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'Caminos que destruyen personas y familias': la única elección que deja la Revolución cubana

'Criar a tus hijos con decencia para que cuando sean adultos te ayuden en la vejez es un cuento de hadas en Cuba', dice una madre de tres hijos.

La Habana
Cola para comprar pan en Diez de Octubre y San Francisco, La Habana.
Cola para comprar pan en Diez de Octubre y San Francisco, La Habana. Diario de Cuba

Como en la mayoría de los hogares habaneros, el calendario de apagones se suma al caos en la sobrevivencia de Paula Bravo, madre de dos menores y un adolescente. La preocupación de desconectar los equipos electrodomésticos más importantes —refrigerador, televisor, ventiladores y ordenador– unos minutos antes del apagón pronosticado diariamente, se ha convertido en "tarea sagrada" que impone y fastidia a toda su familia.

"Es estresante estar pendiente de la nueva cuota de 'apagones solidarios', pero a quien se le rompa un equipo por estos tiempos mejor que se corte las venas. Mi verdadero estrés no es porque se eche a perder la comida, sino que se joda el refrigerador en este país, donde comprar un ventilador es un problema que pone patas arriba la vida de cualquier familia trabajadora", comenta.

Sin prescripción médica, Bravo consume clordiazepóxido. Cada blíster de este ansiolítico le cuesta entre 200 y 250 pesos en el mercado negro, y se toma dos mensuales.

"Sé que no es solución automedicarme, pero de otra manera no podría con todo: el trabajo, las colas diarias, el dinero que nunca alcanza, el mismo matrimonio que se derrumba por el agobio y por las ganas de nada. Nosotros ni soñando podríamos reunir dinero para irnos del país, ni tenemos familiares en el extranjero que puedan ayudarnos en eso. Nos toca la 'continuidad', que cada día agrega otro peso a las espaldas de las familias humildes", lamenta Bravo. "Nunca he pisado una tienda en divisas, ni podré, aunque el Gobierno crea que vender dólares a una trabajadora que con su salario no puede comprar leche a sus hijos es una buena idea".

La sobrevivencia en Cuba adquiere matices de tragedia en muchas familias. Puertas adentro, el hogar de Adrián, un joven de apenas 35 años de edad, atraviesa en silencio su recaída en el consumo de estupefacientes, luego de que las autoridades le impusieran una multa de 4.000 pesos, supuestamente por actuar como "colero".

"Me rendí, no pude más. Lo único que hago en este país es trabajar y hacer colas. No me meto en política ni opino sobre nada, y me costó dos años rehabilitarme, en los que fui tratado como delincuente y no como enfermo. Por querer comprar diez cajas más de cigarros, porque no puedo pagarlas a sobreprecio, me pusieron una multa equivalente a un mes y medio de salario. Ni vendiendo toda mi ropa y el ventilador podría pagarla", relata Adrián ante la mirada de sus padres, afectados por el estrés de la vigilia permanente para que no ocurra lo peor: que atente contra su vida o que venda el refrigerador, el televisor, e incluso los escasos alimentos.

El drama empeoró tras la separación de Adrián y su pareja, embarazada de cinco meses, a consecuencia de su recaída en las drogas.

"Cómo puede sentirse un joven trabajador cuando la situación del país te empuja a elegir caminos que te destruyen a ti y a la familia. Mi pareja me amenazó con no dejarme siquiera reconocer a mi futuro hijo, si no salgo nuevamente del bache. Y realmente no tengo las fuerzas suficientes para lidiar otra vez contra la adicción, ni el coraje para lanzarme en una balsa y probar suerte en otro país. O vendo drogas, o me prostituyo o voy preso", añade el joven, mientras sus padres, en silencio, se unen al llanto de su único hijo vivo, pues su hermano mayor falleció a causa de un cáncer de esófago provocado por el consumo de alcohol hace cinco años.

Aunque históricamente el régimen cubano demora en admitir la fermentación de problemáticas sociales —violencia, machismo, racismo— que laceran el corazón de la sociedad civil en la Isla, nunca ha aceptado que la responsabilidad y la causa de esas problemáticas está en más de seis décadas de políticas económicas y sociales que hunden a la familia trabajadora, a los hogares más humildes, en un verdadero calvario cotidiano, donde el estrés y la angustia generalmente se sufren en silencio.

Las personas de la tercera edad y las mujeres suelen ser los sectores más afectados, y los que comúnmente se dedican a las actividades que más generan estrés: desde hacer las colas hasta intentar poner comida cada día en la mesa, proteger los equipos electrodomésticos de los apagones e incluso almacenar agua.

