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Arte

'Lo que es, es lo que ha sido': Reynier Leyva Novo propone repensar la figura del héroe en Cuba

La galería El Apartamento acoge una exposición del artista que cuestiona el uso de los símbolos por el poder para validarse, validar su discurso y llevar a cabo sus propósitos.

La Habana
Obra en la exposición 'Lo que es, es lo que ha sido', de Reynier Leyva Novo, en la galería El Apartamento, de La Habana.
Obra en la exposición 'Lo que es, es lo que ha sido', de Reynier Leyva Novo, en la galería El Apartamento, de La Habana. El Apartamento

Contra viento y marea, la galería cubana El Apartamento inauguró la exposición personal Lo que es, es lo que ha sido, de Reynier Leyva Novo. Este proyecto debió desarrollarse entre diciembre de 2020 y marzo de 2021, pero las circunstancias epidemiológicas obligaron a reprogramarlo.

Conformado por dos capítulos y un epílogo, el primero de ellos, "Ni mármol ni suspiros (Los fundamentos de la nación)", constituye una de las pocas muestras que se han podido disfrutar en los últimos meses en La Habana de modo presencial.

En gran parte de su obra, Leyva Novo se ha interesado en la Historia de Cuba, quizás, cual si fuera un tarotista, porque a través de su interpretación pretende mostrarnos cómo la historia nos puede conducir a un autoconocimiento mayor. Utilizando diversos lenguajes artísticos, Novo ayuda a develar parte de ese "inconsciente colectivo" del que somos resultado.

"Ni mármol ni suspiros" propone repensar la figura del héroe y cómo todavía en el presente dicho arquetipo continúa siendo empleado por el poder imperante en Cuba para validarse, validar su discurso y llevar a cabo sus distintos propósitos.

Como si estuviéramos haciendo un recorrido por un atrio romano, en la exposición vemos bustos de algunos de los más relevantes héroes de nuestras guerras de independencia. Al igual que en la antigüedad griega y romana, y en subsecuentes etapas de la Historia, el material que constituyen las piezas escultóricas es el mármol: símbolo de eternidad, resistencia, elegancia, grandiosidad, fuerza, belleza. Sin embargo, estas esculturas no existen físicamente, sino como proyecciones de video-mapping.

Quizás algunos piensen: "Si estamos en el siglo XXI, este el nuevo modo en que serán representados nuestros héroes". Pero el recurso virtual no es casual, ni meramente estético, ni empleado como tecnología de moda. Es el cuestionamiento de Leyva Novo ante esas doctrinas autoritarias que presentan los símbolos patrios, los conceptos y arquetipos de la nación como algo estático, completamente sagrado, inmaculado, casi intocable o inalcanzable.

Como esas proyecciones, nuestros héroes, atributos identitarios, la historia y la nación, constituyen entonces las proyecciones de un imaginario colectivo que se matiza en cada una de las individualidades que lo componen. Vivo, heterogéneo y siempre cambiante, consecuencia de las propias circunstancias históricas, sociales, de principios éticos, de la educación, entre otros tantos factores.

El héroe es considerado como tal por diversas razones que han ido variando o se han ido modificando en el transcurso de la Historia, según los distintos contextos culturales. Motivo por el que Leyva Novo nos recuerda que en cualquier momento este arquetipo nos puede sorprender tambaleándose casi como si fuera a caer. Esto último no llega a suceder, ya que gran parte de los ideales, valores y virtudes de la humanidad están proyectados en "esa figura", pero esos breves movimientos que nuestra percepción percibe en ella, revolucionan nuestra "visión" de la realidad circundante, de la propia figura heroica y, finalmente, de nosotros.

La otra obra de esta primera etapa de la exposición, y que da nombre al proyecto, se enfoca en el Héroe Nacional. Leyva Novo parte de una réplica de la conocida cabeza de José Martí, obra de Juan José Sicre, quien fuera uno de los principales exponentes de nuestra escultura monumentaria, y quien supo representar "lo nacional" a partir de una visualidad moderna. Pero lo que podemos apreciar realmente es el desvanecimiento de este rostro, el resultado de que la cabeza fuera sometida a 350 capas de pintura (el proceso está recogido en un video).

Esta instalación nos puede descubrir haciendo conexiones con aquellas escenas de La muerte de un burócrata en que una maquinaria construida por un "obrero ejemplar" reproduce el busto martiano un sinnúmero de veces. Hoy en día, esta reproducción en serie de la imagen martiana continúa y, obviamente, para ello se emplean los materiales menos costosos para la industria (yeso y hasta plástico).

Partiendo de un pensamiento socialista que prioriza la masividad ante la calidad, y las grandes cifras que justifiquen "logros" para opacar la precariedad real, el busto martiano sigue siendo clonado para que de este modo pueda haber uno en la mayor cantidad de lugares de nuestra Isla. Si es posible, como se refiere en el conocido filme, "las metas debían permitir que cada familia cubana tuviera un rincón patriótico en su casa".

Aún cuando no se ha llegado a cumplir esa absurda utopía, podemos encontrar un "rincón martiano" o sencillamente el busto de José Martí en los sitios más insospechados, quedando así muchas veces su figura atrapada en una esquina, en ocasiones hasta oculta a la vista. Y aunque casi podamos chocar con el busto, su significación ha sido envuelto en capas y capas de discursos tautológicos, apoyaturas de un poder que no posee un pedestal real sobre el cual erigirse y sostenerse.

Esa desnaturalización y cierta abstracción del rostro martiano en la obra de Leyva Novo, recuerda las múltiples imágenes deformes de este y otros tantos héroes nacionales que encontramos a menudo en nuestros recorridos diarios; metáforas, caricaturas de la distorsión y enrarecimiento del "proceso revolucionario" cubano que ha sido cementado y estancado en los moldes de consignas y propagandas que automatizan el pensamiento.

En cada constructo, en cada ideal de héroe se encuentran nuestras propias proyecciones. Como en el tarot, nosotros encarnamos al héroe, el cual solo puede llegar a consumar su viaje luego de vencer arduas y casi imposibles batallas externas e internas, de lograr las transmutaciones y transfiguraciones necesarias que le permitan realmente conocerse a sí mismo. El héroe también es ese "loco" que ha logrado acumular y asimilar una experiencia, y que al mismo tiempo tiene el valor de emprender un camino nuevo rompiendo viejos esquemas.

Quizás el 8, desde una perspectiva numerológica contenido en el 350 (cantidad de veces que se pintó la cabeza de Martí), nos sugiere de un modo secreto la necesidad constante del comienzo, la transición, la justicia, la perseverancia, la resurrección y el infinito.

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