El Vedado despliega en sus calles la belleza y calidad constructiva de la arquitectura republicana. No todos los barrios muestran tal variedad de diseños y tipologías, donde además descuellan ejemplos imprescindibles en cualquier catálogo de arquitectura cubana. Uno de los estilos que ilustra con excelencia es el art déco, que como sello moderno La Habana abrazó al igual que otras capitales mundiales en su carrera hacia el progreso.
Extendido por todo el orbe a partir de la Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industrias Modernas, celebrada en París en 1925, dos años más tarde ya tenía el art déco un edificio en La Habana. El primogénito no nació en El Vedado, sino en 5ta y 22, entonces Marianao. Era la casa de Francisco Diez Argüelles, construida por el arquitecto José Antonio Mendigutía, quien aprovechando el magnífico lote de esquina comenzó a marcar la verticalidad y geometrización de las formas características de este lenguaje. A él se sumó la poética de Juan José Sicre, autor del panel escultórico del dintel de la entrada.
Durante las próximas dos décadas tuvo este estilo una presencia notable en la ciudad. Muy especialmente en El Vedado se aplicó a distintas tipologías (vivienda, edificio de oficinas, hospital, biblioteca, iglesia, stadium, hotel, panteón, etc.), lo que convierte en un espacio ideal para su apreciación. Solo extraña su ausencia en los cines, en cuyas fachadas marcó pautas fundamentales en las décadas de 1930 y 1940.
Viviendas se hicieron muchísimas, como la construida en 1928 en Calle 12 # 407, de una sola planta, y la de Calle G # 509, de dos. Volumétricamente no son tan atrevidas como la de Mendigutía, pero sí muy creativas en su ornamentación geométrica, que sintetiza motivos vegetales, figuras humanas y criaturas fantásticas con gran refinamiento, aplicada en las molduras de las fachadas, en la herrería, en el vitral y en los pavimentos de mosaicos o terrazo que contribuyen sobremanera a la decoración interior. También están ejemplos excepcionales como el Palacio Lasa-Baró, que aunque distingue por su neo-Renacimiento italiano, empleó el art déco en su decoración interior. Asimismo, existen casas eclécticas muy modestas que incluyen detalles de este lenguaje moderno.
La promiscuidad estilística está ampliamente representada en la ciudad, y dificulta a aquellos que persiguen etiquetar cada inmueble en un estilo puro y evidente. Hay que acostumbrar la vista a esta superposición de formas de libre elección que, combinadas, hacen más rica y auténtica la dinámica constructiva de la República. De este modo, para cada estilo encontramos inmuebles muy bien definidos en un lenguaje artístico, y otros que combinan de todo un poco.
Con el vocabulario art déco, tienen lugar especial los edificios de apartamentos, que justo en esa época comenzaban a multiplicarse por la ciudad y a completar varias parcelas de El Vedado con elegantes diseños. Entre los más conocidos están el de 11 y 4 (1930), construido por Castellá y Lecuona; el de 3ra y J (1932) de Eugenio Rayneri Piedra; y los de 13 y 14, J y 11, D y 17, O y 21, 23 y 20, entre otros. Pero el edificio estrella, pionero entre los rascacielos habaneros y torre insignia de este estilo en Cuba (junto al Bacardí), es el López Serrano (1932) en 13 y L.
Esta torre de 40,21 metros de altura, diseñada por la prestigiosa firma de arquitectos cubanos Mira y Rosich, siguió en su composición y ornamentación las líneas fundamentales que sintetizan este estilo. Se distribuye en un basamento, que incluyó el vestíbulo y locales de servicio, un cuerpo central de diez niveles con ocho apartamentos por piso, y una torre de cuatro niveles con un apartamento en cada uno. A lo largo de la fachada la disposición de los vanos y las bandas decorativas acentúan su verticalidad, apuntada aún más por el escalonamiento del pretil y de la torre, de inspiración neoyorquina. Este escalonamiento también define el diseño de los arcos del portal, de la misma manera que puede observarse en otros muchos portales de viviendas art déco habaneras.
