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Elecciones

Otro intento de la sociedad civil cubana de participar en las 'elecciones': ¿condenado al fracaso?

'No se puede desaprovechar ninguna oportunidad que pueda existir en el contexto político cubano', dice el opositor Manuel Cuesta Morúa.

La Habana
Un barrio habanero.
Un barrio habanero. Diario de Cuba

El régimen cubano ha convocado nuevas "elecciones" municipales para el próximo 27 de noviembre y, nuevamente, representantes de la sociedad civil intentan obtener sus candidaturas en las asambleas de nominación que tienen lugar en las circunscripciones. 

Varios factores parecen favorecer esta nueva tentativa: las históricas manifestaciones antigubernamentales del 11J demostraron el hartazgo y la pérdida de miedo de los cubanos; el régimen ha sido incapaz de satisfacer las demandas del pueblo que ha seguido protestando, pese a la represión; el referendo del Código de las Familias evidenció un grado de descontento popular que el propio Miguel Díaz-Canel tuvo que reconocer.

Pero el régimen está consciente de las circunstancias en su contra y se ha preparado para enfrentarlas cómo sabe hacer: violando sus propias leyes.

Las opositoras cubanas María Elena Mir y Zuleydis Pérez Velázquez fueron impedidas de participar en las asambleas de nominación de sus respectivas circunscripciones en La Habana y Holguín. 

Abdel Legrá, quien intentó postularse en 2017 y considera que "el Gobierno no va a permitir de ninguna manera" esta iniciativa, también contó a DIARIO DE CUBA que, en su barrio, en el Vedado, estaban "haciendo trabajo para eso y preparando a sus candidatos".

Pese a ello, el opositor Manuel Cuesta Morúa opina que no se puede "desaprovechar ninguna oportunidad que pueda existir en el contexto político cubano", sin importar el éxito. 

"El malestar de la sociedad cubana evidencia un vacío de representación del Gobierno y del Partido Comunista, pero no supone automáticamente una capacidad de representación de la sociedad civil y de la comunidad pro democrática. Hay que salir a buscarla. Hay que mostrarle a la sociedad que hay actores de la sociedad civil que pueden convertir ese malestar en una alternativa e ir llenando ese vacío de representación que se está presentando en la sociedad cubana de un modo abismal. Incluso atrapa a los militantes del Partido de base. Muchos no se sienten representados por el Gobierno".

Para el miembro del Consejo para la Transición Democrática en Cuba (CTDC) lo sucedido con Pérez Velázquez en Holguín refleja el éxito estratégico de la iniciativa.

"Se estableció una conexión representativa entre Zuleydis y su comunidad. Ya ella no es solo representativa de una idea, un proyecto, que la hacen legítima como actora de la sociedad civil, sino que se convierte en representante de un sector de la comunidad y así la están viendo". 

En la misma línea se expresa Michel Fernández, miembro del Frente Democrático de Concertación De Frente, constituido en septiembre de 2022 por la Asociación de madres y familiares de los presos políticos por la Amnistía, Cuba Próxima, Archipiélago, la Asociación Francesa por la Democracia en Cuba, el Movimiento San Isidro, la Coalición Feminista Cubana y el CTDC, además de cubanos que no pertenecen a ninguna plataforma u organización. El objetivo de De Frente es que las organizaciones que lo integran se pongan de acuerdo respecto a principios y una hoja de ruta.

"La oportunidad más clara que hay dentro de un sistema totalitario como el cubano es la de estas elecciones a nivel de circunscripción, porque las personas son nominadas directamente. Las experiencias anteriores han estado mediadas por la represión y el descrédito hacia estas personas, pero creo que sería un buen intento. Si logramos crear un movimiento popular que apoye a candidatos que no se subordinen al Partido Comunista de Cuba eso puede poner en crisis al sistema, pero todavía estamos muy lejos de eso", explica Fernández.

