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Salud

El mercado negro, verdugo y salvador en la crisis sanitaria cubana

'Poco a poco nos hemos vuelto insustituibles', dice una vendedora de Santiago de Cuba. 'Si no existiéramos, hoy el panorama sería apocalíptico para el Estado'.

Santiago de Cuba
Medicamentos comprados en el mercado negro.
Medicamentos comprados en el mercado negro. Diario de Cuba

"Las farmacias clandestinas y los vendedores ilegales de medicinas son el soporte para enfrentar las enfermedades que circulan de Santiago de Cuba", dijo Elsa Méndez al resumir la odisea que sufre para proteger a su familia en medio de la actual crisis sanitaria.

Resignada por las circunstancias, esta residente de Santa Ursula añadió que "el mercado negro es el verdadero triunfador", a pesar de que el Gobierno sigue presentando a Cuba como una potencia médica y a sus servicios de salud como gratuitos y asequibles para todos.

Como muchos santiagueros, Elsa señala que "aquí te mueres de la enfermedad o te matan los precios", porque la escasez de medicinas en las despensas estatales deja a los pacientes a merced de la oferta y la demanda.

Madelaine, vecina que la acompañaba, se debatía entre "pagar un frasco de gel antibacterial a 900 pesos, el pote de mentol a 1.200 y 100 unidades de paracetamol a 3.000", o dejar que la fiebre provocada por el virus Oropouche calara sin solución en la salud de su esposo y su cuñada.

Al preguntar por la forma de pago, la dependienta respondió que podía ser "por transferencia o en efectivo", reflejando a la tranquilidad con que operan los vendedores ilegales.

"A llorar que se perdió el tete", exclamó Madelaine, no solo porque la cifra total (5.000 pesos) de lo que necesitaba comprar es el doble o el triple de lo que costaban los productos semanas atrás, sino porque supera en 1.000 pesos su salario en la Empresa de Bebidas y Licores.

Arturo, quien presenciaba la escena, comentó que acaba de pagar 9.000 pesos por tres blísteres de amoxicilina, y todavía le faltaban "el esparadrapo, los troquel, las vitaminas, las jeringuillas y las mochitas" que le saldrían en otros 7.900. Su esposa, ingresada, necesitaba con urgencia esos recursos.

En otra farmacia clandestina Noemí valoraba el alcohol al 70% que vendían 400 pesos, los pomos hipoclorito a 150 pesos, los potes con 100 capsulas de Omega3 a 3.200, o la sonda que resolvería la incontinencia urinaria de su hermano a 4.200 pesos.

"No hay otras opciones para obtener las medicinas de alta calidad e importadas, el Estado se queda corto", reflexionó Miguel, de la tercera edad y residente en Boniato, área donde hay transmisión de dengue y oropouche.

Una oftalmóloga jubilada del reparto Santa Bárbara, señaló que "la escasez lleva a comprar fármacos de todo tipo en plataformas como Revolico, grupos de WhatsApp y Telegram, a veces vencidos, sin la conservación idónea y a precios que fácilmente multiplican por 50 el original".

La provincia tiene un déficit de al menos 200 renglones dentro de cuadro básico de medicamentos, pero en el mercado negro se pueden encontrar vitaminas, analgésicos, ungüentos, pomadas antimicóticas y hasta antibióticos.

Las farmacias clandestinas

Al margen de vendedores ambulantes, que por lo general comercializan los fármacos de factura nacional en el mercado negro, hace alrededor de tres años en la ciudad de Santiago de Cuba, como en toda la Isla, han proliferado las farmacias particulares. Su aparición se produjo después de que el Gobierno autorizó a los viajeros la entrada de medicinas sin costo adicional al peso aprobado para el equipaje.

"En un principio todo fue improvisado. Luego estudiamos el mercado y comprendimos que la situación, en vez de mejorar, empeoraría de inmediato. Así surgió un negocio que resuelve un señor problema. Si no existiéramos el panorama sería apocalíptico para el Estado", dijo la propietaria de una de estas farmacias irregulares, que pidió mantenerse en el anonimato.

"Poco a poco nos volvimos insustituibles", añadió, "al punto de que, en la actualidad, en Santiago de Cuba, más de 50 farmacias clandestinas suplen la misión de los establecimientos del Gobierno, que no ofertan nada".

"Nosotros importamos toda la mercancía y ahora participan hasta las pequeñas y medianas empresas (MIPYMES)", dijo. Todo se hace con discreción, en locales interiores y el apoyo de las redes sociales.

Al referirse a los precios, explicó que dependen de la inflación y variaciones del dólar. "Nuestras fichas de costo cubren todos los gastos. Ten en cuenta que por un pasaje a Contramaestre, que valía 18 pesos, ahora los camioneros piden 1.200, y eso para viajar como sardina en lata".

Los médicos opinan

Una doctora del Hospital Juan Bruno Zayas reconoció que analizar el tema de las farmacias particulares es complejo, "porque a la par de los precios asfixiantes, son la opción que tiene el pueblo para protegerse de las enfermedades".

"Las lágrimas casi se me salen cuando veo a los pacientes pagar 1.000 pesos por un bulbo de penicilina, 800 pesos por una insulina o 4.000 por una caja con 50 tirillas reactivas de glucosa", enumeró.

"Tal vez nunca sabremos cuál es la cifra de fallecidos por una enfermedad perfectamente tratable, que pudieran haberse salvado si hubiesen tenido acceso a las medicinas en los hospitales", añadió la doctora, que pidió no ser identificada.

Productos como los aparatos para el asma, los fármacos para la indigestión y las molestias estomacales, así como el bicarbonato, los antihistamínicos, el diclofenaco y la crema antifúngica y los insecticidas solo se hallan en el mercado informal.

"Otra gran ausente es la permetrina, que cura la sarna y hay brotes en toda la provincia. Hemos ido de lo sublime a lo ridículo. A diario nos llegan piodermitis brutales, con infecciones de espanto. La gente vuelta loca, rascándose hasta los huesos y la única solución es ir con los particulares", dijo la doctora.

Un ortopédico del Hospital Provincial reconoció que "pacientes con artritis y polineuropatía, que son degenerativas y solo se pueden compensar con inyecciones del complejo vitamínico B y clorhidrato de tiamina, hace un año que no tienen alivio para para sus dolencias".

"A veces no podemos realizarles las infiltraciones, las articulaciones se siguen inflamando y los dolores son horribles", agregó.

Recordó que quienes padecen de Párkinson se las ven negras para encontrar la levodopa y carbidopa, que hace nueve meses están en falta.

Ambos especialistas coincidieron en que los médicos están enfrentando situaciones límite, y tienen un gran agotamiento mental debido a las malas condiciones laborales y a las dificultades que sortean para curar a la gente.

Afirmaron que los hospitales pediátricos y maternos están más protegidos, pero a veces solo tienen suero para hidratar a los pacientes.

En los centros para adultos no hay ni con que combatir la neumonía. En ocasiones ponen a pacientes con diferentes infecciones juntos y así pasan los días, porque las salas están de bote en bote. Para las emergencias hipertensivas no hay furosemida, nitroglicerina y ni siquiera heparina.

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