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Cine

Una cineasta 100% cubana

'Esa noche comprendí que el cine cubano padecía de muchos prejuicios, el de tener que circunscribirse a una geografía, el habanocentrismo y el de haber desestimado el talento de sus mujeres cineastas.'

Madrid
Fotograma de 'Tierra roja'.
Fotograma de 'Tierra roja'. Radio COCO

Tierra roja es un cortometraje que disfruté por primera vez durante la Muestra de Jóvenes Realizadores en el año 2008. En aquel evento resultó ganador y recuerdo que algunos cineastas que asistieron a la clausura no entendían como una película rodada fuera de Cuba se podía alzar con el máximo galardón en un certamen que había surgido para promover el cine independiente de la Isla.

Esa noche comprendí que el cine cubano padecía de muchos prejuicios, entre ellos el de tener que circunscribirse a una geografía inequívoca; el acostumbrado habanocentrismo y el de haber desestimado por mucho tiempo el talento de sus mujeres cineastas. Que Sara Gómez sea reconocida hoy en día no es sinónimo de avance, aún queda mucho marabú por desmochar.   

Diez años después de aquella proyección volví a ver Tierra roja, el mismo día que conocí personalmente a su directora Heidi Hassan. En este segundo encuentro le presté especial atención a la narración en off, que además de ser el hilo conductor de Tierra roja es también la esencia de su caligrafía cinematográfica.

El poder de Hassan radica precisamente en saber cuánto eco y profundidad le puede otorgar a sus imágenes. Hay cineastas que si no tienen presupuesto no pueden hacer sus películas y terminan ahogándose; cuando la veo a ella trabajar sé que en su caso nunca será así porque sabe como darle profundidad a sus imágenes con algo que tenemos todos, pero que muy pocos realmente sabemos usar, nuestra voz.

Tierra roja nos acerca a las peripecias de una latina X que ha tomado la decisión de no regresar a su país. La anécdota es afín para Cuba, pero la historia no presume de esto y se centra en la relación a distancia de una madre con su hija y en la inmersión que hace su realizadora —artífice de su mundo interior— en la psiquis de esta migrante universal.  

En el cortometraje la protagonista es observada a través de un tele-objetivo al puro estilo documental de naturaleza. Su personaje es un pájaro en movimiento que se mueve en bicicleta de un lugar a otro en su nuevo hábitat, su país de acogida. Pero lo que hace Tierra roja suigéneris es que Hassan filma a esa madre como quien tuvo el deseo una vez de espiar a la suya. Está satisfaciendo un deseo-imposible de su adolescencia mezclado con su propia realidad cuando ella misma emigró a Ginebra. Su cortometraje es una ventana construida para contemplar la cotidianidad de una madre que, como la suya y tantas otras, tomó la dura decisión de vivir separada de sus hijos y paga un precio demasiado alto por darle a sus hijos lo indispensable para vivir.

Pero el seguimiento de Hassan no se queda ahí, la directora-guionista y también montadora, da un paso más allá y se cuela en la mente de su protagonista. En el terreno de los pensamientos (en su salsa) donde se siente más cómoda y desde donde va a continuar cavando en lo profundidades de esa vida; explorando con la narración en off dos direcciones en un mismo relato. Dos trayectos, que se articulan magistralmente en esta delicia de película en donde fluyen las palabras y las ideas como si estuviesen embadurnadas con aceite de coco u otro lubricante.

Para lograr esto, Hassan bifurca la narración off en dos registros. Con el primero, con un tono pragmático y naturalista, nos cuenta cómo es la relación entre ella y su hija y nos aproxima a la realidad de un país que no ha conseguido dejar atrás. Haciendo énfasis en que el cuerpo de la protagonista puede estar en Europa, pero dejando claro que su mente aún está anclada a su país de origen. El segundo registro es un susurro, que sitúa al personaje frente al espejo y lo obliga a mirarse por dentro. Hassan aquí pone al desnudo a su personaje y con él, a ella también. Dejando en el aire una duda que la acompaña siempre: ¿Será capaz de sobreponerse a las secuelas —también las invisibles— que deja la migración?

De Tierra roja se podría hablar largamente, por el momento solo me queda decir que es una película de resistencia cultural a la que vale la pena regresar cada cierto tiempo. No recuerdo quienes integraron el jurado de aquella edición de la Muestra del 2008, pero gracias a ellos se reconoció y comenzó un nuevo capítulo para el cine cubano independiente. Un camino que aún hoy en día son muy pocos los cineastas que lo han explorado. Me refiero a contar Cuba desde fuera, a enriquecer nuestra mirada y a dejar de ser isleños sin dejar ser cubanos.


Tierra roja, de Heidi Hassan, puede verse aquí.

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