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Arquitectura

Dos museos para la casa cubana (II)

Para entender la arquitectura doméstica habanera existen hoy dos museos fundamentales: la Casa de la Obrapía y la Casa de El Vedado. Hoy nos ocupamos de este último.

Madrid
Villa Angelita, un museo de la arquitectura doméstica en El Vedado.
Villa Angelita, un museo de la arquitectura doméstica en El Vedado. Arte por Excelencias

La museología moderna busca incorporar nuevos modos y herramientas que posibiliten una comprensión más completa de los temas que abordan los museos, favoreciendo desde la concepción misma de las exposiciones una reflexión más profunda y transdisciplinar de los procesos culturales de la humanidad. Por ello es de celebrar la incorporación de museos que, para ilustrar con más claridad sus fondos patrimoniales, exhiben una visión más rica de los mismos, volviéndolos a contextualizar en la medida de lo posible.

Para entender la arquitectura doméstica habanera existen hoy dos museos fundamentales: la Casa de la Obrapía y la Casa de El Vedado. La primera ofrece una mirada muy completa al espacio habitacional durante la Colonia, tanto por la visible evolución arquitectónica del inmueble, como por los detalles de su estructura, diseño espacial, ornamentación y ajuar mobiliario. Ella permite entender la casa de patio típica del centro fundacional, con todas las habitaciones dispuestas en torno a ese espacio abierto; la diferenciación de funciones entre las plantas; y las dimensiones y decoración que en cada época subrayaron ese hecho.

Con el siglo XX, la modernidad impuso nuevos patrones y la casa cubana cambió. En 2007, la Oficina del Historiador inauguró otro museo que facilita estudiar la evolución de la vivienda, en continuidad y contrapunto con la casa colonial de Obrapía. Situada en 23 no. 664 entre D y E, fue una de las tantas viviendas de la clase media-alta que rellenaron el flamante barrio de El Vedado. A diferencia de las casas coloniales, incorporaron jardín, portal y pasillos laterales. También mantuvieron el patio, aunque ya no como núcleo vital de la casa. Este se desplazó preferentemente al fondo, muchas veces ambientado como jardín, ya que la vivienda podía iluminarse y ventilarse por las múltiples ventanas de sus fachadas. Entonces para la distribución de las habitaciones se impuso el hall o pasillo.

El museo en cuestión es Villa Angelita, vivienda diseñada y construida por el arquitecto cubano José Roselló, en 1921. Fue un regalo de bodas a Ángela Lucina Campa Agredo de su padre, propietario de los almacenes Isla de Cuba. El propio hecho de utilizar el nombre de la mujer de casa era una costumbre muy recurrida en la época, que se nos presenta en la propia cancela de entrada, así como la inscripción del año de inauguración en la luceta de la puerta principal.  

Después que la Oficina del Historiador adquiriera esta vivienda comenzó su restauración en el año 2000, con el interés de ilustrar las características de la arquitectura doméstica republicana, ya que Villa Angelita constituye un ejemplo tipo de las tantas viviendas eclécticas que existieron en la capital. Para ello fue importante atender la obra constructiva y el patrimonio mobiliario que la acompaña, dispuesto de modo que ilustra la época en que estuvo habitada. No todas las piezas pertenecieron a la familia, como mismo sucede en el Museo de la Obrapía. Sin embargo, lo importante es que la colección sea consecuente con las costumbres, estilos y desarrollo tecnológico de los periodos que representa.

De este modo, una vez entrar a la Casa de El Vedado, se observa la típica distribución de inicios del siglo XX, donde las primeras estancias son sala y saleta. Al igual que la fachada exterior, tienen las paredes decoradas con molduras de yeso que combinan distintos lenguajes estilísticos. Los pisos son de mármol, a diferencia de los zócalos y las columnas que imitan en escayola vetas de piedras de colores. Esta fantasía de riqueza material subraya el carácter pretencioso del gusto ornamental de la época. Un aspecto interesante del pasillo es la incorporación de un lucernario de vidrios opalinos para facilitar la entrada de aire y luz al centro de la vivienda.

Villa Angelita también tiene una primera habitación-despacho que debió utilizar el esposo, José Ramón Rivón y Alonso, accionista de Cuervo y Sobrino. Luego, a ambos lados del pasillo central se disponen tres habitaciones, la matrimonial con cuarto vestidor, y un baño intercalado. Este último certifica la modernización de la vivienda, con todos los avances en términos de mobiliario sanitario e instalación de agua corriente y alcantarillado. En este caso, el baño conserva las piezas originales.

La disposición de la cocina, la alacena, el comedor y una pequeña salita de juegos es toda una revelación de la dinámica organizativa en torno a la comida y las visitas sociales. Exhibe piezas de bellísima factura como la caja licorera de vidrio en forma de huevo. Al fondo del comedor estaban las habitaciones del servicio, hoy oficinas del museo. Debajo de ellas está un pequeño almacén y el garaje al que se accede por el lateral de la casa. En él se conserva un Ford de 1928, entonces uno de los vehículos más modernos que paseaban la ciudad. Cierra la parcela un amplio jardín, oasis bucólico con el espíritu transmitido en el cuadro La siesta de Guillermo Collazo.

Volviendo al interior, los dormitorios están caracterizados como si hubiesen pertenecido a un matrimonio, a una anciana y a un niño. Es entrañable la recreación de los detalles que tuvo el diseño museográfico al exhibir de manera orgánica, en cada estancia, múltiples objetos de la vida cotidiana, efectos personales, fotografías familiares, títulos universitarios, y artefactos que permiten establecer una conexión con el desarrollo tecnológico del momento, los hábitos y las actividades cotidianas. En este sentido podemos ver: teléfono, máquina de escribir, máquina de coser, fonógrafo, nevera, filtro de agua, etc.

Por supuesto también se exhiben obras de arte de pintores de la época como Esteban Valderrama, y mobiliario moderno como el fabuloso juego de cuarto art nouveau de la habitación matrimonial. Este conjunto es único entre las colecciones de artes decorativas del país. Así también algunos bancos del jardín corresponden al mismo estilo, pero en ferrocemento. Piezas similares se conservan aún en los patios de otras viviendas habaneras.

En su momento Eusebio Leal comentó que la restauración de Villa Angelita y su puesta en valor como museo de la vivienda cubana de inicios del siglo XX, era un "llamamiento ardoroso a la recuperación de El Vedado". Este es un reclamo urgente que aún se mantiene en favor del gran pionero del urbanismo moderno habanero, poseedor además de un volumen considerable de inmuebles de alto valor patrimonial, al igual que el centro histórico. De momento, los museos de Obrapía y de 23, son una herramienta utilísima al conocimiento de la riqueza constructiva de las viviendas del pasado y de los singulares ambientes que generó la vida doméstica en Cuba.

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2 comentarios

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A quién se la robaron?

Profile picture for user Plutarco Cuero

El Partido de Cuatreros Cubanos ... quiere aplanar el Vedado, para seguir construyendo rascacielos ...