Los paneles decorativos se situaron en el primer nivel y en el último, y son el único elemento que irrumpe la pulimentada fachada. El carácter ostentoso del art déco se desplegó en su vestíbulo, majestuoso por el diseño radial del terrazo de colores, los paneles de mármol rojo de Marruecos que cubren las paredes, las lámparas diseñadas para cada espacio y el vistoso panel de níquel plata del artista Enrique García Cabrera. El brillo que acompaña la figura que corre, los aviones y el reloj que cierra el panel escultórico, situado además entre los ascensores de la torre, son el grito de modernidad abanderado por el lenguaje art déco en su época.
Junto a este poderoso inmueble, en Calle 13 # 106, hay otro edificio construido en 1931. Solo tiene tres plantas, pero la carpintería de sus ventanas y la belleza y colorido de sus paneles decorativos hacen única su fachada entre los exponentes art déco de El Vedado. Al interior el lenguaje pervive en cada detalle, los picaportes, los pavimentos, las molduras.
Exponentes singulares del art déco habanero en este barrio, son el antiguo Hotel Residencial 8 y 19, de los arquitectos Castellá y Lecuona, convertido en 1959 en edificio de viviendas; y la Farmacia de 23 e/ 6 y 8, diseñada por Joaquín Weiss. De este arquitecto es también la Biblioteca Central (1937) de la Universidad de La Habana, un magnífico edificio art déco que se integra al campus de La Colina desde la reinterpretación moderna de sus códigos clásicos. Diferencia sus fachadas principales en relación a los elementos del entorno y las funciones dispuestas en cada parte del edificio, aspecto que lo convierte en un ejemplo digno de estudio por sus excelentes soluciones de composición, distribución de espacios e integración estilística.
De la década de 1930 tiene el cementerio Colón panteones art déco muy hermosos, el más conocido es el de Lasa-Baró (1933), aunque también están el de Frank Steinhart (1937) y el de la familia Prío Socarrás. Entre 1931 y 1935, la firma Govantes y Cabarrocas construyó el Hospital Municipal de la Infancia, conocido a partir de 1961 como Pedro Borrás. Primer hospital pediátrico cubano y una de las mayores joyas del art déco habanero, fue lamentablemente abandonado en los años 90 y demolido en 2014. Queda de sus arquitectos el Hospital Municipal de Maternidad América Arias (1930), que aunque no responde íntegramente al estilo, incluye hermosos elementos escultóricos art déco en la fachada. Caso similar es la entrada de piedra del antiguo Dispensario de la Liga contra el Cáncer, de Leonardo y Víctor Morales, con escultura de Rita Longa.
Un ejemplo tardío, pero relevante, es la Iglesia Metodista Universitaria Rev. Miguel Soto Asensi (1950), del arquitecto Ricardo E. Franklin. Situada en la esquina de 25 y K, afilia su fachada a los códigos más legibles del art déco aunque su interior es racionalista. No obstante la hibridación, obtuvo la Medalla de Oro del Colegio de Arquitectos en 1951.
La distinción que confirió este lenguaje moderno a los primeros edificios altos que coleccionó El Vedado, probablemente haya motivado la reforma en la década de 1940 de la sede de la Ford Motor Co. (1930), en 23 entre O y P, hoy Ministerio del Trabajo. La última torre art déco, también fue motivo de una reforma: la adecuación de una vivienda comprada en 1947 por la Asociación de Escritores y Artistas Americanos para su sede. Llevada a cabo entre 1948 y 1953 por Ramón del Busto, nos ha legado la bella torre escalonada con linterna de vidrio de la actual Casa de las Américas.
¡Buenísimo artículo!
El López Serrano lo conocí bastante bien porque en mis años mozos tuve una noviecita que vivía allí. Fabuloso edificio. La Habana es un muestrario de todos los estilos arquitectónicos habidos y por haber. Un ejemplo es la calle Reina.
Son preciosos esos edificios art deco de La Habana. Hay que ver en qué estado se encuentran hoy día. Gracias a Yaneli por este artículo.