Decenas de estudiantes de la Facultad de Agronomía de la sede Camilo Cienfuegos de la Universidad de Matanzas han dejado la carrera debido a las precarias condiciones que prevalecen en ese centro de altos estudios.
DIARIO DE CUBA conversó con Bryan Michel Fajardo Borges, un estudiante de segundo año de Ingeniería Agrónoma que baraja la posibilidad de sumarse a los que han abandonado la carrera. "Mis planes son intentar salvar el semestre aprobando las asignaturas que debo para no verme en la necesidad de dejarla. Este semestre, por el tema transporte y varias situaciones, han apretado más el horario y he faltado mucho. Eso conlleva a que uno no reciba las clases presenciales, lo cual me afecta mucho ya que los conocimientos los obtengo mejor escuchando las conferencias que leyendo un documento pdf de 20 páginas", explicó el joven de 21 años.
A finales de septiembre, la Universidad de Matanzas suspendió las actividades presenciales del curso diurno y por encuentro durante al menos una semana debido al déficit de energía eléctrica que el régimen cubano llamó "contingencia". La solución para seguir con los planes de estudio era "asegurar por cada carrera de forma online las orientaciones correspondientes a este periodo".
Esta no fue la primera vez que los estudiantes de ese centro vieron interrumpidas sus clases. Desde el parón que generó la pandemia, los problemas energéticos en la Isla han detenido en varias ocasiones estos procesos docentes. Ahora, por ejemplo, el curso se mantiene para los universitarios matanceros yendo una semana a la escuela y "estudiando" dos en sus casas. La semana que pasan en la universidad los estudiantes, los profesores la aprovechan para aplicarles exámenes.
A Fajardo no le ha sido fácil estudiar durante tanto tiempo en su casa. El déficit de transporte es otro de los asuntos que le preocupa porque le resulta muy caro trasladarse. "Mi padre es el que me sostiene económicamente porque el salario de mi madre no da, y al estar en la universidad no tengo tiempo para trabajar. Si dejo la universidad me dedicaría principalmente a lo que me dediqué cuando estaba en las vacaciones de verano: Hacer domicilios de mercancías y vender por los distintos grupos de compra y venta en Telegram. En el mes y medio que estuve trabajando así gané buen dinero", detalló Fajardo, quien reside en el municipio Colón.
Este joven dijo a DIARIO DE CUBA que el actual curso docente lo empezaron en su grupo 103 estudiantes, pero ahora solo quedan 40. "Eso es lo otro que influye en mis deseos de dejar la escuela. Ahí estudiaban conmigo amigos que conocía desde la secundaria y también nuevas amistades que por muchos de estos factores han dejado la escuela", explicó el joven.
"Al final supongamos que me gradúe, qué futuro me daría este país, cuando la mayoría de los profesionales están trabajando por cuenta propia porque el salario no les da para llegar a fin de mes", concluyó Fajardo.
Esta redacción contactó a otro joven colombino que ya dejó la carrera de Agronomía. Es uno de esos 63 estudiantes que estaban en el grupo de Fajardo. "La razón principal por la que yo dejé la universidad fue por el parole (humanitario para ir a EEUU), porque yo lo tengo puesto y me voy a ir del país. Yo no tengo por qué pasar tanto trabajo con el transporte y con la comida si me voy a ir antes de graduarme. Lo que le pasa a mucha gente en la Universidad de Matanzas es que el tema transporte está duro. Por ejemplo, cuando salía tenía que alquilar un motor porque las guaguas que vienen de Varadero ya no entran hasta la ciudad. En la semana gastaba más de 2.000 pesos solo alquilando motores", explicó el exestudiante bajo condición de anonimato.
En la sede Camilo Cienfuegos de la Universidad de Matanzas también hay problemas con el abasto de agua en las residencias. "Ahora mismo, al frente del edificio D (uno de los bloques de albergues) hay un salidero grandísimo desde hace meses y ni siquiera se podía jugar en la cancha de baloncesto porque se inundaba de agua. Además, a la turbina del agua siempre se le quema una cosa ahí que tiene", añadió el joven que dejó la escuela hace dos semanas.
La alimentación es otro de los factores que precariza la estancia de los universitarios matanceros en la beca. "En cuanto a la comida, la verdad es que está muy mala —continuó el exestudiante—. Hay días que te dan arroz y frijoles nada más. Un día dieron arroz y berenjena solamente. Como la comida está mala, hay que salir a comprar y las pizzas, por ejemplo, están a 100 pesos. Hay quien puede comprárselas y permitírselo todos los días, pero hay quien está pasando tremenda hambre".
"Otra desilusión —añadió el joven sobre el déficit de profesores— fue que el otro día fui a un turno de clase con una profesora a la que nadie entendía. Ella daba la clase con el teléfono en la mano porque no sabía nada. Tú le preguntabas una cosa y te respondía otra. Ella era de otra asignatura, pero la habían puesto en esa porque no hay muchos profesores y los que están los tienen correteando. A partir de ese día yo me desilusioné por completo al ver ese panorama."
Este joven ahora trabaja con su padre en el campo: "Estoy ayudándolo porque él está solo allá en la finca. Pero los planes que tengo yo son los mismos que tiene todo el mundo: irme del país con el parole cuando me llegue porque esto aquí está de madre".
DIARIO DE CUBA llamó a la secretaría y a la vicerrectoría docentes de la Universidad de Matanzas para indagar en esta situación. En ninguna de esas instancias ofrecieron información. Esta redacción no pudo comprobar que el abandono escolar se extiende a otras carreras, pero por las circunstancias es probable que no solo suceda con Ingeniería Agrónoma.
Solamente estudiar Agronomía en un país ex agrícola, que intentó industrializarse, intentó vivir de turismo, intenta vivir de sus gusanos-comunitarios-conciudadanos y tantos otros innumerables fracasos, muestra la gran falta de luz de quien lo haga.