La salud dental es un indicador de calidad de vida en cualquier país. En Cuba, bajo la eterna crisis generalizada, es uno de los sectores más afectados y de mayor sensibilidad. Los servicios estomatológicos y maxilofaciales están entre los más deteriorados y de los que más molestias causan en la población.
"Llevo un mes con una muela para empastar y nunca hay con qué. A la tercera vez pudieron ponerme una curita porque las dos veces anteriores no hubo torundas o no había material estéril por falta de corriente. A veces sacan de mañana temprano las dichosas torundas, pero enseguida se acaban con los primeros pacientes. Casi siempre amistades o familiares de los trabajadores", comenta Enrique, un holguinero desesperado.
"El dolor que he pasado es tremendo, porque primero tenía que tomar antibióticos y no venden. Los encontré en la calle y gracias a eso pude bajar la hinchazón que tenía y el dolor se quitó. La misma doctora me lo sugirió, porque no hay", explica.
"Ahora me dijeron que buscara también por internet el empaste y lo compre para poder ponérmelo porque este año no les han suministrado y lo más probable es que ya no entren. Me dijo. Y si no lo consigo rápido, me vuelve la infección y es probable que haya que sacarla y entonces tener que conseguir antibiótico y anestesia, que tampoco hay. Se nota que los dentistas están muy decepcionados y nosotros, el pueblo, sufriendo. Esto nunca estuvo así tan destruido como ahora, ni en los 90", opina.
El deterioro de los servicios estomatológicos en Cuba tiene varias facetas. Desde el pésimo estado técnico de sillones e instrumentos de trabajo, su carencia además de la de los insumos, las dificultades docentes al no poder practicar lo suficiente antes de graduarse, al éxodo de personal calificado, que aún no se hace sentir por la paralización casi total de los servicios.
Beatriz, que es trabajadora gastronómica, da muchísima importancia a su presencia porque trabaja con el público. "No sé cómo se me complicó un diente y me comenzaron a hacer un TPR hace dos años y todavía no lo he podido terminar por falta de los productos y barrenas que deben usar. Simplemente me dicen que no hay, ¡y ya! Me dejaron eso abierto ahí hace como un año, y paso tremendo trabajo."
"No me lo pueden cerrar (el orificio en el diente) ni tampoco lo pueden terminar. ¡Una locura! Y en la calle aparecen de vez en cuando empastes y anestesia, pero los instrumentos y los productos para un TPR no los venden. Ya ese diente seguramente lo perderé y me tengo que poner una prótesis, también en la calle con los particulares, porque ese servicio también está parado", añade.
Yamisleidis, manicurista, también sufrió mucho, no solo con el dolor de muela, sino también para atenderse en la clínica estomatológica. "Y todavía no he resuelto del todo, solo fue una cura hasta que aparezca el empaste", explica. "Estuve media hora sentada en el sillón esperando a que apareciera una fresa, que es con lo que barrenan. Estaba súper molesta, con la cabeza más baja que el cuerpo, porque el sillón no funcionaba bien y se quedó fijo en esa posición. Un desastre."
"La doctora tenía que inclinarse para atenderme y a cada rato se paraba, porque le daba dolor de espaldas. Cuando finalmente apareció la dichosa fresa, la tragedia no paró, porque aquel equipo echaba agua por donde quiera. Me preguntó si lo dejaba o seguía y yo quise seguir para resolver, pero salí con la blusa empapada de allí. Nada funciona, estamos perdidos en este país", dice con pesar.
Javier, estudiante de cuarto año de Estomatología, comenta a DDC que, "a pesar de que los materiales para los estudiantes están priorizados, la verdad es que la mayoría de las veces simplemente no hay y no hemos podido practicar mucho. Estamos flojos en eso. Y hay procedimientos que, la verdad, no es que lo hemos practicado poco, realmente nunca lo hemos hecho. Nos quedamos con la teoría solamente".
"Hay un desencanto tremendo. Solo se atienden urgencias, y no hay ni para eso muchas veces. Este año pocas veces se han dado turnos a los pacientes. Cuando comenzamos había embullo con las misiones (en el extranjero) y el salario parecía que lo habían subido. Ahora la mayoría de los estudiantes solo hablan de irse, incluso antes de graduarse, y de la misión, si acaso se diera", comenta.
"Nadie cree que esto vaya a mejorar, ni que tengamos un buen futuro. Se han ido muchos estomatólogos, y eso no es nada con los que se van a ir si le dan un chance. Antes, aunque el salario era igualmente insuficiente, se podía amar la profesión. Pero si no hay con qué trabajar, ni eso nos sostiene. Así no se puede."
Algo muy propio de un cagadero tercermundista, o sea, algo muy normal. Gracias, Fidel.