Históricamente, nuestra arquitectura tomó de todos los estilos e influencias internacionales que como modas, más o menos pasajeras, fueron dejando una auténtica huella en las ciudades cubanas. Por lo general, llegaban con cierto retraso respecto a su momento de esplendor en Europa. De esta forma, nuestro barroco es del siglo XVIII y no del XVII, y la arquitectura neoclásica caracterizó el XIX cubano cuando ya en el Viejo Continente llevaba medio siglo de intensa trayectoria. Sin embargo, puede decirse que no quedó un solo estilo posterior al descubrimiento de América que no tuviera representación en Cuba.
De hecho, no todo llegó tarde. Nuestras fortalezas forman parte de las estructuras militares renacentistas más avanzadas de su época, donde los baluartes sustituyeron las típicas torres cilíndricas de los castillos medievales, corrigiendo las dificultades de defensa que estas presentaban. Así, nuestros castillos no son como los de los cuentos de Disney inspirados en las fortalezas medievales del valle del Loira, de Baviera y de Segovia.
Lo que puede resultar aún más curioso, es que también tenemos ejemplos de estilos arquitectónicos anteriores a la Conquista. Esto se debe a la revisión romántica del pasado grecolatino y medieval iniciada en Europa en el siglo XIX, que recuperó formas y apariencias de la Antigüedad clásica y de la Edad Media, empleadas como catálogo para el diseño de edificios públicos y viviendas. Usualmente, eran elegidas por el mensaje que a través de sus elementos más identificativos podían transmitir, siendo importante la relación que entonces se estableció entre estilo y función. En Cuba estos "neos" o revivals, comenzaron a aparecer a finales del siglo XIX y muy especialmente en la primera mitad del XX.
La estabilidad, el orden, la belleza y el sentido de la perfección de los antiguos templos de Grecia y Roma —y también de algunos edificios del Renacimiento europeo—, se emplearon para marcar la sensación de seguridad, poder y elegancia que se quiso impregnar a los nuevos bancos, teatros, edificios de Gobierno, etc. En nuestro contexto el ejemplo más distintivo es sin lugar a dudas el Capitolio Nacional (1929).
Los castillos medievales fueron también recuperados en una visión exótica como símbolo de poder económico o militar. Así tenemos viviendas de una gran fantasía que mucho recuerdan ese pasado ajeno, como la icónica casa de Rosalía Abreu (1903) en La Víbora, hoy Quinta de los Monos; o las múltiples estaciones policiales que a partir de la década de 1930 se construyeron en todo el país. Recuérdese el aspecto actual del Cuartel Moncada en Santiago de Cuba, que corresponde a 1938; o el del antiguo Cuartel Columbia y las múltiples estaciones policiales inmortalizadas como los "castillitos" de Batista.
Otro grupo de inmuebles que constituye una serie fascinante, que bien merecería una ruta turística, son las iglesias neogóticas. El gótico, fuertemente asociado al momento de mayor esplendor de la Iglesia como institución, entre los siglos XII y XIII, fue recuperado a finales del XIX para la construcción de templos. Solo en La Habana existen unas 15 iglesias neogóticas, que toman prestado del pasado medieval europeo un mundo de gárgolas, pináculos, arcos ojivales, rosetones y bóvedas de tracería plantados en el ámbito caribeño.
La primera en inaugurar este estilo fue la del Santo Ángel Custodio, en La Habana Vieja, iglesia del siglo XVII remodelada entre 1866 y 1870 con este lenguaje. En la obra se empleó piedra de cantería, como era habitual en los muros de las iglesias góticas medievales. En este caso también están las otras dos iglesias neogóticas construidas en La Habana en el siglo XIX: El Rosario (1872), en el Vedado; y El Salvador (1883), en Mariano. La vedadense situada en la Calle 16 entre 15 y 13, quedó inconclusa, y por esta razón ha dado lugar a muchas fábulas de incendios y derrumbes que nunca tuvieron lugar pero que intentan justificar su aspecto de ruina.
A partir del siglo XX, otros materiales como el ladrillo, y más adelante el hormigón armado, hicieron más económico y viable la construcción de las iglesias habaneras, por lo que el gótico solo fue empleado como máscara, definiendo el aspecto general del inmueble y su decoración sin compartir otros aspectos constructivos de la iglesia medieval. Fue muy importante entonces la presencia de talleres de prefabricado en yeso y cemento que asumieron la producción de todos los elementos decorativos de estos hermosos templos, que de seguir la tradición medieval hubieran requerido un ingente ejercicio de talla.
Muy apreciada ha sido la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús y San Ignacio de Loyola (1914-1922), situada en Reina entre Belascoaín y Gervasio. Allí, aprisionada entre edificios, se levanta majestuosa y deleita en el detalle de los motivos decorativos de su fachada, donde confluyen personajes bíblicos, vides, flores, murciélagos, rosetones y un sinfín de motivos que recrean toda la fantasía medieval y conducen a un recinto sobrecogedor coloreado por la belleza de sus vitrales. Es de todas la que mayor despliegue hace de los códigos de la arquitectura gótica, tanto en la decoración como en los elementos que utiliza y en la distribución de los espacios y sus proporciones.
Otros ejemplos de gran significación son la Parroquia de El Vedado, construida entre 1903 y 1930, en Línea y D; la Iglesia de Santa Catalina de Siena (1914-1920), en 25 y Paseo; la Capilla de las Siervas de María Ministras de los Enfermos (1919-1923), en 23 y F; y la de San Juan Bautista y Santo Domingo de Guzmán (1921-1926), en 19 y J. En Lawton merecen visitarse la de Nuestra Señora de la Guardia (1919-1921), situada en Ntra. Señora de Regla y Quiroga; y la del Sagrado Corazón de Jesús y San Pablo de la Cruz (1936-1948), en Buenaventura y Vista Alegre; así como en Playa la del Corpus Christi (1947), en la Calle 146, que involucra soluciones de gran modernidad.
Aunque no vivimos el período gótico y no tuvimos juglares ni Quasimodos, el espíritu romántico de la arquitectura ecléctica insertó en Cuba un neogótico de gran valor artístico, hecho con pericia y sensibilidad. Las iglesias son espacios accesibles, con lo cual la invitación es permanente para descubrir el buen oficio de un estilo internacionalizado, que tiene en la capital ejemplos remarcables y de gran calidad artística. Una ruta interesante pudiera iniciar en la Iglesia del Santo Ángel, para luego pasar por la de la calle Reina, visitar algunas del Vedado y terminar en la del Corpus Christi. Un recorrido que iría en el mismo sentido de crecimiento y transformación urbana de la ciudad y que también permitiría observar las distintas soluciones empleadas en este estilo, desde lo más ortodoxo hasta lo más moderno que pudo involucrar.