Debido a la alta probabilidad de que el régimen, nuevamente, obstruya la participación de la sociedad civil en las "elecciones" municipales, el CTDC advirtió en un documento que promovería la abstención

Abstenerse no es un delito, ni en el Código Penal actual ni en el que pronto entrará en vigor, pero abogados consultados por DIARIO DE CUBA alertan que puede considerarse delito promover o impedir que otros voten.

"Sabemos lo que el Código Penal establece. No obstante, creemos importante trabajar en la dirección de que, si se obstruye, como está sucediendo, la capacidad de representación plural, tal y como la sociedad cubana demanda, trabajaremos en la dirección de la abstención. Habrá que hacerlo de un modo inteligente para eludir la acción potencial del Código Penal, pero hay que asumir la consecuencia de los actos que uno promueve. Ya en su momento se verá cómo presentaremos públicamente esta campaña. Cuando el Código de las Familias hubo un nivel altísimo de abstención", recuerda Cuesta Morúa.

"Estas son elecciones de delegados de circunscripción; creo que para las próximas elecciones generales todos los grupos y personas que no están de acuerdo con el sistema político cubano, y la oposición, deben ir con una decisión común", señala Fernández.

"Debe crearse algún mecanismo de concertación para que todos los grupos manden el mismo mensaje al pueblo de Cuba. No sé cuál sería, eso es una decisión de todos los grupos de la oposición. Podría ser 'abstención', 'no participación' o 'apoyo a candidatos independientes', pero debe ser el mismo. No podemos mandar mensajes diferentes, o sea, anular las boletas y otros decir 'absténganse', porque entonces se difumina la fuerza que pueda tener esta posición".

Opositores que intentaron postularse en años anteriores, como Hildebrando Chaviano y Legrá, no buscarán sus candidaturas este año, aunque apoyan la iniciativa actual. Pero varios sectores de la oposición y el exilio consideran que este nuevo intento fracasará y que si algún opositor logra su nominación solo servirá para legitimar el proceso que el Gobierno presenta como democrático.

Fernández comprende a quienes tienen esa postura, pero opina que lo que se consigue mediante el intento de postular ciudadanos independientes a las elecciones es "poner en jaque al sistema y demostrar exactamente cuáles son los límites ilegítimos que él impone".

"Sí creo que es una vía válida y que puede por lo menos iniciar el interés de las personas", sostiene Fernández, aunque está consciente de que la Seguridad del Estado recurrirá a la represión y "al descrédito" de los candidatos.

"La ausencia de éxito no supone el fracaso de una iniciativa", afirma por su parte Cuesta Morúa. "En términos estratégicos, Hildebrando Chaviano, Candidatos por el Cambio y Otro 18 tuvieron éxito, porque marcaron los pasos hacia la legitimación de la sociedad civil y la comunidad prodemocrática frente a la ciudadanía".

"Muchos de los candidatos que participaron empezaron a ser vistos de otra manera por sus comunidades. Las personas comenzaron a mirarnos de otra forma por la gente que nos daba la espalda. Mostramos que había un camino real que permitiría a los ciudadanos obtener una representatividad de mayor calidad, mayor y más abierta, y el Gobierno la obstruía. El problema comenzó a ser para el Gobierno".

En opinión de Cuesta Morúa, el hecho de intentar darle voz a los de abajo, a diferencia de los delegados oficialistas "que solo transmiten la voz de los de arriba", se convirtió en la nueva imagen de muchas de esas iniciativas frente a la ciudadanía y el régimen vio en ello un peligro potencial. 

Añade como fundamental "marcar un paso institucional y constitucional de empujar por la democratización de Cuba reduciendo el costo de la violencia y al mismo tiempo, fortaleciendo la cultura del derecho y de la ley".

Sobre la "dichosa legitimidad del régimen o no", plantea que la acción política no parte de la legitimidad o la ilegitimidad de los actores presentes, sino de la realidad, "de la fuerza con que cuenten los contendientes, de la habilidad con que las partes sepan adelantar sus iniciativas, de cuánto poder tiene cada quien en el escenario que se pretende cambiar".

En ese sentido, Cuesta Morúa recuerda el plebiscito en Chile en 1988 y la transición en Sudáfrica

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