El guionista y director cubano Carlos Lechuga compró girasoles y se puso una camisa para hablar de su nueva vida en Barcelona, en donde está "comenzando una familia y una relación".
"Estoy mirando hacia el futuro. ¿Qué película se puede hacer hoy en Cuba? Es un país que se acabó. Llegar aquí es un aliciente para contar historias. Es como un nuevo empezar", dice el autor del libro Ni Santa, ni Andrés en entrevista con DIARIO DE CUBA.
Lechuga ha tenido que dejar atrás a su madre, a su familia, al país que lo vio crecer como profesional y terminó escupiéndolo. "Ya en Cuba mi vida era muy precaria, yo allí ya no tenía el equipo de gente que siempre me ha apoyado. Lo único que hacía en Cuba era tomar alcohol, iba a perder los dientes y yo soy un poco presumido", dice sonriendo.
Lechuga, conocido por películas como Melaza y Santa y Andrés, acaba de publicar Ni Santa, ni Andrés con Adriana Normand, quien fue la coautora y, según Lechuga, escribió más que él. "Fue triste no tener a Adriana en La feria del Libro de Madrid conmigo, ella es la que más ha trabajado, por lo demás muy linda experiencia. En Madrid está todo el mundo".
"No sé hasta qué punto Ni Santa, ni Andrés puede funcionar para alguien que no conozca la película. El libro es el recorrido, el arco dramático de lo que les pasa a dos realizadores, en este caso a mí y a mi productora Claudia Calviño, con respecto a la censura de la película Santa y Andrés".
Lechuga revivía los demonios del pasado cuando se sentaba a escribir la historia que cuenta este libro. "Gracias a Dios estaba ahí Adriana, por eso está escrito, en su mayoría, en tercera persona. Me dolía tanto y el nivel de impotencia era muy alto, por eso busqué una coautora, y quién mejor Adriana Normad".
Para el director, el libro puede ser "muy lindo para la gente que está empezando y que aún no ha tenido ningún problema con las instituciones culturales de la Isla. Todo esto sucede cuando no había el acceso a internet que hay hoy en Cuba, cuando no estábamos tan acostumbrados a lidiar con la Seguridad del Estado. Yo mismo guardé silencio por muchos años y eso no ayudó a sanar rápido".
"Esta es la historia de dos jóvenes que nunca han tenido un encuentro con la maquinaria cultural cubana. Habíamos hecho una película que habían tratado de censurar y ya con Santa y Andrés vinieron las reuniones con aquel ministro que no quiero ni decir su nombre, la Seguridad del Estado, etc."
El libro Ni Santa, ni Andrés se estuvo gestando durante un año. Lechuga cuenta que, después de las reuniones, en las que incluso llegaron a amenazarlo con la justicia por hacer una película, tomaban notas para no olvidar los detalles. "Claudia Calviño escribió muchísimo".
Sobre el sentimiento de saberse solo en un país sin justicia ni derechos, Lechuga cuenta que hubo mucha gente que los apoyó. "Siempre tendré que quitarme el sombrero ante Fernando Pérez y Haydée Milanés que estuvieron al ladito mío. Éramos un matrimonio, Claudia y yo, solos, que no queríamos decírselo a nuestros padres para no preocuparlos, y una nata de personas que querían ayudar, pero no confiaban en nosotros. De esos había dos o tres que nos apoyaban realmente, y el resto lo que quería era tumbar a Abel Prieto. Había una especie de guerrita interna, no sé si por tres litros de gasolina. Yo por cobarde e inexperto no hablé y siempre hay que hablar".
La película propia favorita de Lechuga, Vicenta B, ya está terminada, y se va a estrenar entre agosto y octubre de este año. Tenemos dos lugares que ya escogieron la película, pero no podemos decir. Tengo muchas ganas de que la actriz y todas las personas que trabajaron en ella la vean. De mis películas es la que me más me gusta"
Vicenta B, que ganó el premio de película en construcción de San Sebastián y el fondo cubano del ICAI, vino a demostrarle a Lechuga que podía seguir dirigiendo. "Después de lo que me pasó con Santa y Andrés no sabía si iba a volver a dirigir, si iba a poder hacer algo sin autocensurarme. No sabía si iba a estar bien. Todo lo que quiero relacionado con el cine está en esa película".
En Cuba Lechuga vivía de escribir textos para medios cubanos fuera de la Isla, como Hipermedia y El Estornudo, y como escritor fantasma de creadores de España que se les estancaba un guión o una historia.
"En momentos graves también pude dar clases en la escuela de cine de San Antonio de los Baños, pero después de cómo se portaron tras la protesta del 11J ya no era una posibilidad volver ahí".
Sobre los directores cubanos que hacen cine que no molesta a las autoridades, Lechuga dice que prefiere "vender pizzas a hacer una película sobre Raúl Castro en un momento en donde el país se esta desmoronando".
"Yo puedo entender que otro tipo de trabajador apoye aquello o se haga el ciego, pero que un artista que se diga artista se haga el de la vista gorda para poner una película en el cine La Rampa tres minutos, no lo entiendo".
Sobre lo que viene en el futuro Lechuga cuenta que está "trabajando con una persona bien importante acá. Estoy preparando una serie de vampiros en Barcelona. Por ahora tengo que esperar los papeles, ya veré si sale esto o tendré que trabajar en algo que no es lo mío, pero no tengo miedo".
En España tendrá libertad para crear, otra cosa es el dinero. Mucho del cine cubano actual se financia desde fuera, particularmente España, pero ahora él ya no es un cineasta cubano en Cuba pugnando por financiar su arte 'povero' y reprimido sino uno más de los sepetecientosmil aspirantes a financiación para sus películas que hay en España. Suerte con eso le deseo.
Cuando un creador intenta ser independiente y tener voz propia sin disponer de capital en una sociedad libre, o carecer de influencias poderosas y afinidad en un modelo fascista, debe hacer concesiones, a veces honerosas, que incluso pueden lastimarlo.
Entonces aparece la sublimación estética como una compensación, pues para nadie es un secreto que arder en el infierno puede ser productivo para el arte. El señor Lechuga es joven y tal vez no sienta el derrumbe épico actual, un escenario privilegiado para la creación.
Realmente buen cine se hace en toda circunstancia, sea en la comodidad de un palacete, una buhardilla o en las sucias, reprimidas aceras habaneras. Eso sí, preferiblemente con una buena cámara, sea Red o Arri, 8K preferiblemente y mucho talento.
Al rato se aparece por aquí alguna de las yeguas que relincha por contrato a favor de la dictadura a decir que Carlos Lechuga "no es un artista", o que "hace películas muy malas", etc...
Herr Euler___ ¿Se se está referiendo usted a la Chancla, Santico o Papo el Camelias? Equinas todas
All of them, Amadeus.