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Humor

¿En verdad somos tan risueños? Festival Aquelarre en Cuba

Hacer humor en el momento actual de Cuba es tarea nada fácil, y se nota.

La Habana
Inauguración del Festival Aquelarre en el Teatro Nacional de La Habana.
Inauguración del Festival Aquelarre en el Teatro Nacional de La Habana. Sayury Rivero/Facebook

El festival del humor censurado y autocensurado Aquelarre 2023 comenzó el martes en la Sala Covarrubias del Teatro Nacional. Este año se retomó la costumbre de la competencia, dejada atrás por la pandemia, o sea, que el último día habrá Gran Premio Aquelarre y Premio al Mejor Espectáculo del Año.

El festival, que termina el domingo, debió convocar, en teoría, a lo mejor del humor que queda en la Isla (que, de por sí, no es mucho). Esta aspiración se cumplió en escena, en el acto de apertura, digamos que solo en un 40%. El desbalance en la calidad de los contenidos fue bastante palpable. A pesar de que el público cubano suele tomarse bastante apasionadamente su función como espectador humorístico, por la cual aplaude y ríe abnegadamente todo lo que puede, la diferencia entre una propuesta y otra pudo notarse.

Hubo números que, como de costumbre, pretendieron una mayor elaboración dramática, como la presentación del grupo ETCETERA. Pero, en sentido general, faltó intensidad teatral en las entregas, quizás por razones de tiempo, quizás porque hacer humor en el momento actual de Cuba debe ser tarea nada fácil.

En los contenidos, básicamente hubo la crítica social y política que es más o menos permitida en los últimos años. No demasiado directa, ni demasiado amarga. Con estas premisas se hizo burla de la actual inflación, de las MIPYMES y, por supuesto, del hambre. El público cubano, en cumplimiento de su deber risueño, parece responder muy bien a los chistes alimentarios, y los humoristas los repiten, como rutinas de probada eficacia, al igual que los chistes sexuales.

Salvo por las crecientes desapariciones y reapariciones en Miami de miembros de Centro Promotor del Humor, no parece haber demasiadas novedades en la comedia cubana. Sin embargo, en estos días, precisamente, ocurre una campaña en favor de un integrante del gremio, que está sufriendo el rigor con que el régimen trata a los disidentes. Como se sabe, el humorista Jorge Fernández Era ha sido reducido a prisión domiciliaria, solo porque ha querido manifestarse pacíficamente en un parque.

Muchos colegas de adentro y afuera han escrito mensajes solidarios (entre ellos Osvaldo Doimeadios, Ulises Toirac, Nelsón Godin, etc.) y circula una carta firmada por una mayoría de humoristas de dentro y fuera de la Isla. Algunos mencionan la contrariedad de un Aquelarre, mientras se violan los derechos de un colega. Al menos uno de ellos declaró su solidaridad: al finalizar el martes su gustado monólogo en la Sala Covarrubias, Otto Ortiz lanzó "un saludo para Fernández Era" que funcionó como refutación de su actual pena.

Ya es un lugar común en los sketches de los humoristas afirmar que el cubano, en lugar de protestar o manifestarse, para lidiar con sus problemas, se ríe. Lo decían antes del 11J y las protestas subsiguientes, lo siguen repitiendo ahora por alguna extraña razón, como si la fórmula los eximiera de la responsabilidad de provocar esa risa, o como si se tratara de una especie de proyección culpable.

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