Según los argumentos empleados por el periodista oficialista Ernesto Estévez Rams para atacar a la madre cubana Amelia Calzadilla tras su estallido en redes sociales por la falta de gas, los apagones y las dificultades para alimentar y vestir a sus hijos menores de edad, en Cuba no hay auténticos motivos para un arranque como el de esta mujer, quien —dice Estévez Rams— "hiperboliza" los efectos negativos de la escasez y la inflación, los dirigentes no serían "gordos, ni panzones, ni vive bien", como ella los pinta, y sufrirían lo mismo que el pueblo.
Una mirada a la brecha salarial entre trabajadores y dirigentes cubanos, y al tratamiento laboral aplicado durante la pandemia, sin un enfoque diferenciado para los sectores más vulnerables, entre los que sobresalen las madres con varios hijos y/o con adultos mayores a su cuidado, haría que Estévez Rams sintiera alivio de que no hayan salido miles de Amelias (y Amelios), no a quejarse en las redes sociales, sino a las calles.
En medio de la pandemia de Covid-19, la Resolución 19 de 2020 de Ministerio de Trabajo y Seguridad Social del 22 de mayo de 2020 dispuso que los trabajadores cobrarían el salario íntegro durante el primer mes de interrupción y, a partir del segundo, el 60%.
Es importante aclarar que ese 60% era del salario básico y no tenía en cuenta, por ejemplo, antigüedad ni incrementos salariales por maestrías o doctorados.
Esto significa que los trabajadores cubanos, especialmente del sector de la Administración Pública, a partir del segundo mes de interrupción recibieron como promedio 1.260 pesos, mientras los dirigentes percibieron 5.706, asumiendo que durante ese tiempo cobraron el 60% de su sueldos y teniendo como patrón de referencia los salarios aprobados con la tarea ordenamiento.
En Cuba, la administración pública como sindicato específico (obreros de comunales y de otros servicios subsidiados) tiene más de 55.000 afiliados estatales y más de 6.000 no estatales, de los cuales unos 41.000 son mujeres.
La Federación de Mujeres Cubanas (FMC) no realizó acciones para garantizar un trato diferenciado hacia ellas o, al menos, para analizar los casos individuales en el contexto de la pandemia. Tampoco el Programa Nacional para el Adelanto de la Mujer sirvió para buscar soluciones que aliviaran la situación de las cubanas más afectadas por la expansión del Covid-19.
Como puede inferirse, valorando únicamente el indicador salario, la desigualdad existente entre la clase trabajadora y la dirigente es de más de cinco veces. A ello se suma que estos últimos cuentan con vehículos asignados y reciben otros estímulos, como cuotas extras de comida, una situación muy diferente a la de la población, cuyo acceso a alimentos, medicamentos y productos de aseo empeoró con la pandemia y la implementación de la Tarea Ordenamiento.
Las desigualdades en Cuba no son solo entre quienes reciben remesas del extranjero y quienes solo cuentan con los salarios que paga el Gobierno para intentar comprar la moneda libremente convertible (MLC) en el mercado negro, exponiéndose a ser sancionados con años de prisión.
Los dirigentes que le exigen sacrificios al pueblo también disfrutan de un nivel de vida al que no puede acceder la inmensa mayoría de los cubanos, entre los que se incluyen muchos defensores del régimen. Incluso entre los militantes de Partido Comunista de Cuba (PCC) hay brechas de la desigualdad que la Revolución cubana prometió eliminar, como demostró la reciente denuncia de Alain Rafael Varela Fernández, profesor de secundaria básica y padre de tres hijas, quien contó a DIARIO DE CUBA que duerme con miedo de que a él o a su familia les caiga encima un pedazo del techo del edificio donde viven.
Varela Fernández aseguró haber planteado el problema en varias ocasiones a los delegados del Poder Popular. La respuesta que ha recibido es que no hay presupuesto.
"¿Y los hoteles que se erigen en La Habana? ¿Sí hay materiales para eso? Es lo que no entiendo en este país", cuestionó este miembro del PCC, que habría resuelto el problema de su vivienda si pudiera asumir el gasto, pero gana 4.800 pesos al mes con los que debe mantener a su esposa —enferma de los nervios desde hace cuatro años, por lo que no puede trabajar— y a sus hijas.
El salario de 4.800 pesos de Varela Fernández es incluso menos que los 5.706 que cobraron los dirigentes cubanos —todos miembros del PCC, como él— mientras supuestamente recibían solo el 60% de sus salarios debido a la pandemia de Covid-19.
El profesor afirmó que "duele mucho ser miembro de PCC y que no te resuelvan ni ayuden". Olvidó que en las filas del partido único de Cuba también existen clases.
Ya salio una "Amelia" en Miami pero aqui se hacen los "locos".
No hay gas, así que Cuba está "singá" con presi "singao"