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Venezuela

Un informe documenta el rol del régimen cubano en el fraude electoral en Venezuela

'Miguel Díaz-Canel ha tenido un papel destacado en la respuesta de apoyo internacional al chavismo desde el 28 de julio', señala DemoAmlat.

Madrid
Nicolás Maduro y Díaz-Canel durante una cumbre.
Nicolás Maduro y Díaz-Canel durante una cumbre. Reuters

El régimen de Cuba ha tenido una influencia determinante en la ejecución y consolidación del fraude electoral llevado a cabo por el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela después de las elecciones del 28 de julio último, mostró un informe presentado por DemoAmlat, iniciativa de la organización Transparencia Electoral.

Según el documento "El papel de Cuba en el fraude electoral de Venezuela: la diplomacia cubana y su influencia iliberal", el rol de La Habana en "la perpetuación de la crisis democrática venezolana" se remonta a tiempos de Hugo Chávez, tras cuya llegada al poder en 1999 aprovechó "los recursos estratégicos y el control político para promover una agenda autoritaria en la región".

Pero tras los comicios, en los cuales Maduro se aferró al poder pese a las evidencias de que el líder opositor Edmundo González Urrutia ganó la mayoría de los votos, el régimen de la Isla ha sido "uno de los principales actores en la legitimación del fraude electoral en Venezuela, brindando respaldo ideológico y operativo al régimen de Nicolás Maduro".

"Cuba ha utilizado su red de diplomacia y propaganda para defender los resultados de unas elecciones ampliamente cuestionadas, señalando que esta influencia no se limita al apoyo discursivo, sino que también incluye posibles aportes de inteligencia represiva, clave en la preservación del poder chavista frente a la creciente disidencia interna", señala el informe.

Recuerda DemoAmlat que el castrismo "ha dado una importancia enorme a su influencia internacional y ha realizado un masivo despliegue por ejercer un papel desproporcionado con respecto a su tamaño y población. Las misiones médicas, deportivas y educativas, la participación en conflictos bélicos en África y América Latina, el despliegue de decenas de embajadas y la gran cantidad de campañas de propaganda son parte de esta estrategia".

"A pesar del altísimo costo económico que esto conlleva, Cuba (en franca decadencia económica, social y demográfica desde hace años) ha logrado sostener 126 embajadas, 20 consulados y 43 puestos diplomáticos en la ONU, un cuerpo exterior demasiado grande para un país de ese tamaño y en las condiciones en las que se encuentra. Este abrumador despliegue no tiene como propósito un beneficio comercial para los ciudadanos cubanos, sino para el régimen gobernante" agrega.

Advierte DemoAmlat que cuando un país queda bajo la influencia política de La Habana esto trae "aparejada la posibilidad de incurrir en un retroceso democrático. Mucho más allá de su carácter totalitario en lo interno, la defensa del castrismo ha traído a muchas fuerzas políticas e intelectuales de izquierda en las regiones de habla hispana una fuerte contaminación iliberal". 

"La represión contra las voces disidentes, los fusilamientos, las torturas, el exilio forzado y los más de mil presos políticos que actualmente tiene el régimen, se ven justificados por la motivación ideológica 'revolucionaria' y la retórica de 'plaza sitiada' que impulsa el Gobierno, tirando del embargo de Estados Unidos para evitar que se debata la situación que enfrentan los cubanos. Aunque nunca al mismo nivel, todo eso puede fácilmente trasladarse a otro país", señala.

En lo referido a las elecciones venezolanas, el régimen cubano calculó el peligro que representaba la existencia de una oposición unida y con alto poder de convocatoria entre la ciudadanía de la nación vecina.

"Como un elemento central para su eventual supervivencia (tanto por el costo económico que representaría la pérdida del petróleo venezolano como por el golpe simbólico que representaría la caída de un régimen aliado, en un contexto en que la propia continuidad del castrismo se encuentra también en entredicho), el régimen cubano es una de las partes más interesadas en la continuidad indefinida del régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, aún a costa de una nueva crisis migratoria", recuerda el informe.

