El perfil bajo orientado por el régimen ante las recientes explosiones en un almacén militar en Holguín, hecho por el que continúan desaparecidas 13 personas, es evidente. A una semana del hecho, la discrecionalidad militar y la habitual opacidad de las instituciones estatales se ha impuesto sobre el derecho a la información que tienen los cubanos, y a la transparencia que deben seguir dichas entidades en sus protocolos de actuación.
Prueba de ello es que el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (MINFAR) no ofrece información del hecho desde el 10 de enero, cuando dijo que continuaba activo el proceso de explosiones, no mencionó la palabra "rescate" ni hizo alusión a la vida de los desaparecidos, cuatro oficiales y nueve soldados que, en contra de su voluntad, cumplían con el Servicio Militar Obligatorio y manipulaban explosivos sin la preparación ni la protección necesarias.
El MINFAR dijo, asimismo, que "en cuanto las condiciones lo permitan se accederá al lugar con todas las medidas de protección establecidas". Cuatro días después, no existe información pública sobre si han accedido al lugar, tampoco sobre las causas del hecho ni sobre los peligros reales que enfrentan los residentes del pequeño pueblo cercano. En lugar de ofrecer información veraz, el MINFAR ha redundado en la propaganda y ha publicado en su perfil oficial en Facebook mensajes como: "La invulnerabilidad militar de la Revolución cubana radica en el sistema de defensa territorial con la participación del pueblo".
"A una semana de las explosiones en la Unidad Militar de las FAR en Cuba, familiares denuncian que no han hecho nada por intentar rescatar o encontrar los cuerpos de sus hijos que pasaban el Servicio Militar Obligatorio", criticó el perfil de Facebook Revista Digital Escribiendo Gibara.
"El MINFAR le expresó a los familiares que no podían hacer nada para intentar rescatarlos por lo difícil de la operación, pero puede que haya algo más. En las imágenes de los fuegos tomadas por los pobladores de la zona, se puede observar aparte del humo gris, algo normal en un incendio, las llamas color naranja que pudieran delatar la presencia de agentes químicos, que tal vez estaban moviendo y manipulando sin el equipamiento y el vestuario requerido para esa labor", agregó.
Mientras 13 de sus efectivos están desaparecidos y, con toda probabilidad, fallecidos, y los peligros en la zona son evidentes, la institución castrense, en claro desafío a las múltiples voces que en los últimos días han criticado la obligatoriedad del Servicio Militar y han cuestionado que cada año miles de jóvenes cubanos, muchos de ellos menores de edad, sean expuestos a los peligros propios de manipular armamento obsoleto en unas infraestructuras deficientes y violando las medidas de seguridad establecidas, celebró que, este martes, se lleve a cabo en el país el Bastión Estudiantil Universitario.
"La preparación para la defensa de los estudiantes en la educación superior se inició en 1975", dijo y detalló: "Es una actividad de preparación que se realiza anualmente con los estudiantes del Ministerio de Educación Superior e involucra en su realización a todas las sedes universitarias del país".
Sobre los 13 desaparecidos y las explosiones tampoco ha dicho nada desde la semana pasada el primer secretario del Partido Comunista de Cuba en Holguín, Joel Quipo Ruíz, quien el 10 de enero replicó la escueta última nota del MINFAR al respecto, puso cuatro fotos de los evacuados y ha permanecido en silencio desde entonces. Tampoco ha dicho nada el gobernador provincial de Holguín, Manuel Francisco Hernández Aguilera, cuya última publicación en Facebook, de este martes, celebra los buenos resultados de una copa de baloncesto en el municipio Antilla.
Tampoco han ofrecido información sobre el hecho los gobiernos municipales de Rafael Freyre y Gibara, territorios aledaños al sitio de las explosiones. Los medios locales tampoco han centrado sus agendas en el hecho más importante ocurrido en la provincia en los meses recientes y tanto el periódico Ahora como la televisora TeleCristal han movido en otros sentidos sus flujos de información, como si hubiesen recibido la máxima directriz de "aquí no ha pasado nada".
Si este desastre tiene carácter público, toda vez que el fuego y la columna de humo fueron fácilmente visibles, y las instituciones estatales que tienen el deber de informar se comportan de este modo y ocultan, una vez más, información a los cubanos, ¿cuántos desastres más, que escapan al ojo público, han ocurrido y seguirán ocurriendo en entidades militares?
En tal sentido, el Consejo para la Transición Democrática en Cuba suscribió recientemente: "El riesgo de seguridad pública aumenta para las y los cubanos dada la magnitud de este desastre. Nos preguntamos si todos los estamentos del pueblo cubano están condenados a la precariedad por la falta de mantenimiento y cuidado de las instalaciones públicas".
