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Combustible

En medio de otra crisis con el gas licuado, el Gobierno anuncia la descarga parcial de un buque que llevaba semanas en el puerto

La operación no se había realizado antes por falta de pago.

La Habana
Gas licuado en Cuba.
Gas licuado en Cuba. Vicente de la O Levy / X

Los impagos del Gobierno cubano sirven, en buena medida, para explicar la crisis con el suministro de combustibles en la Isla, que se extiende a la gasolina, el diésel, el petróleo y el gas licuado, imprescindible, sobre todo para las labores de cocción, en muchas zonas de Cuba. En tal sentido, y como una muestra clara de la afirmación anterior, el ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, informó en su perfil de X que "después de varias semanas de tener el barco en nuestro puerto cargado de gas licuado, el suministrador accede a hacer una descarga parcial, a partir de los pagos que se han podido realizar".

Esto demuestra, en primera instancia, la falta de financiación del régimen para atender el suministro de combustibles y, además, el hecho de que las autoridades del sector contratan los barcos sin tener asegurado el importe correspondiente, lo que genera desconfianza en los proveedores y encarece la operación, pues los días de espera en el puerto deben ser abonados.

A pesar de que el ministro no indicó la ubicación del buque, por considerarlo un tema estratégico, la página de monitoreo de barcos Marine Traffic indica que el LPG Emilia, de bandera cubana, llegó a La Habana el 27 de septiembre y tenía previsto desplazarse a Matanzas tres días después. Según dicha página, el buque está atracado desde el día 30 en el puerto matancero.

Es este el único barco posible al que puede hacer referencia el ministro, pues el otro buque con gas licuado que visitó la Isla recientemente, el Fortunato, con bandera panameña, partió de regreso hace tres días con rumbo al puerto mexicano de Coatzacoalcos, desde el que había salido para hacer el suministro a Cuba.

La escasez de gas licuado, además de la corrupción y los altos precios, han mantenido en vilo a no pocas familias cubanas desde hace meses, toda vez que los continuos apagones tampoco permiten utilizar los equipos eléctricos de cocción.

Hace un año, en medio de una crisis similar con este producto, De la O Levy dijo: "Vamos a seguir restringiendo el gas licuado, ahorrando en nuestras casas, y cuando empiecen a llegar los combustibles viene un trabajo mucho más fuerte, que es la distribución, para que lleguen a las personas que lo necesitan". Ahora, como si en un año la situación no hubiese cambiado nada o hubiese sin dudas empeorado, el panorama vuelve a ser el mismo.

En Santiago de Cuba, por ejemplo, la reventa de gas licuado se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos, donde el acaparamiento y los cambalaches desafían la política de precios fijada por el Estado.

El pánico y el desasosiego cunden no solo por las largas colas en los puntos y la escasez de combustible, sino porque una balita de 10 kilogramos de gas licuado se cotiza en el mercado negro a 5.000 pesos -precio de junio de 2024- y a casi ninguno de los 176.000 clientes de la provincia le alcanza la cuota aprobada por el Ministerio de Energía y Minas. 

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