Ciego de Ávila, provincia donde está enclavado uno de los principales destinos turísticos de Cuba, el de Cayo Coco, que durante la pandemia siguió recibiendo veraneantes, terminó en todo 2022 apenas 946 viviendas para sus habitantes.
Esa cantidad de residencias quedó por debajo de lo previsto un 54,5%, indicó el periódico oficial local Invasor, que señaló que aún así, se trata de casi el doble de las terminadas en 2021. Ese año solo se finalizaron 560 casas, lejos de las 1.300 de 2020.
Según Leiter Méndez Valdivia, subdirector general de la estatal Dirección Provincial de la Vivienda, en 2022 las autoridades "nos dedicamos a terminar las empezadas con lo poquito que iba entrando", dijo, en referencia a la escasez crítica de materiales.
A pesar de ello, según el reporte, para 2023 el Gobierno local tiene un plan de 1.400 viviendas nuevas, pese a que en el año recién finalizado apenas se iniciaron construcciones desde cero.
Los extensos apagones, aseguran los funcionarios, fueron el tiro de gracia para la construcción de casas. "O no había áridos porque el molino estaba parado por corriente, o no había combustible para transportarlo, o no había explosivos para explotar la cantera", aseguró Méndez Valdivia.
Esta situación impactó también la producción de acero y la entrada de cemento. "No entraban, por ejemplo, el P250 y el P350, que tienen resistencia y pueden ser usados en la fundición, y a cambio entró un poco más del PZ, que se usa en levante y repello, pero al no tener el otro, pues no podíamos iniciar. Eso nos golpeó mucho", agregó el funcionario.
En el balance, las casas terminadas por cuenta de las propias personas rebasa lo conseguido por el Gobierno: 283 de la cifra total fueron obra estatal; 196 resultado de subsidios, y 467 por esfuerzo propio, un sobrecumplimiento del 134%.
Morón, el territorio al que conecta el pedraplén a Cayo Coco, levantó el 41% de las viviendas estatales del territorio en 2022, mientras que el 31% de las moradas por esfuerzo propio se terminaron en la ciudad de Ciego de Ávila, precisa Invasor.
No obstante, el incumplimiento de los planes no es lo peor del asunto, sino la destrucción que hace más de cinco años dejó en la provincia el azote del huracán Irma, en 2017. De los 4.231 derrumbes totales contabilizados entonces, hay más de 500 sin solución. Esto, que afecta a unas 900 familias, persiste sobre todo en los municipios de Chambas (200) y Bolivia (300).
Días atrás se supo que Matanzas, otra de las potencias turísticas de Cuba y hogar de Varadero, el principal balneario del país, planea construir en 2023 apenas 1.200 nuevas viviendas, 200 menos que en 2022, pero solo 443 a cuenta del Estado; el resto se dividirán entre la modalidad de esfuerzo propio (540) y la de subsidio (235).
Las últimas estadísticas oficiales revelan que en Cuba hay un déficit de más de 800.000 viviendas. A ello se suma que una buena parte del fondo habitacional de La Habana, la ciudad más grande del país, se encuentra en regular o mal estado, debido a la falta de mantenimiento y reparación desde hace décadas.
En una reunión del Consejo Nacional de Innovación celebrada en diciembre último, el primer ministro, Manuel Marrero, reconoció que la construcción de viviendas es "lamentablemente, uno de los programas que no marcha bien. Siempre se nos va por razones objetivas: porque no hay cemento, porque no hay acero, porque no hay recursos financieros para la importación".
Ello no impide, en cambio, que las Fuerzas Armadas y el Ministerio del Interior cumplan sus planes de construcción de apartamentos para sus efectivos, según arrojan las cifras oficiales. O que la erección de hoteles siga en toda la geografía insular.
