Alberto Müller (La Habana 1939) matriculó la carrera de Derecho en la Universidad de La Habana en 1959. Por la época, el centro universitario se convirtió en un núcleo de resistencia al avance de la ideología comunista. En mayo de 1960 Alberto Müller coorganizó una protesta contra la visita del dirigente soviético Anastás Mikoyán a Cuba. La siguiente entrevista precisa detalles de aquel evento y sus consecuencias.
Alberto Müller es fundador del Directorio Revolucionario Estudiantil (DRE) el 23 de septiembre de 1960 en la ciudad de Miami. Fue apresado en Cuba el 21 de abril de 1961 y sufrió 15 años de prisión. Cada etapa del Directorio Revolucionario lo consagró en la historia de Cuba por su arrojo. El Directorio de 1960 sumó los siguientes mártires a una lista que contiene a Rafael Trejo y José Antonio Echeverría: Juan Pereira (Juanín), Virgilio Campanería, Abelardo Aguiar, Alberto Tapia Ruano (Tapita), Marcelino Magaña y Ernesto Díaz Madruga.
En 1976 Alberto Müller salió de prisión y en 1979 emigró a Estados Unidos. Allí se ha desempeñado como periodista; primero como columnista del Diario de Las Américas durante 21 años, y luego en Radio Martí, donde ha trabajado durante 15 años. Ha escrito varios libros entre los que destaca Valgo más vivo que muerto, sobre Ernesto Guevara. En la actualidad concluye sus memorias cuyo título provisional es Pobre Cuba. "Es la frase que Jorge Luis Borges me dice en 1983, en Caracas, cuando nos presentan y le mencionan que yo era un expreso político", explica.
Alberto Müller es casado y vive en la ciudad de Miami. Tiene tres hijos y cuatro nietos.
¿Cuáles eventos perfilan tu distanciamiento de la Revolución?
La Revolución empieza a arrojar dudas con los fusilamientos en masa y sin apego al ordenamiento jurídico vigente. Luego viene el proceso contra los aviadores y la condena a Huber Matos; la sensación, en un principio, de que se atendía mucho el acercamiento a Moscú y no la libertad y promesas democráticas del proceso revolucionario. Entonces sobreviene la invitación de Fidel a Anastás Mikoyán, que para nosotros era un asesino. El verdugo de la revolución húngara de 1956.
¿Cuáles son los antecedentes de la manifestación contra la presencia de Mikoyán?
A finales de 1959 llega a Cuba Alexander Alexeiev. Llega como periodista de Pravda, lo que era una pantalla, pues él era un oficial de la KGB y más tarde sería el embajador de la Unión Soviética en Cuba. Él nos dio una entrevista pensando que éramos simpatizantes del régimen soviético y nos dijo que la Revolución iba hacia el comunismo. Eso lo publicamos de inmediato en Trinchera, que era un periódico que editábamos en la Universidad. Los diarios de la época reprodujeron la entrevista y le dieron gran repercusión. Entonces, Alexeiev quiso desmentirla, lo que fue un error suyo porque nosotros teníamos una fotografía que nos habíamos hecho con él y una serie de sellos con la hoz y el martillo que nos había regalado.
¿Cómo se concibe y desarrolla la manifestación contra Mikoyán?
La visita de Mikoyán en febrero de 1960 era pública desde finales de 1959. Los organizadores fuimos Tomás Fernández Travieso, Juan Manuel Salvat, Joaquín Pérez Rodríguez, Antonio García Crews y yo. Discutimos tres variantes. La que nos pareció más práctica fue la de citar a todos los estudiantes en el Parque Central, después que Mikoyán pusiera una corona de flores a los pies del Monumento a José Martí.
Compramos una corona con la bandera cubana hecha con flores y una banda que decía "A ti, querido apóstol, en desagravio por la visita a Cuba de Anastás Mikoyán". La corona de Mikoyán llevaba la hoz y el martillo; él la puso a media mañana y nosotros la nuestra al mediodía.
Nosotros éramos 50 o 60 y tuvimos un breve forcejeo con guardias de seguridad que había en el parque. El policía que custodiaba la corona de Mikoyán se puso nervioso y disparó al aire. Como estaban todas las azoteas custodiadas por las actividades de Fidel con Mikoyán, comenzó una balacera al aire que hizo de aquello un infierno.
Esperábamos a otros 300 o 400 estudiantes que nunca llegaron porque cuando se armó aquella balacera cerraron los accesos al lugar. Después yo entrevisté a estudiantes que me confirmaron que no pudieron llegar.
Eugenio Suárez Pérez, coronel retirado, exdirector de la revista militar Verde Olivo y director, según la enciclopedia castrista Ecured, de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, autor de un grupo de libros sobre la Revolución y Fidel Castro, publicó un artículo en el diario Granma donde describe la protesta: "Alrededor de tres cuartos de hora después de retirarse el vicepremier soviético, un reducido grupo de individuos irrumpió en el Parque Central, portando carteles contrarrevolucionarios y un cojín de flores. Cuando el grupo intentó llegar hasta la estatua de Martí para romper la corona depositada por Anastás Mikoyán, el pueblo se abalanzó sobre los provocadores, frustrando sus propósitos". ¿Qué opinión le merece esta descripción?
