Rachel Gutiérrez ha ido de las artes plásticas y la fotografía a arreglar bicicletas, practicar artes marciales mixtas, hacer vitrales… Toda esa energía y esa fuerza interior que posee las vierte esta cubana en sus lienzos, logrando una obra expresiva, disidente y feminista.
Dibuja desde los 13 años. "De niña siempre lo hice, pero me di cuenta que mi interés por el dibujo iba más allá del entretenimiento", dice en entrevista con DIARIO DE CUBA.
"Fue algo que cuando comencé a hacer supe que nunca más iba a dejar. Aunque la vida me lleve por los caminos que me lleve, la pintura siempre me acompañará".
Háblame he tus experiencias en el vitral y la restauración
Aprendí a hacer vitrales en la escuela taller de La Habana, a los 18 años. Cuando salí del pre no cogí directamente la universidad, sino que decidí pasar una escuela de oficios porque creo que tener un oficio siempre es algo importante y más uno tan olvidado como el de vitralera.
Este paso en mi vida creo que fue de los más importantes. Aprendí muchísimo en esos dos años y no me arrepiento en absoluto de haber ingresado tarde en la universidad. Creo que a la universidad se debe entrar con una madurez mayor de la que se posee a los 18 años. Así que fue ideal ese escalón.
Por otro lado, la restauración es un trabajo complejo. Lleva mucha paciencia y dedicación. Es algo a lo cual, si no eres paciente, no puedes dedicarte. La restauración me dio esa dosis de paciencia que me faltaba. Me enseñó que cuando queremos la perfección debemos ir poco a poco.
¿Cómo empezaste en la fotografía y la pintura?
A la fotografía analógica llegué a través de un taller que pasé en la universidad y en el que descubrí un mundo desconocido para mí. Un mundo mágico y muy interesante. Con miles de posibilidades de experimentar y crear.
Poco a poco me fui interesando y adquiriendo cositas hasta lograr hacerme de un cuarto oscuro. La fotografía la veo como un campo en el que estoy todavía en puntas de pie. Quiero dedicarle más tiempo porque tengo muchas ideas en mente que no he podido hacer. El único problema de la fotografía analógica son los materiales, son caros e inexistentes en Cuba.
Espero que algún día estén más al alcance y se pueda esparcir esta manera de hacer fotos, para que quien quiera experimente y se acerque a ese mundo tan fascinante.
De la pintura siempre me ha interesado mucho el retrato. Me interesa captar la expresión del retratado, hago mucho autorretrato y trabajo el tema de identidad de género. Me interesa mostrar una pintura desprejuiciada, rica en colores y atrevida.
Cuéntanos un un poco sobre esa línea de trabajo que sigues, donde se reflejan temáticas relacionadas al feminismo y las tendencias Queer.
Busco mostrar un mundo que hasta ahora ha sido bastante marginado, como es el tema de lo queer dentro del arte. Me interesa hacer arte queer porque creo que es una postura de cuestionamiento ante todo y, si de cuestionar cosas se trata, llámenme a mí.
El tema de género me toca de cerca y siempre he creído que está muy polarizado cuando en realidad todos tenemos de todo un poco. Soy de las que creen que los sistemas binarios excluyen. Creo que hay miles de géneros o, mejor dicho, ninguno. El género es una ficción.
Tengo entendido que durante un tiempo fuiste mecánica de bicicletas
Si. Mientras estudiaba en la universidad tenía tiempo durante el día para hacer otras cosas. La bici siempre me gustó mucho. Recuerdo que aprendí a montar en un día, me enseñó mi madre. La bicicleta está muy ligada al feminismo, a la libertad y al futuro. Entonces, si soy tan fan de las bicis, tengo que saber arreglarlas por si tengo una avería en la carretera. Por eso fue que entré en el taller.
Es un taller dedicado específicamente a arreglar bicis y a motivar el uso de las mismas. Se llama Velocuba y ahí aprendí desde cómo se aprieta y afloja una tuerca, hasta dónde van los balines que hacen girar la rueda correctamente. Le debo mucho al taller y a las muchachas que lo dirigen. Es un proyecto de mujeres.
Tenía entendido que fue el artista plástico Luis Restoy, también compañero tuyo de estudios, quien te enseñó a montar bicicleta…
Para nada. A él lo enseñé yo. Te lo puede rectificar él mismo.
Bueno, habrá que hacer algo especial entre ustedes y confrontar versiones...
Ojalá.
¿Cómo es un día normal tuyo?
Los días son bastante diferentes unos de otros, depende de qué tenga que hacer. Me levanto temprano y desayuno —disfruto mucho esta primera comida del día— me pongo a trabajar, ya sea en algún vitral o en la pintura. Pongo música casi siempre. Soy fanática a trabajar con música.
A veces tengo que hacer interrupciones para hacer alguna labor doméstica pues vivo sola y todo lo hago yo, desde poner un bombillo hasta freírme un huevo. Ya en la noche leo algo. Un artículo, el libro de turno, etc. Y casi siempre duermo en las noches. Me considero más diurna que nocturna. Me gusta la noche para dormir y la energía del sol para trabajar. Aunque puedo hacerlo también al revés.
Qué ventajas y desventajas tiene para ti hacer arte en Cuba
Es una pregunta compleja. El arte en esencia es de por sí un lugar donde todo se cuestiona. Entonces, respecto a esto, el arte se ve limitado en nuestro país por censuras, barreras y trabas. Sobre todo en el contexto actual, aunque siempre el fantasma de la censura ha estado presente en el escenario artístico cubano.
Por otro lado, los cubanos tenemos un reloj que camina más lento dentro de la Isla. Lo cual es fatal para muchas cosas, pero a la vez da chance a realizar otras que quizás en diferente contexto tendrías que dejar para luego.
Me refiero a que el tiempo aquí es como un chicle, a veces te sobra y otras no tanto. Pero en esos momentos en que se estira se aprovecha y se hace arte, que es para lo que estamos. Creo que todos tenemos algo de artistas. La vida misma es arte en sí. Más la vida del cubano actual.