Calzada de Luyanó).
En los tiempos modernos, la Avenida Rancho Boyeros (1935) surgió con igual carácter conector. En este caso se hizo para comunicar más eficientemente el nuevo centro de la ciudad con el aeropuerto inaugurado en 1930. Es otra La Habana que muestran los planos de inicios de esa década, con el entorno de la actual Avenida Boyeros completamente campestre, solo ocupado por múltiples fincas y la línea del ferrocarril. Cuesta también imaginar el diseño de la primera vía "de la Independencia", mucho más estrecha y enlazada a Carlos III, Zapata y G, a la altura del Castillo del Príncipe, sin su bifurcación hacia Paseo abrazando la Plaza Cívica aún sin construir.
Por otro lado, también ha habido calles que sirvieron de límite, y que permiten entender hasta dónde llegaba la urbanización del territorio habanero en diferentes momentos. Ejemplos imprescindibles son Egido, Monserrate, Galiano, Belascoaín e Infanta. Las dos primeras calles nombran una sola vía que coincide con el trazado de las murallas, recordando la calle del centro histórico por la que se paseaba al interior del muro pétreo.
Cuando La Habana comenzó a crecer hacia el oeste sin ocupar el glacis de la muralla, la población que vivía al norte de la calle Reina, completó el espacio comprendido entre las calles Galiano y Belascoaín. Estas vías ordenaron el trazado de este territorio en las dos primeras décadas del siglo XIX, sirviendo de líneas borde; a sus lados campo y plantaciones.
Hacia 1828, lo que es hoy Centro Habana, se había expandido hacia el centro histórico llegando a la muralla, pero el límite oeste seguía siendo Belascoaín. Fue en el último cuarto del siglo XIX que la ciudad llegó a Infanta, nueva vía que le sirvió de borde.
Finalmente, destacan algunas calles que crecieron por tramos, por lo que no todos los habaneros interactuaron con ellas del mismo modo en que hoy lo hacemos. Entre ellas está lógicamente Malecón, que por su dimensión monumental requirió mucho tiempo para su completamiento. Específicamente, entre 1901 y 1902, llegó a la calle Crespo desde La Punta; en 1919 alcanzó Belascoaín; en 1927, Infanta; en 1950, Paseo; y en 1958, la desembocadura del Almendares.
Sin embargo, otras avenidas importantes y no tan largas como la anterior, se fueron construyendo por partes, aunque ya pocos lo recuerden. En estos casos la razón fue que crecieron a la par de la urbanización en la que estaban insertas, es decir, no se planificaron desde el inicio a gran escala como la Avenida del Golfo.
Casos interesantes fueron las avenidas Paseo y G, en El Vedado, que originalmente terminaban en la Calle 27. Cuesta pensar en aquellos tiempos en que tan vistosas avenidas decimonónicas terminaban así, tan ramplonamente. En la década de 1920, se planificó su prolongación como parte de las obras del nuevo centro cívico que se consideraba construir en la Loma de los Catalanes. Sin embargo, aunque en la década siguiente la Avenida G se completó como la conocemos hoy, Paseo solo se alargó hasta Zapata. Fue a partir de 1951 que conectó con la Avenida Carlos Manuel de Céspedes, cuando se construyó este tramo de Boyeros que rodea el lateral oeste de la actual Plaza de la Revolución.
Tal vez, una de las vías más interesantes que creció a pedacitos fue Santa Catalina, aunque es un aspecto suyo bastante desconocido. Esta avenida vital del sur habanero, que corta al centro el barrio de La Víbora, nació perpendicular a la actual Calzada de Diez de Octubre en el siglo XIX, como parte del reparto Catalina de la Cruz. Entonces solo tenía tres cuadras y su nombre guardaba relación con el de su urbanización aprobada en 1864.
Con la rápida población de esta zona, en la década de 1920 la avenida se prolongó hasta Goss, donde entroncaba con el antiguo Camino de Cruz del Padre, hoy desaparecido. A continuación quedaban las fincas de las Monjas Catalinas y la de Palatino, ambas atravesadas por el Canal de Vento y el Ferrocarril de Cristina. En un plano de 1931, se ve que Santa Catalina fue ampliada hasta la calle Palatino. Este tramo debió ser muy sencillo, pues se muestra más estrecho que el resto de la vía, y con un puente para cruzar la línea del ferrocarril. Su entorno en esta parte seguía siendo natural salvo por el reparto La Sola (1922).
En otro plano de 1943, se ve extendida hasta Boyeros, sin embargo, desde Vento seguía sin tener el mismo ancho que la avenida original. Fue en la década de 1950 que se homogenizó la vía y se fomentó la urbanización de sus lotes aledaños. Sinceramente, resulta muy curioso pensar que esta importante avenida que ya cumple 160 años, conector expedito entre Boyeros y Diez de Octubre, haya tenido cinco momentos muy bien diferenciados a lo largo de sus primeros 100 años, y que a los últimos 60 años corresponda la imagen que hoy identificamos.
Muy bien por Yaneli, son crónicas informativas necesarias, divulgan con claridad... Supongo que los urbanistas o planificadores físicos puedan encontrar algún detalle inexacto, queda a ellos enunciarlos y explicarlos, pero no limitarse a criticarlos.
informativo artículo, pero no novedoso, con ciertas inexactitudes. El tema de la morfología, evolución de la trama urbana, red y comunicaciones de calles, es archiconocido, remito las memorias de la sociedad patriótica, de de los arquitectos de 1930-1950, a Roberto Segre, Julio César Pérez, Carlos Venegas Fornias, Luis Eduardo Rodríguez, investigaciones del CENCREM, los estudios del espacio militar de Ramos Zúñiga, el Plan maestro de la Habana, los estudios en MIami por Fornés y Quintana, etc., el estudio aprobado por Fulgencio Batista para la edificación definitiva del monumento a Martí en la Plaza Cívica, trastocada en de la revolución.
De nuevo Yaneli nos ofrece un artículo bien informado de interés. Gracias.
No sabía que Malecón se llamaba o se llama Avenida del Golfo.