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Sociedad

Prohibir la caza en Cuba, convertir los cotos en santuarios para la flora y la fauna

Grupos de animalistas divulgan propuestas para un Decreto-ley de bienestar animal que el Gobierno no acaba de presentar.

La Habana
Ilustración: no me fío.
Ilustración: no me fío. DDC

Se suponía que en noviembre iba a estar el Decreto-ley para el bienestar animal, o al menos eso prometieron las autoridades a los protectores, una comunidad de la sociedad civil que cada vez cobra mayor fuerza en la Isla. El régimen parecía contrariado por causa de las marchas, de los rescates de animales, de la actividad en las redes, así es que aseguró que habría una norma para este año, tal y como deseaban los activistas. Se dijo, incluso, que el Decreto ya estaba redactado, que solo era cuestión de ultimar detalles.

Sin embargo, llegó noviembre y nada bueno pareció suceder. En lugar de sacar el Decreto, el Ministerio de la Agricultura convocó una vez más al pueblo a opinar sobre el tema, mientras la estatal Zoonosis incumplía lo acordado y aumentaba su actividad de recogida de animales. De manera que los animalistas han perdido la paciencia: "¡Esta convocatoria que sale HOY es un sinsentido que yo tomo como una burla!", escribió Valia Rodríguez, creadora de la página Cuba contra el maltrato animal, en su muro de Facebook: "#Noviembre2020 es el mes de PRESENTAR YA el DECRETO LEY: lo que ya está escrito. ¡Noviembre2020 no es el mes para preguntar! ¡Ese tren ya pasó!"

El tema de la protección animal es, contrario a las apariencias, una cuestión espinosa para nuestra cultura, para la economía y hasta para el poder. Quizás por eso las autoridades titubean, inseguras, acerca de qué saldrá de bueno con normar tanto el bienestar de los animales.

Los protectores, finalmente, han aceptado el reto de opinar otra vez sobre el anteproyecto de Decreto-ley y han reunido una abultada lista de propuestas, organizadas en la página web CubaProtege. Lo llaman "un resumen de los principales problemas, y de cómo la mayoría de la sociedad civil cubana piensa que deberían resolverse y regularse en los meses por venir".

Son decenas de sugerencias que parten de la experiencia local y mundial de quienes dedican sus esfuerzos al cuidado de la fauna. Algunas van a resultar exageradas en el contexto actual (como crear un grupo empresarial para comercializar medicamentos para animales o una unidad especial de la PNR para enfrentar el zoocidio), otras van a ser demasiado sensatas para la sociedad en que vivimos, y otras llanamente polémicas:

Para quienes utilizan animales de trabajo, por ejemplo, los activistas proponen una lista de cuidados que incluye el período de tiempo en que el animal debe tomar agua, el peso del equino destinado a la carga o a la monta y la regularidad de la atención veterinaria, entre otras.

Sobre el tema de la caza y las peleas (actividades, ambas, caras a los militares), los activistas quieren que se prohíban terminantemente y que los cotos de caza se conviertan en santuarios para la flora y la fauna. En cuanto a la comercialización, dicen que habrá que "prohibir la comercialización de animales de compañía y de crías, como pollitos, pichones de aves y jicoteas" y "establecer impuestos elevados por la compra-venta de perros y gatos de raza".

También quieren que se reconozcan legalmente —y hasta se propicien por parte del Estado—, los centros de acogida (asilos), que ya perviven desde hace años en una especie de limbo legal en Cuba y son indispensables para evitar el sacrificio de animales como método de control de las poblaciones callejeras, que es lo que hace Zoonosis.

Los animalistas desearían disminuir los zoológicos y mejorar mucho las condiciones de aquellos que queden. También exigen "prohibir el sacrificio de perros y gatos para la alimentación humana o animal", capítulo que, en los tiempos que corren, ya empieza a ser populares nuevamente en Cuba.

Sobre el sacrificio religioso (el acápite quizás más polémico del ámbito del maltrato a los animales en la Isla) los activistas también opinan. No llegan a censurar las prácticas que incluyen el sacrificio, como ocurre en muchos países de occidente, pero sí proponen restricciones que las afectarían. Por ejemplo, piden que los animales sean ultimados sin sufrimiento alguno, también "considerar como delito la decapitación, mutilación y descuere de animales" y "prohibir el sacrificio de perros y gatos para rituales por ir en contra de la cultura del país".

En sentido general, los activistas quieren que las asociaciones y organizaciones sin ánimo de lucro que existen ya en el país —como PAC, CEDA y BAC— sean reconocidas por la ley y consideradas personas jurídicas, lo cual "implica modificar el inciso d), artículo 8 de la Ley No. 54, que imposibilita la constitución de nuevas asociaciones o sociedades protectoras de animales en Cuba". También quieren "adicionar al Código Penal, en su Libro II, un título que contenga los 'delitos contra el medio ambiente', incorporándose en él un capítulo que sancione el maltrato animal y el zoocidio y las reincidencias con penas privativas de libertad no inferiores a un año".

¿Escuchará el régimen, para variar, la opinión informada y preocupada de la sociedad civil? ¿Serán cumplidas en el futuro buena parte de las demandas de la comunidad protectora de animales? Podemos dudarlo.

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1 comentario

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SOLO PUEDEN CAZAR LOS CASTROS Y DESENDIENTES DE MILITARES,,,,,solo ellos pueden tener vida de lujo con lo que le roban al pueblo y al exilio con sus altos precios en las tiendas e impuestos de pasaporte y aduana.