El Festival Internacional de Cine de Venecia incluyó en su sección oficial Venezia Classici el largometraje documental Landrián, del cubano Ernesto Daranas, que repasa la obra y vida del realizador Nicolás Guillén Landrián, fallecido en 2003 en Miami.
Presentado fuera de concurso y en una versión no definitiva durante el pasado Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, ahora el certamen cinematográfico más antiguo del mundo lo incluyó en la sección dedicada a filmes que exploran asuntos vinculados con ese arte y sus creadores.
Daranas circuló un mensaje entre sus colaboradores en esta producción, en el que consideró la inclusión de su película en el certamen como "un hermoso tributo a nuestro Nicolás Guillén Landrián y un espaldarazo a los cineastas cubanos que, más de medio siglo después, continúan enfrentados a la exclusión y la censura".
De acuerdo con el programa dado a conocer por los organizadores del encuentro, que entre el 30 de agosto y el 9 de septiembre próximos celebrará su edición 80, Landrián estará en un programa de películas donde aparecen también Bill Douglas My Best Friend, de Jack Archer; Le Film Pro-Nazi d’Hitchcock, de Daphne Baiwir; Un Altra Italia Era Possibile, Il Cinema Di Guiseppe De Santis, de Stefano Della Casa; Michel Gondry Do It Yourself, de François Nemeta; Ken Jacobs From Orchard Street to the Museum of Modern Art, de Fred Riedel; Frank Capra: Mr America, de Matthew Wells, y Dario Argento Panico, de Simone Scafidi.
Daranas, realizador de películas como Los dioses rotos (2008), Conducta (2014) y Sergio y Sergei (2017), se apoya en Landrián fundamentalmente en el testimonio de la compañera del cineasta, Gretel Alfonso, y de Livio Delgado, director de fotografía de varias de las primeras obras de Nicolás.
Asimismo, la película se teje en torno a la búsqueda de las películas de Landrián, cuyos rollos guardados en el archivo del estatal Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) sufrieron un deterioro que dio lugar a la desaparición de los originales de varios títulos.
Sin embargo, gracias al trabajo de indagación realizado por Daranas y sus colaboradores para este filme, pudieron localizarse diez de los documentales de Landrián que estaban perdidos, y gracias a cuyo hallazgo se pudo emprender su restauración en España, mediante la iniciativa del cineasta.
Nicolás Guillén Landrián, quien era sobrino del poeta Nicolás Guillén, estudió pintura en su Camagüey natal. Entre 1962 y 1972 dirigió más de una docena de cortos documentales en el ICAIC, pero fue expulsado de esa institución. Su cine fue engavetado y él sufrió diversas formas de hostigamiento en Cuba debido a lo que el régimen consideró una "conducta desviada". Llegó a sufrir terapia electroconvulsiva en la tristemente célebre sala Carbó Serbiá, del Hospital Psiquiátrico Nacional de La Habana.
En 1989 logró que el régimen de Fidel Castro le concediera permiso para irse a Estados Unidos con su esposa Gretel Alfonso como exiliado político. Falleció en 2003 en Miami, a los 65 años de edad. Sus restos descansan hoy en el Cementerio de Colón, de La Habana.
Entre sus títulos más importantes figuran En un barrio viejo (1963), premiado en el Festival de Cine de Cracovia; Ociel del Toa (1965), que recibió la Espiga de Oro de la Seminci de Valladolid; Coffea Arábiga (1968), y Taller de Línea y 18 (1971).
A partir de la década de los años 2000, el cine de Landrián volvió a exhibirse abiertamente en La Habana en los programas de la Muestra Nacional de Nuevos Realizadores, posteriormente bautizada como Muestra Joven ICAIC. Las nuevas generaciones de realizadores de la Isla lo adoptaron como un contemporáneo más y su huella se dejó ver en el cine de muchos de los cineastas en activo.
Precisamente realizadores jóvenes comenzaron el rescate de su obra y vida a partir de Café con leche (un documental sobre Guillén Landrián) (2003), de Manuel Zayas; El fin pero no es el fin (2006), de Jorge Egusquiza Zorrilla, realizado en EEUU; y Retornar a La Habana con Guillén Landrián (2013), de Raydel Araoz y Julio Ramos.
Los Kagastros tienen cero tolerancia con los negros "Cimarrones de la Robolución"
Amigos.
Saludos.
A todo ese buen trabajo sobre Landrián que han retomado varios realizadores cubanos, sería justo agregarle a nuestro querido Rafael Almanza Alonso y su team de La Peña del Júcaro Martiano.
Allí, en su exilio en una casona camagüeyana, el escritor homenajeó en 2017 a Nicolás Guillén Landrián y a Ociel Marrero Labañino, protagonista de Ociel del Toa, dedicándoles una Peña, ese día hubo operativo por parte de la Seguridad del Estado y a mí el agente Alfredo Oliveros, "compañero" que según él me atendía, jejeje, me arrestó y bajó del bus que yo iba a tomar en Baracoa junto a Ociel M. Labañino.
Pero Ociel llegó a Camagüey y se hizo la peña.
Probablemente La Peña del Júcaro haya sido el primer espacio literario Libre en Cuba, donde se haya homenajeado a Landrián y su obra.
Honor a quien honor merece.
Dios nos bendiga a todos.
Dios bendiga a Cuba con el regalo de la libertad.