Abel Arcos es guionista, escritor y desde hace varios años profesor en la Universidad de las Artes de Guayaquil, en Ecuador.
Cazarlo resulta difícil, pero aún más complicado es retenerlo para una conversación online. Siendo una de las principales voces en el cine y la literatura de su generación, se muestra muy poco. Sin embargo, desde su escondite en Guayaquil, sigue contribuyendo al desarrollo del cine cubano independiente y a su universo literario.
Los que deseen conocerlo a través de sus guiones lo pueden encontrar en películas como La piscina, La Obra del Siglo, Los lobos del Este, Agosto, entre otras. O también le pueden escudriñar leyendo sus novelas 9550, una posible interpretación del azul e Informe sobre el Estrecho de la Florida Parte II.
Lo que viene a continuación fue una pequeña emboscada.
¿Por qué eres tan reacio a las redes sociales?
No soy tan reacio, comparto cosas en Facebook y le doy like a tus entrevistas.
Creo que en el oficio del guionista hay mucho de tirar la piedra y esconder la mano. Los buenos guionistas dejan muchas piedras disponibles y más que señalar hacia donde lanzarlas, provocan cómo hacerlo. Háblame un poco de las tuyas, de las piedras que has dejado en tus guiones.
Sí, la invisibilidad debería ser lo primero que enseñen en las clases de Guion, porque si un guion se hace evidente en una película, no siempre pero sí casi siempre, esa película es mala.
Lo que pasa es que no hay taller, instituto o universidad de Guion donde te asomes y no te zumben un Robert Mckee o semejante por la cabeza. Creo que cuando Pedro Costa dice que el origen de todos los males, las injusticias y perversidades del mundo del cine está en el guion cinematográfico, se está refiriendo a estos manuales y su jerga.
En cuanto a las piedras a veces se lanzan solas, al menos las mías ya venían incluidas en el paisaje. La piscina, La Obra del Siglo, Agosto, Los lobos del Este, son geografías antes que historias.
¿Qué te gusta mostrar en clases a tus alumnos?
En general, películas que contradigan lo que traen memorizado, alejarlos un poco de Hollywood que no es tan fácil, yo con la edad de ellos también andaba así. Trato de mostrar ejemplos y no fórmulas, que les entre que muchas veces una película nos resulta aburrida o lenta únicamente porque aburridos y lentos somos nosotros.
Retomando la idea de que los guiones son geografías antes que historias, me gustaría que me ilustres lo que para ti a esas geografías no les debería faltar.
No todos los guiones son geografías, los guiones pueden ser lo que ellos quieran.
Lo que no le debe faltar uno lo va viendo conforme se adentra en esa geografía, es un proceso y no un efecto. Soy contrario como docente y como guionista a las "lluvias de ideas" que no deben faltar en una clase de Guion. Las ideas son necesarias, pero no tan importantes. Me pasa que son lo primero que muta y se desdice mientras avanzo en un guion. Al final de todo el proceso, queda con suerte un rastro de lo que fue una "iluminación".
¿Qué es para ti esa iluminación inicial?
Lo veo más como un estado de ánimo, sé que entré en un guion por cómo me siento frente a él. Esto para mí al menos ocurre cuando encuentro su tono y no tanto al resolver la historia. A no ser que me paguen por hacer lo contrario, trato por todos los medios de no saber el final de un guion desde el inicio.
¿Cómo sabes que se aproxima el desenlace de la historia si desconoces el final del viaje?
Cuando ocurre una comprensión, mía y del personaje (no necesariamente en ese orden).
Para no hablar de las nuestras, traigo Agosto. Agosto cuenta la historia de Carlos, un niño durante el verano del 94 etcétera… y esa comprensión ocurre cuando él decide ver por sí mismo aquello que hasta ahí ocurría de fondo. Allí encuentra a una mujer que se lo singa, Agosto va de una toma de conciencia, dejar de ser virgen es ser consciente.
Por supuesto, ya sabes que nada de esto hace mejor a una película, una película depende de un montón de vectores y el guion es solo parte.
En mi caso, cuando me enfrento a una película ya terminada de la que fui guionista, siento que voy a la costa para ver si entre las olas observo flotar algunas de mis ideas. ¿Cómo te sucede a ti?
Regreso poco, los estados de ánimo son transitorios, cuando se va ya quiero el siguiente. Esa proyección tuya en una costa es más la de un director creo, pues los directores en realidad van del pi a pa en el proceso, mientras un guionista por lo general ya está en otro guion cuando por fin se estrena la película del anterior.
¿Qué novela estás escribiendo ahora mismo? ¿Qué exploras en ella?
Hablar de guiones es más fácil…
En corto, Nassau es como un diario de lo que pensaba y me pasaba entre 2018 y el coronavirus, por tanto está tramado con lecturas de Marosa di Giorgio, Giorgio Manganelli, Rubén Martín Giráldez, Manuel Arroyo-Stephen, Eduardo Espina, Leminski, Kozer, Copi, Octavio Armand, Carlos A. Aguilera, Filloy, Fermín Gabor, Pedro Marqués de Armas y más, con vivencias de uno y en las que uno se imagina.
Nassau va sobre el tráfico de cuerpos, de influencias, de sintaxis, y ya hacia adentro, si un párrafo suena a como yo lo siento así queda aunque arrastre asonancias, algún gerundio feo y etc. Nada nuevo ni de ayer… En largo, no sé aún, aún reviéndolo y borrando huellas, porque en verdad hay gerundios que pueden ser insoportables, yo leí que un día a Borges le quisieron leer Matando enanos a garrotazos y se negó a escucharlo por no soportar un libro cuyo título iniciaba un gerundio, aunque va y esto no fue tan así porque se lo leí a Fogwill.
¿Es cómo un remix literario? ¿Qué te traes de alguno de ellos?
La verdad, ojalá y fuera más remix, porque quiero mucho los libros de todos esos nombres y más. Incluso quiero siempre que ellos vengan conmigo, pero una vez adentro se está solo ahí y al final el único culpable de Nassau es uno. Y claro, releo y reconozco un tono o palabra que sé perfectamente de donde provino, que ni siquiera tiene que ser directamente de ellos sino que pueden ser coordenadas de lectura, libros sobre los que ellos escriben, y naturalmente uno se va tropezando con cosas por su cuenta o por cuenta de otros que no mencioné más arriba.
Lo que encuentro en los ensayos de Octavio Armand o en Hotel Telégrafo de Marqués de Armas o en Carlos Aguilera es un envés, envés del montón de tarecos mohosos que traía en la cabeza cuando salí de Guanabo, y seguro ellos lo habrán encontrado en otros cuando igual salieron de Cuba.
Nassau es una reducción, en páginas y geográfica, lo que nació en el Este con 9550, una posible interpretación del azul, y se redujo luego a un charco en Informe sobre el Estrecho de la Florida II, se ha apretado ahora en Nassau.
¿Qué viene ahora?
Tres guiones.
La naturaleza de Elohim, uno de los artefactos fílmicos de Rafael Ramírez, sobre el universo Kozer, en el que solo he puesto el merengue, todo ya estaba en su cabeza y en el sitio Mundus Subterraneus, que aprovecho para recomendar vivamente.
Luego también ando en algo con Marcel Beltrán, que no cuento más porque aún no está maduro.
Y nuestra siberiada Волга 24 que ya está crecida.
Me gustaría que me contaras la historia detrás del tatuaje del lobo que tienes en el hombro.
Ahora no puedo, tengo clases…