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alimentación

Hambre en Santiago de Cuba: 'El mango nos está salvando'

'Comemos mango en el desayuno y mango por las noches. Gracias a eso, sobrevivimos. Cuando se acabe el mango, veremos qué pasa', dice un jubilado.

Santiago de Cuba
Vendedor de mangos.
Vendedor de mangos. Adila Rose/Flickr

Santiago de Cuba despierta cada mañana con la invasión de los mangos. Un centenar de carretilleros recorre los barrios de la ciudad con sus pregones. Bizcochuelos, toledos y corazón son las variedades más buscadas.

Por estos días, la sabrosa fruta es "el mango nuestro de cada día". Se desayuna y se cena mangos. "A falta de pan, mango", ya dice el refranero popular.

"El mango nos está salvando", afirma José, jubilado de la Construcción, en la cola para los mangos bizcochuelos que vende un carretillero en la barriada Micro 9, en el distrito José Martí. "Comemos mango en el desayuno y mango por las noches. Gracias a eso, sobrevivimos. Cuando se acabe el mango, veremos qué pasa".

El hambre en Cuba aumenta y no se ve una solución a corto plazo. La confianza popular en la canasta básica normada, cada vez más disminuida, ya no existe. Para los santiagueros, mayo comenzó con apenas cuatro libras de arroz de las siete establecidas. Los granos, el azúcar, el café y el aceite llegarán en el transcurso del mes de forma escalonada, según informó al semanario local Sierra Maestra el coordinador del Gobierno para el Programa del Comercio y los Servicios, Juan Carlos Rosell Zarrabeitía.

"Comer es cada día más difícil", se queja Elaine, ama de casa de 46 años, en la cola de su bodega en la barriada de Los Pinos para comprar el arroz normado. "Yo hubiese preferido que trajeran azúcar en vez de arroz. Por lo menos hay arroz liberado, pero la azúcar no la venden en ningún lado, ni siquiera en el mercado negro". La situación del azúcar fue descrita por el funcionario Rosell Zarrabeitía como "compleja", porque "ya Santiago consumió la que produjo y hay que traerla de otros territorios".

Las opciones para alimentarse fuera de la canasta básica pasan por los agros particulares, y la espiral ascendente de los precios hace imposible mantenerse con lo que venden en ellos. La libreta de racionamiento se ha vuelto imprescindible para la subsistencia del cubano, el fallo de un producto, ya sea el azúcar o los granos, condena a pasar más hambre a la mayoría de la población, sin recursos monetarios para enfrentarse a la inflación.

Pero la realidad es que los productos de la libreta apenas alcanzan para medio mes, y muchos de ellos, como el azúcar, la leche y el aceite, solo están disponibles en el mercado negro. El encarecimiento del pan liberado de las MIPYMES y la inestabilidad de la harina y el pan normado, han restado ese producto de la merienda nocturna, que venía funcionando como cena para muchos cubanos.

Los vendedores ambulantes de dulces caseros como el turrón de coco, el coquipiña, la cuerúas, pasteles tapados o de hojas, que proveían meriendas para niños y adultos, fueron borrados de las calles por la escasez de azúcar y harina. El alto costo de ambos productos en el mercado negro hace imposible la inversión en estos dulces tradicionales.

Una comida diaria es lo que intenta garantizar la mayoría de las familias. Durante los días laborables, la comida nocturna es la más estable. Muchos tratan de acceder a las magras raciones ofertadas en algunos centros de estudios y de trabajo. Yuneika, auxiliar pedagógica de una escuela de doble sesión, confiesa que se acostumbró a ingerir una comida al día.

"Antes daban más productos por la libreta", dice. "El azúcar eran seis libras; después, quitaron una libra con el pretexto de que nos iban a dar coditos y harina de maíz, y ahora nos dan cuatro libras, pero el codito y la harina están desaparecidos. Nos queda el arroz, que no alcanza para todo el mes. Yo como solo por la noche los días que trabajo; los fines de semana, solo almuerzo. Ya casi soy vegetariana, como arroz y viandas. El poquito de frijol o chícharos que me dan solo sirve para tres comidas. Como carne cuando llegan el pollo o el picadillo a la bodega. Mi salario no me alcanza para comprar carne a los particulares. Paso hambre, sí, añoro comerme un buen bistec, pero no puedo".

"Ahora mismo no hay pan normado porque el barco de harina está en La Habana, así que tampoco desayuno. No hay café ni en el mercado negro, solo en las tiendas MLC. Sí me entra hambre, me como un mango, y así voy tirando", concluye Yuneika.

Para Yanet, una maestra de primaria con tres hijos adolescentes, la situación es más compleja. "Esto está de pinga con la comida", critica. "Ahora, sin frijoles ni chícharos para mojar el arroz. Yo me llevo sobras del comedor de la escuela, compro varias comidas de trabajadores, y como casi siempre dan potaje, solo tengo que mejorarlo en la casa. Los niños dejan mucha comida porque no le echan especies, así que a mí me sirve, y así voy salvando el día. No es fácil ver a tus hijos con hambre. Gracias a Dios que, cuando aprieta, tenemos mango".

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2 comentarios

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Profile picture for user El Santo

Ya lo decía el finado Castro en sus arengas antiimperialistas que Cuba sería un eterno Baragua.
Bueno, ahí la tienen, una premunición hecha realidad: ya están comiendo mangos nada más.

Profile picture for user Proscopito Arrechabaleta

Una maestra de primaria diciendo "esto está de p....", el resumen de un desastre.