El cantante cubano Pancho Céspedes, quien se está en España con una gira de conciertos íntimos que arrancó el pasado mes, ha dicho que en "Cuba se está reprimiendo a las personas de una forma tremenda" en una entrevista con el diario aragonés Heraldo.
El cantautor, que inició su gira en el festival Badajoz Suena afirma que lo que hay en la Isla "no es una ideología, es una aberración. Yo hace 30 años que salí de allí y ni me dejan entrar. Desde hace 20 años vivo en Cancún. Antes residí en Miami, pero mis amigos se volvieron muy extremistas y a mí los extremos no me gustan".
Céspedes asegura que no ve como una posible solución la política que pueda seguir el presidente de turno de los EEUU. "No creo en la política exterior de EEUU, porque no van ahí con bondad. Lo que hizo Obama fue un juego y una mentira. En Cuba hay hambre, literal. Y si dices que tienes hambre te encarcelan. Son unos abusadores".
Preguntado sobre las candidatas vacunales cubanas, el cantante cuestiona el nombre de los fármacos y su eficacia. "¿Cómo le puedes poner a una vacuna el nombre de Soberana? Ya es para sospechar. Y a la otra Abdala, el poema de José Martí, nuestro apóstol. Utilizan los símbolos, no cambian el método. Es lo que más me asombra".
Céspedes, de 65 años, también habla de cómo ha cambiado su estilo de vida. "Todavía me veo bonito en el espejo. Me gusto y me soporto. Lo que uno lleva dentro se proyecta. Y a mí me gusta verme, no mirarme. Viéndome con el alma me encuentro bien. Y algunas mujeres también opinan lo mismo", dice entre risas el cantante.
La Vida Loca, título de una de las canciones más emblemáticas del artista, también fue la frase que Céspedes llevó como bandera en su juventud. El cantante dice ya no poder ni con un día de "orgías" y, además, que no le interesa.
"Sigo prefiriendo entregarme al placer y al pecado que a la santidad. Lo que soy es más cuerdo. En cuatro años fui reduciendo aquella gordura infernal que yo tenía. Terminaba un concierto y tenían que ponerme oxígeno. Estaba en peligro de muerte. Y mis hijos me caen tan bien que quería disfrutarlos. Cambié de vida. Pero no soy ningún gurú como para decirles a los demás lo que tienen que hacer. Al ser humano le encanta ser religioso. Hay ideologías políticas que son como sectas", concluye Céspedes.