La crisis de Cuba lo afecta todo. Nada escapa al descalabro ascendente y todo es disfuncional. Pero especialmente la vida de las personas se vuelve cada vez más agobiante, sobre todo la de las mujeres, que llevan sobre sus hombros y su psiquis el mayor peso del desastre.
Más allá de la pretendida emancipación femenina o del gubernamental "Programa Nacional de Adelanto para las Mujeres", cuestionable por su falta de resultados, en un ambiente caótico donde lo estatal es ciencia ficción, la realidad es cruel para las cubanas.
Por otro lado, el machismo tiene trasfondo cultural y en la inmensa mayoría de los hogares son "ellas" las que cocinan los alimentos, muchas veces tienen que procurarlos sin saber dónde pueden encontrarlos y sin tener recursos suficientes para pagarlos. Además, deben atender a los hijos, convivir y sufrir sus carencias o la falta de un medicamento para curarlos. También cuidar de los ancianos y hacer las tareas domésticas en general. Toda una odisea en el contexto cubano.
"Una tiene la cabeza hecha agua, todo es difícil o no hay lo que necesitas. Tuve a mi niña enferma con una virosis y no encontré en ningún lado paracetamol en suspensión. Una compañera de trabajo me resolvió a los tres días algunas pastillas para adultos, y yo en zozobra. Tener un niño enfermo es lo peor. Uno sufre por no poder comprarle la ropa o la comida que necesita, pero con la salud es mil veces peor", comenta Susana, maestra de una escuela primaria.
Yakelín, que es madre soltera y ama de casa, tiene dos hijos y el papá apenas les pasa 500 pesos de manutención, dice. "No da ni para un par de medias. Tengo que revender cositas que me da la gente y tejer ajuar de canastillas para más o menos poder criarlos. Muchas veces no tengo comida suficiente, el azúcar a 350 pesos es un crimen y el arroz a más de 200 pesos. A veces no puedo y pasamos un poco de hambre, comiendo boberías. Este país está que se hunde, pero los más vulnerables ya estamos con el agua al cuello hace rato".
Son también las mujeres las que más sufren los efectos de los apagones, el encarecimiento de productos de primera necesidad y su desabastecimiento. En un porcentaje aún significativo dependen del hombre para sostenerse y, aun trabajando, soportan vejaciones de sus parejas dentro del hogar porque el bajo poder adquisitivo de su salario les impide emanciparse.
"Los apagones son insoportables. Una llega del trabajo y tiene que ponerse a cocinar, pero no se puede porque toca el apagón. Aquí en Holguín casi todo el mundo depende de la corriente para cocinar, casi no hay servicio de gas", dice Ana, trabajadora de la estatal Empresa Forestal.
"Una nunca sabe ni qué va a cocinar ni con qué, porque son seis horas de apagón todos los días, y lo mismo te molestan cuando llegas del trabajo, que a la hora de prepararte para salir por la mañana. Y si es por las noches, casi siempre hay mosquitos y calor, y no puedes dormir. Amaneces estropeada, esto no es vida. Y tenemos que meternos a inventar un fogón con leña o carbón para alimentar a nuestros hijos. La comida está difícil y, cocinarla, más difícil todavía. ¡Un calvario!", asevera.
El cuadro de vicisitudes se agrava paulatinamente y la vida se vuelve una carga que para algunas desencadena en tragedia. La vida conyugal y familiar en general es más tensa. Lamentablemente, en no pocos casos desencadena en violencia contra las mujeres e incluso en feminicidios, que se han incrementado alarmantemente en los últimos años, coincidiendo con la profundización de la crisis.
Son asimismo más numerosos los casos de suicidios en las mujeres adultas. Lamentablemente, estas estadísticas son controladas con hermetismo por el Ministerio de Salud Pública, y el problema no se puede abordar con datos precisos para un mejor entendimiento de su alcance.
Sin embargo, las tendencias son palpables en la sociedad y no existe ningún programa gubernamental, ni de la oficialista Federación de Mujeres Cubanas —única organización legal de su tipo—, que dice velar por las mujeres del país, para apoyar a las cubanas en medio de esta catástrofe nacional que nos golpea a todos, pero a ellas el doble o más.