Un año después de la explosión que destruyó el Hotel Saratoga, de La Habana, y varios edificios a su alrededor, para muchos de los afectados "todo sigue igual", según pudo constatar DIARIO DE CUBA en una visita a los alrededores.
La explosión, ocurrida el 6 de mayo de 2022 y atribuida por el Gobierno a un escape de gas, mató a 47 personas, entre ellas varios menores de edad. Un centenar sufrió heridas.
El Hotel Saratoga, un inmueble histórico, está en reparaciones desde hace varios meses, pero a simple vista no se aprecian avances. Apenas se ven trabajadores en la obra, tampoco equipos pesados.
Todo el hotel está cercado por una alta valla metálica que impide el acceso. Mientras, en el semidestruido y vandalizado edificio aledaño no se realiza ninguna obra de reparación, y la iglesia bautista contigua continúa resquebrajada.
Yasmany es un vecino de la comunidad que pasa la tarde bebiendo ron con amigos en la cerca del Teatro Martí, otro emblema del patrimonio arquitectónico cubano dañado por la explosión. "Aquí todo está igual", dijo. "Los trabajos en el hotel no avanzan para nada y eso que dicen que lo van a coger los inversionistas vietnamitas".
La Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana dijo en septiembre de 2022 que los daños que sufrió el Teatro Martí fueron mayores que los inicialmente calculados, y que el trabajo para recuperarlo fue uno de los "más complejos" que había enfrentado su empresa de restauración del patrimonio. El teatro reabrió ese mismo mes. También fue reparada una escuela.
"En cuanto a los vecinos que perdieron sus casas, continúan albergados por la Villa Panamericana y los tienen dormidos con el cuento de que les van a hacer viviendas aquí en La Habana Vieja", dijo Yasmany.
En el cercano edificio de Monte 12 entre Egido y Zulueta, María Elena Pérez Mijenes, de 66 años, quien hace un año expresó su temor a un derrumbe a causa de los daños que sufrió el inmueble por la explosión del Saratoga, dijo que no ha recibido "ninguna ayuda, ni en materiales ni en nada".
"Los vecinos, cada uno por medios propios, arregló como pudo los daños de la explosión. En mi apartamentico se rajó la viga y la pared del baño, y tuve que pagarle a un albañil para repararla", añadió Pérez Mijenes.
"El edificio en general sigue en muy mal estado, soltando polvillo cuando pasan los camiones. Cualquier día va a ocurrir una desgracia, pero no tengo adonde ir que no sea para el Cementerio de Colón", finalizó.
En los meses siguientes a la explosión, los vecinos evacuados de los edificios dañados denunciaron robos de las pertenencias que el Gobierno los obligó a dejar atrás.
"Rompieron la puerta y me lo robaron todo. Vine a buscar las cosas de la cocina y no queda nada", dijo Bárbara Tenreyro, vecina del número 609 de la calle Prado.
Además del 609, la explosión dañó gravemente los edificios de Prado 617, Zulueta 512, Zulueta 508 y otros inmuebles colindantes
En enero pasado, la prensa oficialista anunció la entrega de ocho viviendas a familias afectadas por la explosión. No obstante, admitió que a los apartamentos, ubicados en las calles Vives y Carmen, en La Habana Vieja, les faltaba la instalación eléctrica.
Dos meses después, el periódico Trabajadores insinuó que las familias no querían ocupar las nuevas y "confortables" viviendas porque preferían mantenerse, "con todas las ventajas que ello implica", en el aparthotel Las Brisas, de la Villa Panamericana. La publicación no preguntó a los afectados por qué no se habían mudado.
En todo caso, de ser habitables como afirmó Trabajadores, las ocho viviendas serían insuficientes. Una treintena de familias afectadas seguiría esperando por un techo.
Más allá de los daños por resolver, el Gobierno continúa sin hacer públicos los resultados de una investigación que anunció sobre las causas de la explosión en el Saratoga.
Siendo optimistas no creo que se solucione nada antes de 20 o 30 años.
Eso que se dice en el último párrafo es lo más grave. Todo el daño que causó esa explosión—que en parte describen las personas entrevistadas en este artículo—, más los muertos que causó, todavía espera por los resultados de una investigación.