La descripción es básicamente incierta. Los carteles daban vivas a Fidel y la Revolución y rechazaban a Mikoyán y el comunismo, por lo que no se puede decir que eran contrarrevolucionarios. De eso hay fotos. La revista Life hizo un magnífico reportaje fotográfico que apareció en su número del 15 de febrero de 1960. Pero, además, están las de la prensa de la época; recuerda que aún había libertad de prensa.
Nuestra corona representaba una bandera cubana hecha con flores, no era un "cojín de flores", y nuestro propósito era ponerla junto a la de Mikoyán en la base del monumento a Martí, lo cual conseguimos. Nunca nos propusimos romper la corona de Mikoyán. El pueblo no se abalanzó sobre nosotros. A excepción del forcejeo con los guardias de seguridad, no hubo ningún otro incidente. Allí lo que había era un escaso número de paseantes.
Nuestro objetivo era colocar la corona y dejar sentada nuestra protesta por la visita a Cuba del asesino del levantamiento libertario húngaro de 1956. Te diría que eso se cumplió al cien por ciento. Yo nunca pensé que la protesta fuera a obtener la relevancia que tuvo.
¿Qué hacen ustedes durante ese fuego?
Nos quedamos allí, a algunos los detuvieron. La gente empezó a irse y yo también. En un momento determinado, detienen a Salvat y yo me paro frente a la perseguidora para que no se lo lleven. Me detienen también y nos llevan juntos para una unidad de la Seguridad del Estado que estaba en 5ta y 14, en Miramar. De allí nos llevaron a una estación policial en La Habana Vieja, donde estaba el resto de los detenidos, y no nos soltaron hasta el día siguiente al mediodía.
¿Cómo llega la expulsión universitaria?
El Parque Central nos da mucha visibilidad en el ámbito universitario. A favor y en contra. De inmediato se organiza una asamblea. En ella no se planteó nuestra expulsión, te diría que la mayoría del estudiantado universitario simpatizaba con nosotros. Rolando Cubelas era el presidente de la FEU y pronuncia allí la frase "Humanismo sí, comunismo no", que habían dicho varios dirigentes revolucionarios, Fidel entre ellos, pero que da la medida del rechazo a la ideología comunista entre una parte del estudiantado.
A las dos o tres semanas se cita una segunda asamblea. Para sorpresa nuestra empiezan a llegar a la universidad camiones con personas que no eran estudiantes para participar en ella. Ellos la copan. Allí fue donde el Consejo Universitario acordó la expulsión de Tomás Fernández Travieso, Juan Manuel Salvat y mía. Toda la FEU se pone contra nosotros, con excepción de Luis Boza, que era presidente de la Escuela de Ciencias.
¿Les dan algún documento de expulsión?
No, no nos dieron ninguno, la arbitrariedad no cree en documentos. Fue un día muy triste para mí. Ser universitario fue siempre una ilusión, una expectativa de completamiento personal. Fuimos los primeros expulsados de la Universidad de La Habana bajo el comunismo, no sé si los primeros de todo el país, habría que ver en las otras universidades, pero sí de la Universidad de La Habana.
¿Qué opinión tienes de la exclusión universitaria por motivos ideológicos?
Una Universidad no debe representar ninguna ideología. La Universidad debe ser el recinto para todas las maneras de pensar, no una plataforma de expresión de una ideología.
Los cubanos tienen especial proclividad a presentarse como los primeros en cualquier caso. Ya en 1959 hubo gente expulsada de la Universidad de La Habana por razones políticas, en particular quienes olían a batistianos, pero desde luego habría que precisar en qué fecha Cuba cayó bajo el comunismo: ¿desde que Castro asumió como primer ministro, o desde que dictó la Ley de Reforma Agraria, o desde que desbancó a Urrutia, o desde que encarceló a Matos, o —como se infiere de este artículo— desde la llegada de Alexeiev o la visita de Mikoyán?
Gualterio___ Usted cada vez se me parece más a Papo Weston con esas boberias tratando de "colarla". ¿Qué relevancia tiene ubicar el comunismo en la escala del tiempo castrista? Da igual si a este señor lo echaron por batistiano de la universidad (mientras no haya cometido delito de sangre) es una injusticia. El castrismo desde el principio de la revolución ha estado eliminando todo lo que no sea de su confianza. Hoy en día siguen botando gente. Habitante.
Espero que a nadie jamás se le vuelva a ocurrir ponerle "revolucionario" a nada como si fuera signo de algo positivo o deseable. Esa palabra para los cubanos debe ser el equivalente de Nazi para un judío.
Tiene toda la razón. Si nos ponemos a pensar bien los hechos, y la Universidad de La Habana hubiese expulsado a los delincuentes que entraban a ella en los años 40s y 50s -bonchistas-, nos hubiésemos ahorrado el disgusto de tener a Fidel Castro ilusionado con controlar el poder en Cuba, luego de aprobar la carrera de Derecho amenazando de muerte a sus profesores. Ese siempre tuvo talento, claro, para joder a los demás sin trabajar.
Muy interesante la entrevista con Müller. Sugerentes todos sus recuerdos.