Miguel Díaz-Canel viajó este domingo a la capital mexicana para asistir a la investidura de la presidenta electa Claudia Sheinbaum, dos días antes de la ceremonia que se celebrará el martes 1 de octubre.
El gobernante, que viajó como es habitual con su esposa, Lis Cuesta, fue recibido por el próximo secretario de Salud, David Kershenobich, en el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles. Según recogió el diario Milenio, "es el primer jefe de estado" que llega a México para participar en el acto de toma de posesión.
Además de participar en las actividades protocolares de la investidura, Díaz-Canel sostendrá diversas reuniones.
"Por lo que agradece Cuba a México. Por la solidaridad de su pueblo y el invaluable apoyo del presidente Andrés Manuel López Obrador en horas difíciles. Por nuestros pueblos y por el futuro. Estamos en CDMX, para asistir a la toma de posesión de Claudia Sheinbaum, primera presidente [sic] del país", escribió Díaz-Canel en su cuenta de X, tras aterrizar en México.
Díaz-Canel tiene previsto asistir a una comida privada el lunes con el aliado saliente, Andrés Manuel López Obrador, junto con los mandatarios extranjeros que acudan a la toma de posesión de Sheinbaum, quien después ofrecerá una cena a la que su predecesor dijo que no asistirá.
Las relaciones entre México y Cuba, entre los gobiernos de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y Miguel Díaz-Canel, han sido particularmente intensas en los años recientes, marcadas por acercamientos ideológicos, la influencia propagandística de La Habana en México y por el sostén económico que AMLO le ha brindado al régimen de la Isla, en medio del continuo resquebrajamiento de la sociedad cubana.
Este domingo también deben arribar a México los presidentes de Colombia, Gustavo Petro, y Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.
Lula llegará a Ciudad de México al final de la tarde e iniciará su agenda oficial el lunes, cuando tendrá una reunión privada con la próxima presidenta en vísperas de la toma de posesión, para discutir diversos asuntos, entre ellos la crisis venezolana, según anticiparon fuentes diplomáticas brasileñas.
Según Milenio, Lula quiere analizar con Sheinbaum la posibilidad de continuar intentando una mediación conjunta de Brasil, Colombia y México para propiciar un diálogo entre Nicolás Maduro y la oposición después de las elecciones de julio pasado.
Hasta ahora, las gestiones hechas por Brasil junto con Colombia y, en menor medida con México, han sido infructuosas para lograr ese objetivo. Ninguno de los tres países ha reconocido el resultado anunciado por el organismo electoral y el Tribunal Supremo de Venezuela, que le atribuyó la victoria a Maduro.
Recientemente, el periodista cubano radicado en México Rubén Cortés, con una dilatada experiencia en los medios de ese país, dijo a DIARIO DE CUBA QUE La Habana tutela y monitorea el diseño, la estructura y la ejecución del desmantelamiento de la democracia en México, al igual que lo hizo en Venezuela y en Nicaragua, con algunas variaciones, según las características locales.
A lo largo de sus dos décadas de campaña por la presidencia, el actual presidente mexicano abrevó en todos los sentidos de La Habana. Y, al llegar al poder en 2018, empezó a pagar con creces el apoyo cubano: en el plano económico, con aportes millonarios a través de convenios a los que está blindado el acceso a la información, y en el plano político, con gestos sin miramiento de costos, como invitar al gobernante designado a dar el discurso central de las Fiestas Patrias, o ausentarse de la Cumbre de las Américas en protesta por no haber sido invitada Cuba, aunque el evento fue en EEUU y es el comercio con este país lo que mantiene a la economía mexicana, con un intercambio anual de 800.000 millones de dólares.
"El régimen cubano está diseñado para pensar y estructurar sus planes a plazos de décadas y décadas. El presidente de México es un ejemplo: La Habana lo empezó a pastorear hace 30 años, y en 20 años el hombre llegó al poder. Y ahora les está pagando bien", sostuvo Cortés.
...y pronto la Shimbambum irá a Cuba para el velorio de la Raúl, que puede que no llegue al 2025.