Según las cifras publicadas como parte de la II Encuesta Nacional sobre Envejecimiento de la Población (ENEP 2017), realizada por la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI) y el Centro de Investigaciones sobre Longevidad, Envejecimiento y Salud (CITED) entre noviembre de 2017 y enero de 2018, la población de 50 años y más residente en la Isla ascendía a 4.022.616 personas.

Otro dato de interés reflejado por esa encuesta es que en Cuba los hombres disponen de mayor diversidad de fuentes de ingresos mensuales que las mujeres. Nueve de cada diez personas del sexo masculino disponían entonces de ingresos propios por concepto de salarios, jubilación, rentas y ahorros, lo cual estaba presente en seis de cada diez mujeres de este grupo etario.

"La angustia de sobrevivir estresada, esa es la verdadera conquista de esta Revolución", espeta Sara luego de intercambiar con un vecino cinco libras de azúcar por un blíster de fenobarbital. Su condición de madre de tres menores y el no lograr conseguir el círculo infantil para dos de ellos, la obligó a abandonar su trabajo y depender económicamente de su esposo.

Los moretones visibles en su cuerpo describen por sí mismos cómo su esposo "libera el estrés de mantenernos, sin querer entender que para yo poder trabajar tendríamos que invertir tres salarios en un 'cuido' particular para los dos más chiquitos".

"Me paso el día con ellos a cuestas en cualquier cola que aparezca. Lavo y plancho para la calle los días que en el barrio no tocan los 'apagones solidarios', rezando para que no se rompan la lavadora y la plancha, que ya están viejas. Revendo cualquier mercancía que me caiga en las manos, después de 20 años de trabajar y no haber cometido un solo delito. No me he comprado un blúmer o un creyón de labios en años y mi cabeza ya se olvidó de qué es una peluquería. Y, sin embargo, lo que obtengo a cambio es maltratos y este vicio por el fenobarbital, que es lo único que me ayuda a levantarme todos los días y seguir luchando", señala Sara, de apenas 42 años de edad.

Como la inmensa mayoría de las madres trabajadoras, o ex trabajadoras, no tiene otra que "encanecer entre la angustia de vivir entre colas, apagones eléctricos, soñar con los dólares que nunca tendrás, una casa que se te cae a pedazos, embutirte de pastillas para olvidarte del estrés, el dolor físico y las mentiras del Gobierno".

"Criar a tus hijos con decencia para que cuando sean adultos te ayuden en la vejez es un cuento de hadas en Cuba. El día en que las mujeres cubanas puedan ser totalmente sinceras, se sabrá con exactitud la verdadera realidad de esta Revolución", asegura.

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5 comentarios

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Profile picture for user Balsero

Del Hombre Nuevo, todo involucionó al "Hombre que sobrevive". Inventar, resolver y sólo dedicarse a algo tan elemental como los alimentos, es el día a día del pobre cubano. El gobierno arruinó todo lo que pudo. Creo que no hizo más daño porque es lento, burocrático. Rompió vidas y familias, se adueñó de las pertenencias de la gente, de la libertad y hasta de los sueños. Ya habrá algún momento que se mire en retrospectiva el grado de desastre que fue causado por el la dinastía Castro Ruz. Eso sí: ninguno del clan es pobre, o vive de la libreta.

Asi es hermano, acabaron con el pais y con las personas

Profile picture for user Pedro Benitez

La aduana a cada rato habla sobre el tráfico de cocaina en los aeropuertos. Pero el consumo de piedra de cocaina en los barrios más pobres crece rápido. El costo social de la más adictiva- de todas las formas de- cocaina es altísimo. Porque la psicólogia del temor potencia la adicción.

El marido golpea a la mujer en la casa,mientras en la calle mira al piso y balbucear incoherente mientras dos policías palestinos flacos lo ofenden y empujan a la vez que le quitan lo encontrado en una jabita.Volcamos la frustración en agresividad con la pareja,los padres,hijos,el vecino,cualquier desconocido que nos miró atravesado.En fin un pueblo de agresivos p...jos que se matan a si mismos al no poder huir.Veo con preocupación esa entrada de cubanos con cero valores a un país que por agresión verbal puedes ser demandado, imagínense si agreden a otra persona.No hablemos del consumo de estupefacientes,acá sobran.Espero cambien y se pongan a trabajar,muchos acá tienen licencia de armas y si te pasas te pueden llenar el trasero de plomo,esto no es el estado fallido de Cuba.

Profile picture for user Pamela Landy

Dios nos acoja confesados querido Carlos. Ya están pululando por el centro de Europa tal y como los describes.
Salu 2, Pam Landy