"Las personas no trabajan toda su vida para al final depender económicamente de sus hijos. Si esa es la moraleja de esta Revolución, entonces la Revolución no valió la pena", dice Agustina Roque mientras hace la cola en La Habana Vieja para comprar dos libras de un embutido "que no sabe uno si es mortadela, jamonada o picadillo".
Jubilada después de trabajar más de 30 años como educadora en círculos infantiles, su chequera sufre "un divorcio perpetuo" con los precios del pollo, de la carne de cerdo o del pescado. Depende mayormente de croquetas, medallones, o hamburguesas, "productos que es mejor no saber qué ingredientes llevan".
"Mis hijos no tienen obligación ninguna de mantenerme económicamente. Se deben a sus vidas y a las familias que conformaron. Se supone que luego de décadas de trabajo cada persona pueda sustentarse con la retribución que se deriva de esos años de servicio. ¿O de qué valieron todos esos años entonces? ¿Qué significa trabajar? ¿Acaso en la sociedad socialista el trabajo es un mero aporte que luego te convierte en un mantenido, en un subvencionado, en un lastre para esa familia que educaste para que fuera independiente y emancipada a través del trabajo honrado?", cuestiona Roque.
Según el Artículo 31 de la Constitución vigente en Cuba, el trabajo es un valor primordial de la sociedad. "Constituye un derecho, un deber social y un motivo de honor de todas las personas en condiciones de trabajar. El trabajo remunerado debe ser la fuente principal de ingresos que sustenta condiciones de vida dignas, permite elevar el bienestar material y espiritual y la realización de los proyectos individuales, colectivos y sociales. La remuneración con arreglo al trabajo aportado se complementa con la satisfacción equitativa y gratuita de servicios sociales universales y otras prestaciones y beneficios".
Normalizando la dependencia
Personas de la tercera edad consultados para este reporte coincidieron en que el régimen cubano ha sido hábil "normalizando la idea" de que los jubilados, luego de años de trabajo, supongan una carga económica para sus familias. Lo cierto es que, en seis décadas y contando, en Cuba ni los salarios ni las pensiones de jubilación han alcanzado para cubrir los costos de la canasta básica. Ninguna reforma, reordenamiento o experimento ha logrado cambiar ese panorama.
"Gran parte de este pueblo asumió que los hijos tienen que mantener a sus padres trabajadores una vez que se jubilan. Hay que reconocer que la Revolución consiguió inculcar en nuestros hijos esa idea, como algo romántico, idílico. Y lo peor es que el pueblo compró esa idea", fustiga Hortensia Tresol, indecisa frente a un paquete de arroz importado que cuesta 800 pesos.
"Qué hijo no dijo a sus padres por aquellas décadas de los 70 y 80 que cuando fuera grande y trabajara les compraría una casa. Hoy esos mismos hijos tienen que comprarnos hasta el papel sanitario, y para eso muchos han tenido que emigrar. Se depositó confianza en la Revolución. Todos los que hoy tenemos entre 70 y 90 años depositamos confianza y entregamos 25, 30 y 35 años de trabajo. Y para lo único que han servido es para ver con tristeza que tu jubilación apenas alcanza para el arroz", lamenta Tresol.
Según el diario oficial Granma, el Ministerio de la Agricultura estaría trabajando en el rescate de las siembras de "arroz popular" que se extendieron durante la crisis económica de los 90. Orlando Linares Morell, presidente del Grupo Agrícola de este ministerio, admitió que la producción ha descendido dramáticamente en los últimos años debido a la falta de insumos y de combustible para respaldar las plantaciones. En 2024, por ejemplo, la cosecha solo alcanzó alrededor de un 30% de la de 2018, cuando en Cuba se sembraron 150.000 hectáreas y se obtuvieron 304.000 toneladas de arroz consumo.
Utilizando el eufemismo de "vulnerables" el régimen, por un lado, esquiva aceptar que en Cuba hay ciudadanos en la pobreza extrema, buena parte de ellos ancianos jubilados. Por otro, intenta aparentar que son prioridad para el Estado, cuando en realidad son víctimas de un apartheid económico cada más profundo. Con una pensión mínima establecida en 1.528 pesos mensuales, los jubilados, luego de trabajar más de 30 años, dependen de familiares radicados en el extranjero.
