Aunque el contrato que firmó con la Unidad de Colaboración Médica del Ministerio de Salud Pública de Cuba no lo estipula, la doctora Elisandra del Prado tuvo que impartir docencia a un grupo de estudiantes de Rehabilitación en Venezuela. Esta obligación, que violaba su contrato laboral, le costó recibir amenazas de una alumna. Por este motivo, la trasladaron del primer CDI (Centro de Diagnóstico Integral) donde había sido ubicada, en La Estancia.
"Me amenazó porque agarró una baja nota y ella pensaba que era una alumna estrella, porque eso era lo que le habían hecho creer los profesores anteriores", relató Del Prado.
"Ha habido colaboradores amenazados por los propios venezolanos, porque violan la ética médica, maltratan a los pacientes… e inclusive porque no tienen medicamentos para darles, porque aquí lo que no hay es medicamentos, no hay insumos para cubrir las necesidades de la población. Prácticamente, esta misión es como una estafa al pueblo venezolano", señaló.
"Un caso que llegó a mi conocimiento: una paciente de 35 años llegó con una crisis asmática y no tenían medicamentos para asistirla, por lo cual la paciente falleció. A esos colaboradores los amenazaron. Inmediatamente, se reunieron el jefe de la Comisión Disciplinaria, el jefe del Estado, de atención al colaborador y los trasladaron".
"Vaya y compre los guantes para poder atenderlo"
Durante la pandemia, esta falta de insumos puso en riesgo las vidas de los pacientes y las de los propios colaboradores. La doctora Del Prado cuenta que no había medios de protección para tratar a pacientes sospechosos de tener Covid-19.
"No había guantes, no había mascarillas, no había sobrebatas. Las condiciones del médico que hace guardias 24 horas en las consultas de respiratorio... eso es deprimente porque ni siquiera contamos con un baño para bañarnos. Es decir, si yo atendía a un paciente positivo al Covid-19, tenía que cambiarme de ropa, pero no tenía dónde bañarme. En esa situación uno requiere de un buen baño", explicó.
"A mí, como médico, lo que me daba era vergüenza cada vez que tenía que atender a un paciente que venía con síntomas respiratorios y decirle que yo no tenía un par de guantes para hacerle el PCR. Tenía que decirle 'mire, vaya y compre los guantes, para poder atenderlo'", relató.
Mencionó la muerte de un colaborador de su misma provincia, Holguín. "Eso me duele, porque sé que en parte es por el descuido del Estado cubano. Vamos a estar claros, ya Venezuela está pagando por nosotros; lo que pase con nosotros les importa a los cubanos, no al Gobierno venezolano (…) Ese colaborador falleció por Covid, no hay más nada que preguntar. Una persona joven que fallece por problemas respiratorios, ¿qué era lo que tenía? Covid. ¿Por qué adquirió el Covid? Porque lo obligan a pesquisar en las horas de la tarde, al sol y sin protección ninguna".
Del Prado también estaba obligada a realizar pesquisas diariamente, bajo el sol. Debía recoger nombres de pacientes, ver si tenían fiebre, malestar general, síntomas catarrales, pero no recibía medios de protección para hacerlo.
"No había tapabocas en el CDI. En general, en el CDI no hay condiciones para tratar a los pacientes con Covid-19. Inclusive, el oxígeno, que es lo fundamental en estos casos de problema respiratorio, falta en el CDI. Las personas tienen que conseguir su propio oxígeno, por sus propios medios en muchas ocasiones. En esta consulta de urgencia no contamos con un carro de paro ni con un equipo para hacerle un electro al paciente. No hay esfigmo, no hay nada".
Granma anunció a finales de febrero que el Gobierno de Venezuela incluyó a los médicos cubanos en misión dentro de las personas con prioridad para recibir la vacuna rusa Sputnik, por lo que ya una parte de los profesionales había sido vacunada. En el área donde estaba Del Prado comenzaron a vacunar a los médicos y las enfermeras que trabajan en "zona roja", con pacientes positivos al coronavirus, aproximadamente el 6 de marzo, una semana antes de que ella abandonara la misión.
Cuatro días después de ella irse, empezaron a vacunar al resto de los médicos y al personal técnico. "Sí estoy segura de que a los primeros les pusieron la Sputnik 5. Creo que a los otros les pusieron la cubana".
Además de trabajar sin suficientes medios de protección en medio de la pandemia, Del Prado se vio obligada a alterar estadísticas. Como el CDI donde trabajaba, se convirtió en CDI Centinela, para la atención de pacientes con Covid-19, a la consulta de Fisiatría acudían "uno o dos pacientes diariamente".
Pero ella tenía que poner 20 y hasta 25 en la hoja de cargo, "para cumplir con un indicador" que le imponían. El asesor de especialidad, en mi caso de Fisiatría, me enviaba mensualmente el indicador de pacientes que tenía que atender. Semanalmente, había que entregar también un número de pacientes atendidos. Tenía que inventar, porque a la sala no venían casi pacientes por la situación de que el CDI era Centinela".
La doctora Del Prado dijo que conceder esta entrevista a DIARIO DE CUBA le ha "servido de terapia". Como todos los profesionales cubanos de la salud exportados por el Gobierno cubano, que han decidido ser libres, ha quedado en situación de indocumentada. El pasaporte que tiene solo sirve para viajar "en circunstancias de la misión".
"Yo solo espero que nadie pueda silenciar la voz de tantos médicos que hemos sido oprimidos por el sistema comunista. Nos ha obligado a mentir, a violar la ética médica, a tomar decisiones que nos duelen, porque estar alejada de mi hijo es lo que más me duele, porque es un pedazo de mí y le hago muchísima falta. Solo espero que el mundo abra los ojos y pueda ver la mentira tan grande que es la gran potencia médica cubana. Solo saliendo de Cuba, un médico puede darse cuenta de la gran mentira a la que están siendo sometidos cuando les proponen venir para una misión médica", concluyó.
