Los ministros que no fueron incluidos en el Comité Central del PCC

Los ministros cubanos que no fueron incluidos en el Comité Central del Partido Comunista (PCC) durante el VIII Congreso de esa organización debían de mirarse por dentro. Porque, evidentemente, algo pasó con ellos para que no integraran, como algunos de sus colegas, esa instancia superior del PCC.

El argumento de que habría ministerios más importantes que otros se desvanece prontamente. Porque, ¿acaso es más importante el Ministerio del Comercio Interior que el de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera? Por supuesto que no.

Y, sin embargo, Betsy Díaz Velázquez integró el Comité Central, mientras que Rodrigo Malmierca quedó fuera de ese órgano de poder.

Claro que uno de los motivos que podrían explicar las exclusiones estaría relacionado con las deficiencias mostradas por esos ministros. El propio Malmierca no ha conseguido un despegue apreciable en el monto de la inversión extranjera en la Isla, a pesar de todos los llamados de la cúpula del poder por que se agilice ese proceso.

René Mesa Villafaña, en la Construcción, no logra que se cumpla el plan de construcción de viviendas, sobre todo aquellas destinadas a las personas declaradas como vulnerables.

Eduardo Rodríguez Dávila, en el Transporte, no ha podido impedir que el país pague grandes sumas de dinero por sobreestadía de los barcos que traen mercancías a Cuba. La cadena puerto-transporte-economía interna sigue siendo un problema para la economía nacional.

Manuel Sobrino, en la Industria Alimenticia, recibió no hace mucho los reparos del propio Díaz-Canel debido a la poca aplicación de la ciencia y la innovación en el trabajo de su organismo.

En el caso de Alpidio Alonso, y a pesar de lo que diga la elite del poder de dientes para afuera, parece ser que, en el fondo, la jefatura castrista no está satisfecha con la respuesta de los directivos del sector de la Cultura ante las protestas de los jóvenes artistas y los integrantes del Movimiento San Isidro. Aquí sobresale que ni el presidente de la UNEAC, Luis Morlote, integrara el Comité Central del PCC.  

Marta Wilson, al frente del Banco Central de Cuba, fue recientemente cuestionada en una Mesa Redonda por el viceprimer ministro Jorge Luis Tapia Fonseca debido a trabas que el sistema bancario antepone a los campesinos en el contexto de la Tarea Ordenamiento.

Y con respecto al titular de Agricultura, Gustavo Rodríguez Rollero, no llegó ni al VIII Congreso. Fue destituido unos días antes de que comenzara ese cónclave. Jamás pudo cumplir la promesa de entregar 30 libras de viandas al mes para cada consumidor.

Pero tampoco hay que pensar que Díaz-Canel desdeñe solo por la ineficiencia en el trabajo. Al benjamín del poder le gustan los ministros locuaces, que sean hábiles ante el micrófono, que expliquen bastante y que no deleguen en otros funcionarios los discursos que deban pronunciar ellos.

En ese sentido, es explicable que el presidente no las tenga todas consigo con Livan Arronte en el Ministerio de Energía y Minas; con Eloy Álvarez en el de Industrias; o con José Ramón Saborido en la Educación Superior.

Y quizás eso mismo haya influido en la salida de Polito Cintra Frías del Ministerio de las Fuerzas Armadas. Él era magnífico como estratega militar,  pero padecía de una micrófonofobia alarmante. No es exagerado pensar que desde que Díaz-Canel se acercó a los primeros planos del poder comenzó una especie de purga contra los dirigentes que no hablaban en público. ¿De qué otra manera explicar la misteriosa renuncia del poderoso general Abelardo Colomé Ibarra a la jefatura del Ministerio del Interior? A Colomé, más allá de los edificios de su ministerio, apenas se le conocía el tono de voz.

Mas, sea de un modo u otro, lo cierto parece ser que los ministros que ahora no integran el Comité Central del gobernante PCC están en la mirilla de Díaz-Canel para ser destituidos en cualquier momento.