El hecho de que un reciente manifiesto titulado "La literatura siempre al lado de la libertad y de la democracia", emitido durante la 82 edición de la Feria del Libro de Madrid, que censura la falta de libertades en naciones como Cuba, Nicaragua y Venezuela, casi haya coincidido en el tiempo con otros rechazos a representantes culturales del castrismo, es una clara señal de que la comunidad internacional no está dispuesta a continuar tolerando los desmanes del totalitarismo.
Los firmantes del manifiesto plantean verdades irrefutables, como la marcha indetenible de la represión en esas naciones contra escritores, artistas, y cualquier ciudadano que se enfrente a la maquinaria del poder. También se hacen eco del arbitrario proceder de despojar de la nacionalidad a quienes los gobernantes consideran "traidores a la patria", como los casos de los nicaragüenses Sergio Ramírez y Gioconda Belli. E igualmente protestan contra el enmudecimiento de los medios informativos independientes por parte de las tiranías de los Maduro, Ortega y el castrismo.
Y como era de esperar, la cultura oficialista cubana no podía permanecer impasible ante semejantes señalamientos, como tampoco lo hizo en el caso de la poeta Nancy Morejón. En esta ocasión le correspondió a Casa de las Américas el triste papel de tratar de defender lo indefendible. Para ello, y al no contar con respuestas adecuadas que refutaran las imputaciones del manifiesto, a la entidad que preside el señor Abel Prieto no le quedó más remedio que echar mano a sus gastados argumentos de siempre.
Por supuesto que no podía faltar el establecimiento de un hipotético vínculo entre los firmantes del manifiesto y "la prensa hegemónica que repite los dictados de Washington y celebra la vigencia de la bicentenaria doctrina Monroe". En eso el castrismo puede darles lecciones a sus aliados: buscar la manera de que EEUU siempre sea el enemigo. Porque es muy atractiva la imagen del pequeño David enfrentado al gigante Goliat.
En otra parte de su réplica, los representantes de la cultura castrista afirman que los firmantes del manifiesto "ponen su palabra al servicio de quienes intentan aplastar cualquier proceso emancipador en Nuestra América". Aunque parezca increíble para algunos, esos "procesos emancipadores" de que habla Casa de las Américas son las satrapías de Caracas, Managua y La Habana. Pero bueno, eso no es más que otro capítulo de la guerra de conceptos que lleva a cabo esta izquierda radical. También hay que aguantar que se autodenominen "países progresistas".
Puesto que el manifiesto comienza con una frase pronunciada por Don Quijote — "La libertad es uno de los más preciados dones que a los hombres dieron los cielos"—, los comisarios de Casa de las Américas, para no ser menos, recuerdan que el primer título publicado por la Imprenta Nacional de Cuba, a solo tres meses del arribo de Fidel Castro al poder, fue El Ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Y terminan expresando que "al lado de ese signo nos mantenemos".
Sin embargo, pasan por alto que en abril de 1959, cuando se publicó esa obra en Cuba, Castro se vendía como un gobernante democrático que había liberado a su patria de una dictadura. Obviamente, ahora el verdadero símbolo del castrismo no es el Quijote. Tal vez sea el abrazo entre Putin y Díaz-Canel mientras los tanques rusos avanzan sobre Ucrania.
En otro orden de cosas, este episodio ha servido para comprobar la falsedad del articulado contenido en la flamante Ley de Comunicación Social. El castrismo ha insistido en que dicha ley garantiza el derecho de todos los ciudadanos cubanos a recibir una información oportuna y veraz por parte de las autoridades de la nación.
¿Y qué ha sucedido en realidad? Pues que los periódicos nacionales solo han publicado la respuesta de Casa de las Américas al manifiesto. Pero ninguno se ha dignado en publicar el texto del manifiesto.
Es decir, que seguimos igual que antes de promulgarse la Ley de Comunicación Social. El castrismo continuará publicando lo que le conviene, y ocultando lo que no sea de su agrado. En resumidas cuentas, y como decimos en buen cubano, el papel aguanta todo lo que le pongan.