¿Cuán grave es realmente el problema de los feminicidios en Cuba?

¿Qué nos dice la cifra de 55 feminicidios en menos de ocho meses en Cuba? ¿Cuán grave es en realidad un problema que las autoridades han negado durante años y solo han comenzado a reconocer recientemente, aunque evitando el término para referirse a los asesinatos provocados por la violencia machista?

Probablemente, para muchas personas 55 víctimas mortales de violencia machista hasta el pasado 10 de agosto no es una cifra alta si se compara, por ejemplo, con las 134 que había en Colombia en el mismo periodo de tiempo.

Esos tres dígitos son, indudablemente, más alarmantes. Hablamos de casi tres veces la cantidad de feminicidios que han podido corroborar los observatorios independientes de la sociedad civil cubana, como el de la revista feminista Alas Tensas (OGAT) y el de la plataforma femenina Yo Sí Te Creo.

En el caso de Cuba hablamos de un subregistro, por lo que no es descabellado asumir que son más las muertes que deja la violencia de género en la Isla en estos ocho meses. Pero tomaremos en cuenta las 55 que han sido rigurosamente verificadas. ¿Son pocas en comparación con las de Colombia? No, si tenemos en cuenta que ese país tiene 55.215.503 habitantes, cinco veces la población de Cuba (11.082.964), y el número de feminicidios es menos de tres veces mayor.

Mientras OGAT y Yo Sí Te Creo corroboraron 53 feminicidios en Cuba hasta el 27 de julio, en Bolivia (12.186.079 habitantes) se registraban 48 y en Chile (19.960.889 habitantes, según la estimación de este año) se reportaban 28 hasta el 23 de agosto.

En España, el sitio Federación Anarquista califica este 2023 como un año de terror, porque hasta el 7 de agosto habían ocurrido 60 feminicidios. Son cinco más que en Cuba, pero el país europeo tiene una población cuatro veces mayor.

El 30 de mayo, cuando las víctimas ascendían a 41 en España, el Comité de Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer destacó "la alta tasa de feminicidios" ocurridos en ese país.

¿Es preocupante o no la situación de los feminicidios en la Isla?

No debería ser necesario recurrir a estas comparaciones para mostrar la gravedad del fenómeno en Cuba. Tampoco la prensa oficial tendría que haber esperado a que el problema se volviera tan grave para hacer alusión a las cifras, no las oficiales —que el régimen no ofrece ni a la prensa que controla—, sino las que registran los observatorios independientes, aunque sin mencionarlos.

El Gobierno no tendría que haber esperado a que las víctimas en seis meses casi igualaran las de todo 2022, para comenzar a tomar algunas medidas, aunque no las que desde hace rato piden las organizaciones de la sociedad civil independiente.

A mediados de abril, Miguel Díaz-Canel escribió en su cuenta de Twitter: "Una sola mujer violentada no solo es un golpe a la tradición feminista de la Revolución, es un acto inaceptable para nuestra sociedad socialista".

Pero no había sido una, sino 23 las cubanas violentadas de manera irreparable hasta ese momento. Y ocurrieron otros 12 feminicidios antes de que el régimen presentara su Observatorio sobre Igualdad de Género, que no refleja la realidad de lo que ocurre en Cuba. Por poner un ejemplo, los feminicidios —que el observatorio prefiere llamar "homicidios intencionales"— registrados en 2022 solo son 18, una cifra inferior a la verificada por las organizaciones independientes. El Observatorio se basa únicamente en los casos resueltos por los tribunales y aquellos en los que no se extinguió la responsabilidad penal por suicidio del agresor.

No sabemos cuántas mujeres tendrán que ser asesinadas en Cuba por parejas o exparejas, o por el simple hecho de ser mujeres, para que el régimen apruebe una Ley Integral contra la Violencia de Género.

Entre otras cosas, una ley garantizaría servicios de asesoramiento legal y psicológico, lugares de refugio para la protección de las víctimas.

A finales de abril pasado, el diario estatal Granma señalaba, en un artículo destinado a resaltar la protección con que supuestamente cuentan en Cuba las víctimas de delitos, que el Código Penal "regula la forma de adecuar la sanción en delitos cometidos como resultado de la violencia de género o familiar, y el tribunal puede incrementar en un tercio el límite máximo del marco legal previsto para el delito calificado en contra del responsable".

Además, constituye una circunstancia agravante que el autor de un asesinato lo ejecute mientras está cumpliendo una orden de distanciamiento o alejamiento de la víctima —órdenes que durante mucho tiempo no existieron en Cuba—, o tras haber recibido una advertencia oficial de la autoridad competente por su actitud violenta o agresiva.

Pero, para proteger a las víctimas de los agresores a los que han denunciado y sobre los que pesan órdenes de alejamiento, lo más efectivo sería la creación de refugios a los que las víctimas (mujeres en la inmensa mayoría de los casos) pudieran ir con sus hijos. O sea, poner el énfasis en la prevención, como piden las organizaciones feministas cubanas, porque ninguna condena, por severa que sea, le devolverá la vida a la persona asesinada.

A la diputada Mariela Castro, directora del Centro Nacional de Educación Sexual, le tomó siete años pasar de negar la existencia de feminicidios en Cuba, en 2015, a pedir la tipificación de ese delito en el Código Penal, en mayo de 2022.

Ojalá le tome menos tiempo al Gobierno pasar de las medidas cosméticas a implementar políticas destinadas a la prevención y a la protección de potenciales víctimas.