El economista Omar Everleny Pérez estimó, basándose en datos oficiales, que el costo de la canasta básica alimentaria mínima para dos personas en Cuba era de 24.351 CUP (202 dólares) al mes al cierre del año pasado, casi 16 veces la pensión mínima. El experto dijo que ese sería el monto necesario para adquirir una canasta de 17 productos básicos de alimentación (incluyendo los subvencionados por la libreta de racionamiento).
"Uno se siente traicionado"
Nila Mercedes Camejo depende totalmente de sus hijos para alimentarse y para comprar en el mercado informal los medicamentos para sus problemas de salud. 30 años de trabajo solo le alcanzan para sostener el vacío de su mirada y el llanto a flor de piel. Entiende que los hijos ayudan a sus padres en detalles puntuales, pero que la dependencia sea total, no.
"¿Cómo es que trabajé todos esos años y mi chequera de 3.200 no es ni la mitad de lo que cuesta comer con decencia 15 días?", cuestiona. "Con la edad llegan los achaques de salud. Y esos achaques de salud empeoran si no estás debidamente alimentada. Mis hijos tienen a cargo a sus respectivas familias, que incluye a mis nietos menores de edad, y no tenemos familiares en el extranjero. Hay días en que no logro explicarme cómo puedes trabajar 30 años y no tener qué comer. ¿Cómo es posible que después de 30 años mi jubilación solo alcance para comprar un cartón de huevos?".
Recientemente el ministro de Agricultura de República Dominicana, Limber Cruz, informó que su país está exportando a Cuba un promedio de 16,5 millones de huevos cada mes. Sin embargo, ese alimento ha pasado a ser un producto casi de lujo, en manos de MIPYMES y tiendas enfocadas en las familias cubanas con parientes en el exterior.
Para Armando Echenique, jubilado después de 30 años de trabajo como tornero, lo peor está por venir. Ante la incapacidad para encarar la crisis, el régimen cubano estaría contemplando convertir en ley el otorgamiento de tierras en usufructo a empresas y personas físicas extranjeras con residencia permanente en la isla, según consta en el Anteproyecto de Ley de Propiedad, Posesión y Uso de la Tierra presentado a la prensa por el Ministerio de la Agricultura.
"Entre la dolarización, las importaciones y las MIPYMES, qué vamos a hacer los jubilados. ¿En cuál lógica trabajas 30 años y en vez de vivir de tu jubilación terminas viviendo de las remesas?", pregunta Echenique.
"Realmente se siente uno traicionado. ¿Cómo puede sentirse alguien revolucionario con semejante estafa? Los años de trabajo son los mejores años de tu vida; los entregas porque sueñas que en tu jubilación tendrás la paz de haberse sido honrado y que con esa paz disfrutarás entonces la vejez. Pero terminas siendo un lastre para tus hijos, y la Revolución, campante. ¿Cuántos años cree la Revolución que vive un ser humano? ¿Qué otra vida tengo para darle tiempo a la Revolución para que entienda que ser vulnerable no es una retribución sino, repito, una traición?", concluye Echenique.
Desgraciadamente el drama de los mantenidos, va más allá de los jubilados, ya se ha ido convirtiendo en parte de la idiosincrasia del cubano, que considera que el ser mantenidos , no ayudados por sus parientes en el exilio, es una obligación.
No gritaron “que se vaya la gusanera”? “patria o muerte venceremos”? “paredón paredón paredón”? No tiraron huevos y excrementos en las casas de los que se marchaban? Bueno ahora JODANSE y vayan a llorar a maternidad.
La revolución los utilizó en " Marchas Combatientes","Días de la Defensa" ,trabajos" voluntarios" fines de semana y después del horario de labor.Si le sumamos el poco poder adquisitivo comparado con el dólar en cuanto a salarios,podemos decir que trabajaron como esclavos.El Saturno verdeolivo de Birán acabó con sus ancianos y a su mafia militar sucesora más bien les estorban...