Una retrospectiva de la obra de la pintora estadounidense Alice Neel, quien fuera esposa del vanguardista cubano Carlos Enríquez, se exhibe hasta el 1 de agosto en el Metropolitan Museum of Art (Met) de Nueva York, y luego saltará a Bilbao, en justo reconocimiento a una fructífera trayectoria.
Se trata de Alice Neel: People Come First (la gente es lo primero), una exposición con la que la artista fallecida debutará en España, específicamente en el museo Guggenheim de Bilbao, con curaduría a cargo de Kelly Baum y Randall Griffey.
La retrospectiva está dividida en ocho secciones que recorren la relación de Neel con la pintura abstracta, el género del bodegón y el pasaje urbano, algunas fotografías personales, algunas publicaciones en revistas de izquierda, dibujos de su hogar y naturalezas muertas.
Sin embargo, lo más numeroso e intenso de esta muestra son los retratos a sus amantes, familiares, amigos, vecinos en el barrio neoyorquino de Harlem del Este, dirigentes políticos, artistas queer y migrantes de todo el mundo que caían en la capital cultural estadounidense, precisó Infobae.
El título de la retrospectiva nace de unas palabras que dijo la pintora en una entrevista en 1950: "Para mí, la gente es lo primero, por eso he intentado reivindicar la dignidad y la incesante importancia del ser humano".
Hacía 20 años que no se hacía una retrospectiva de Neel en Nueva York, quien comenzó en el mundo de la pintura tomando clases en el programa de Bellas Artes de la Escuela de Diseño para Mujeres de Filadelfia.
Cuando todos los pintores estaban sumergidos en el arte abstracto, ella se empezó a inclinar por el arte figurativo, el realismo como el que hacían los pintores que luego integrarían la llamada Escuela de Ashcan aunque lo suyo, que tenía un brillo raro, deforme, grotesco y a la vez tierno, estaba en el cruce entre realismo y expresionismo.
Cuando Alice Neel se graduó conoció al pintor cubano Carlos Enríquez y se casaron enseguida, en 1925. Se fueron a vivir a La Habana, en una mansión con sirvientes, rodeados de escritores, artistas, músicos, influidos todos por una conciencia social, ligada a las vanguardias estéticas y políticas.
En La Habana tuvo Neel su primera exposición individual y también su primera hija. Santilla Enríquez nació el 26 de diciembre de 1926.
La pintora participó del XII Salón de Bellas Artes con su esposo y algunos de los pintores que formaron parte del Movimiento Vanguardia Cubano: Eduardo Abela, Víctor Manuel García Valdés, Marcelo Pogolotti y Amelia Peláez.
El matrimonio decidió partir hacia la naciente cumbre artística de la época: Nueva York. Pero allá, una vez instalados, antes de que la niña cumpliera un año, murió de difteria, al igual que había ocurrido con el hermano de Alice Neel, Hartley. Fue un trauma para la joven madre, que logró superar pintando. Dos años después nació su segunda hija, Elisabetta.
Carlos Enríquez le dijo que se iba a París a buscar un lugar pero, en cambio, tomó un barco a Cuba con la niña.
Desesperada, Neel intentó suicidarse. Estuvo un año internada en el sector de suicidas del Hospital General de Filadelfia. Allí pintó algunas obras. "Alice amaba al miserable en el héroe y al héroe en el miserable. Ella vio eso en todos nosotros", dijo Ginny Neel, su nuera, mucho tiempo después.
En 1959, después de varios años desaparecidas sus obras de las galerías estadounidenses por sus acercamientos al marxismo en plena era de macartismo, el director de cine Robert Frank le pidió que apareciera en su película beatnik Pull My Daisy (1959) junto a un joven Allen Ginsberg. Su obra empezó a ser revalorizada a tal punto que se volvió un ícono feminista. Para mediados de los 70 era una de las grandes artistas de su país.
La crítica de arte estadounidense Roberta Smith definió a Alice Neel como "una figura de culto, una feminista temprana, una bohemia innata, una antigua realista social, una activista de toda la vida y una pintora incondicionalmente representativa que persistió con valentía".
Llegaron los premios, los fanáticos que celebraban su obra, los críticos que la aclamaban. Estaba en un punto alto de su carrera, no solo en términos de popularidad sino también en cuanto a su técnica, cuando murió el 13 de octubre de 1984 en Nueva York. Tenía 84 años.
En la obra de Alice Neel hay retratos de trabajadores, amas de casa, niños, bebés, activistas, pobres, intelectuales, músicos, pintores, escritores, críticos de arte, artistas queer.
Tenía un gran interés por la maternidad, de ahí que priman retratos de mujeres embarazadas, pero también de madres, y de las relaciones amorosas. Se interesaba, sobre todo, por los anónimos.
Cuando pintaba a figuras conocidas, como fue el caso de Andy Warhol, se encargaba de desarmarlos hasta volverlos anónimos, como el resto de la sociedad.