El ganado perdido de Camagüey

Apenas tres meses y 13 días tras el triunfo de la revolución, un exultante Fidel Castro arengaba: "Nunca un pueblo entregó su peso con la confianza con que lo está entregando hoy el pueblo cubano; porque sabe que de eso no se perderá un solo centavo; porque sabe que hasta el último centavo se volverá tractor y se volverá crédito para los campesinos, y aquí hoy en Camagüey tuvimos la satisfacción de haber empezado ya a invertir el dinero de la Reforma Agraria".

Eran tiempos en los que el pueblo aún entregaba "su peso", luego el comandante, algo ansioso por lo lento de la entrega, nacionalizó todo y como mismo dijo él: "liberó a la masa campesina y a la masa obrera de la explotación" y, ya de paso, los liberó de su propiedad y sus pesos.

Poco después, en junio de 1959, una encuesta de la revista Bohemia afirmaba que el 85% de los camagüeyanos aprobaba la Reforma Agraria. ¿Cómo iban a imaginar los principeños que 60 años después, de las 1.100.000 reses que pastaban en sus grandes sabanas, solo quedarían 600.000?

Era difícil sospechar que tal infortunio azotaría a la "Suiza de América" cuando aún en 1989 Fidel les decía: "Les puedo asegurar, camagüeyanos, que aquí en los alrededores de esta ciudad se está construyendo el más grande centro lechero del mundo", refiriéndose a las 300 vaquerías de la Cuenca Lechera, proyecto patrocinado por la FAO que incluyó centros de cría de terneros y novillas, una fábrica de queso y una de leche en polvo, laboratorios y 100 kms de viales.

La Cuenca, como todos —sin excepción— los grandes proyectos agropecuarios del extinto gobernante, terminó siendo una maraña de marabú e islotes de concreto abandonados en los campos de Cuba, afeando el monótono paisaje de la Carretera Central.

Después de haber graduado 400.000 técnicos, mejorado la genética, introducido las técnicas Voisin, mecanizado la industria, experimentado con pastos, importado millones de toneladas de piensos, todo eso pagado con dinero soviético o de la FAO, en 1989 los cubanos comían menos de siete kilogramos de carne de res al año, diez veces menos que en 1956. Pero eso no fue suficiente infortunio pues, junto con el Muro de Berlín, el consumo de los cubanos cayó a menos de un kilogramo de carne de res al año. Es decir, desapareció.

Hoy Cuba tiene tantas vacas como Nueva Zelanda —casi millón y medio menos de las que tenía en 1958—, y con esa cantidad los neozelandeses producen 21.000 millones de litros de leche anuales. Cuba apenas ronda los 400 millones, 52 veces menos. Las vacas de Nueva Zelanda, solo en leche, crean más valor anual de lo que cuesta la comida de todos los cubanos —humanos— en un año.

En la "potencia ganadera" Camagüey, dice el Ministerio de Agricultura que solo el 9% de las vaquerías cumplen con los requisitos de bioseguridad. El resto padece de una alta infestación de marabú en los potreros y signos de sequía; por lo que cada año hay que suministrar agua en pipas a 90.000 cabezas de ganado, 15.000 más de las que están en ordeño.

Según Caleb Vega, exfuncionario agropecuario en Sibanicú, Camagüey, las causas están en la desmotivación de los ganaderos por la penalización del sacrificio de ganado y el control estatal de las producciones vacunas, pagadas a precio de monopolio. Hasta 1989 hubo muchísima inversión en ganadería, pero el 80% de la cabaña era estatal. Hoy esa proporción de propiedad se ha invertido, pero las inversiones para modernizar y ampliar los bienes de producción son muy escasas. "Vi vaquerías que tenían pozos llenos de agua, pero no tenían como sacarla por falta de turbinas", cuenta el especialista.

El ya anciano Fidel Castro seguía siendo un obseso de la ganadería. Según la prensa oficial, en sus últimos años transformó los alrededores de su casa en un laboratorio experimental de pastos. ¡Vaya patio que tenía el hombre! En 2017 le escribía en carta a Jorge Luis Tapia, a la sazón primer secretario del Partido en Camagüey: "Me agrada mucho la idea de que la provincia de Camagüey vuelva a ser la provincia que más leche y carne produzca en el país". ¿Cinismo o demencia senil?

Lástima que no pudo ver Fidel cómo en 2020 más de 31.000 reses han muerto en ese mismo Camagüey, la mayoría de hambre y sed por malos manejos. En consecuencia, el plan lechero se está incumpliendo en casi 20 millones de litros; algo que atormenta a su hermano Raúl, que parece que va a dejarnos sin lograr el vasito de leche que prometió.

No se sabe cuántas especies de vacas introdujeron los Castro en Cuba. Lo que sí se sabe es que casi extinguieron a la única especie de la cual dependía todo: el vaquero cubano, cuyo mejor exponente se daba en ese Camagüey que les entregó hasta el último peso.