Tal y como se hizo evidente apenas horas después de que el oficialista Consejo Nacional Electoral (CNE), que nunca mostró las boletas que lo probaran, declaró ganador a Maduro, La Habana reconoció ese resultado. Pero, advierte DemoAmlat, "el apoyo del castrismo va desde el intento de una legitimación internacional discursiva (siendo que el régimen cubano goza todavía de un cierto prestigio ideológico entre la intelectualidad de izquierda del continente y puede impulsar su agenda con mayor facilidad que el chavismo) hasta el posible respaldo mediante el aporte de inteligencia represiva, ante los reportes cada vez más numerosos de disidencias internas en las fuerzas del orden venezolanas y cada vez mayor dependencia de los llamados 'colectivos' (grupos delincuenciales vinculados al chavismo) para la conservación del poder y la represión de protestas en el país".

"Miguel Díaz-Canel ha tenido un papel destacado en la respuesta de apoyo internacional al chavismo desde el 28 de julio, esgrimiendo el discurso de que actores internacionales desfavorables (como los Estados Unidos) están intentando orquestar un golpe de Estado contra Maduro, condenando lo que consideran una 'injerencia extranjera' en los 'asuntos internos' de Venezuela", apunta.

Señala el informe que los medios oficiales de la Isla mostraron la represión contra las protestas de la ciudadanía venezolana como un "triunfo de la Revolución" sobre "grupos golpistas" y "fascistas", mientras que el 15 de agosto Bruno Rodríguez, canciller cubano, llamó a través de X a "abstenerse de promover acciones que generan inestabilidad y violencia" en Venezuela y criticó la resolución de la Organización de Estados Americanos (OEA) sobre el proceso electoral. 

"En su diatriba, Rodríguez acusó al organismo de apoyar golpes de Estado y dictaduras, y de 'carecer de autoridad para instar a nuestros países a someterse a mandatos espurios'", señala el informe.

"Frente a las crecientes acusaciones por parte de numerosos actores involucrados de injerencia extranjera por parte de Cuba en mantener en el poder al régimen chavista, prosiguió un comunicado del MINREX publicado el 20 de agosto en el que se desligó de toda interferencia en los asuntos internos de otro Estado (...) y esgrimiendo que es Estados Unidos el que incurre constantemente en 'sanciones, presiones y planes de cambio de régimen', omitiendo el gran despliegue de recursos que el régimen ha efectuado (a lo largo de los años) para desestabilizar países y manipular regímenes extranjeros".

Suma a lo anterior DemoAmlat las declaraciones de Díaz-Canel el 30 de julio pasado, según las cuales "cualquier país que desconociera el boletín del CNE (que dio por vencedor a Maduro) sería 'enemigo de Venezuela y América Latina'". 

"El 23 de agosto, luego de que la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela (controlado por el régimen) declarara ganador a Maduro sin presentar evidencias y contraviniendo sus funciones constitucionales, el mandatario castrista volvió a postear en X aduciendo que varios deberían 'disculparse con el presidente reelecto y su bravo pueblo'".

Finalmente, durante la XI Cumbre Extraordinaria de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América - Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), celebrada el 29 de agosto, "Díaz-Canel tuvo una encendida intervención en la que condenó la 'violencia fascista' por parte de la oposición y reivindicó la 'respuesta serena, de alto sentido democrático e institucional' por parte de Maduro, remarcando que su Gobierno 'defenderá siempre y sin ambigüedades lo que defiende y respalda con su voto el pacífico, honorable y querido pueblo de Venezuela'".

Concluye el informe que "estas actitudes subrayan la desmedida importancia que tiene para Cuba retener a Venezuela dentro de su esfera de influencia en el corto plazo, aún a costa de un mayor aislamiento internacional para ambos países y la pérdida casi total de influencia en el resto de América Latina que implicaría perder el apoyo de las izquierdas por fuera del eje autoritario".

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