Entre las cinco políticas aprobadas recientemente por el Consejo de Ministros en Cuba, la más explicada y la más importante en estos momentos es la relacionada con la comercialización de productos agropecuarios, debido a la crisis de desabastecimiento de alimentos en el país y la necesidad de aumentar su producción.
También es un viejo anhelo del Gobierno del Partido Comunista, necesitado de mostrar algún tipo de éxito económico que nunca llega en su fallido modelo productivo. Es en este contexto que ahora intentan desmontar trabas del sistema, pero con el cuidado de no modificarlo sustancialmente para no perder el control.
¿En qué consiste la nueva política para la comercialización de productos agrícolas?
Los ministros de Economía, Alejandro Gil Fernández, y Agricultura, Gustavo Rodríguez Rollero, comparecieron el pasado 5 de noviembre en el programa Mesa Redonda de la televisión estatal para informar sobre este tema.
Según Rodríguez Rollero, se espera que la nueva política "propicie incentivos para los productores y comercializadores en aras de incrementar sus niveles de actividad". El ministro dijo que el Gobierno se propone "eliminar el papel monopólico del sistema empresarial de Acopio". Ya es ganancia que por primera vez las autoridades reconozcan que es un monopolio y que hace daño a la producción y comercialización eficiente.
Como datos ilustrativos del fracaso económico del Gobierno, el ministro explicó que el país necesita, para garantizar 30 libras per cápita por habitante mensual, unas 154.000 toneladas de productos agrícolas como viandas, hortalizas y frutas. Pero este mes (debe ser la proyección de noviembre) el balance de productos es de 100.000 toneladas, es decir, "aún nos faltan más de 50.000 mil toneladas de productos que no tenemos producidas".
Rodríguez Rollero añadió que La Habana tiene solo 15.000 toneladas de las 29.000 que necesita en los agromercados y para el consumo social. "Tenemos que producir más y hacer más ofertas de productos para cubrir la demanda en los distintos tipos de mercados", afirmó.
Es inédito que los funcionarios reconozcan las deficiencias como resultado de una mala estrategia económica endógena, porque antes todos los males eran atribuidos al embargo estadounidense, ese histórico y oportuno chivo expiatorio del sistema comunista cubano.
Por eso, grosso modo, se percibe la política como una apertura positiva, si la comparamos con la hasta ahora vigente, de restricciones virulentas y trabas burocráticas. En ella se están perfilando, completa o parcialmente, algunas de las más importantes demandas históricas del campesinado cubano, de la oposición política, la sociedad civil y algunos economistas y especialistas en temas agrícolas.
Las "flexibilidades" abarcan el reconocimiento legal de todos los actores económicos que participan desde hace tiempo en la comercialización, de los destinos donde podrán desarrollar su actividad comercial, la intención de facilitar el crédito ágil y preciso, la posibilidad de exportar en algunos renglones, la descentralización parcial de la toma de decisiones y el traspaso del control de las regulaciones desde el nivel central hacia los territorios. Así como también una política fiscal menos asfixiante y la posibilidad de alquilar equipos y transportes sin obstáculos.
Entonces, ¿será finalmente la estrategia que necesitamos?
No, no lo es. Tiene "patas cojas" que van a minimizar el efecto estimulador de la producción al que dicen aspirar. Por ejemplo, si desean eliminar el papel monopólico de Acopio, ¿por qué no disponen una disminución del compromiso obligatorio para los productores de comerciar con la empresa estatal, actualmente castigado con multas?
En la práctica, solo así podría haber un espacio justo de competitividad entre los diversos actores. Acopio tiene la prerrogativa de contratar más del 95% de las producciones, y en algunos casos hasta el 100%.
¿Cuál sería el espacio reservado para la competitividad con los nuevos actores aprobados?
Claramente, serán las sobras de Acopio. Los nuevos actores, que son los mismos de siempre ahora legalizados, deben seguir vigilantes y estar a la expectativa para poder aprovechar esa minúscula y denigrante oportunidad, como siempre han hecho, solo que sin la zozobra de la ilegalidad. Y a eso le llama el ministro Rollero "coexistencia armónica". La verdad, es un gran lío lo que se va a formar.
Los productores tendrán que ser algo así como "hienas comerciales", asechando al león de Acopio mientras aprovecha o desaprovecha su presa. Y cuando falle —porque no llegue a tiempo por falta de transporte o excesiva burocracia, o no tenga disponibilidad financiera para pagar en los plazos—, se creará esa oportunidad de comercialización "legal" para los cuentapropistas o los propios productores, con aquello que se derrama de sus fauces. Es mezquino hasta plantearlo.
La solución más justa sería la libre competencia, sin vestigios de proteccionismo ni privilegios a la empresa estatal. Pero lo más equilibrado sería, por ejemplo, bajar las prerrogativas comerciales de la empresa estatal a un 20%, justificado con los destinos sociales, y el 80% dejarlo a la competitividad del mercado, con libertad de contratación y comercialización. Eso sí sería un buen espacio al estímulo productivo.
Otro punto cojo será depender de la capacidad de los gobiernos locales de jugar un papel verdaderamente positivo. Hay precedentes negativos, como el mal manejo que hicieron en el gobierno de Mayarí con el precio del pasaje de los coches, que destruyó la estabilidad del transporte urbano por más de dos años.
Los precios serán el gran meollo, pues se mantiene un grupo importante de 18 productos agrícolas con precios topados nacionalmente para la comercialización mayorista, y cinco de ellos también en los minoristas. Eso no es garantía de un espacio de flexibilidad para el mercado de oferta y demanda en lo que resta.
El ministro lo dejó claro, "la política faculta a las administraciones locales del Gobierno para concordar precios por acuerdo de Acopio y minoristas aplicables por territorios a los productos agropecuarios que no tengan precios centralizados". Y son gobiernos que no tienen compromiso político con los electores, porque sus puestos no dependen de ellos sino del andamiaje partidista que lo selecciona y mide sus desempeños. No hay garantías de eficacia.
Sin dudas la nueva estrategia es un paso de avance, porque va en el camino de la solución definitiva, que es eliminar las trabas del bloqueo interno, pero no tiene cómo ser todavía la reforma que necesitamos. Le falta capacidad para "liberar las fuerzas productivas" del agro cubano porque arrastra un porcentaje demasiado significativo del lastre burocrático y controlador del sistema económico estatista y planificado. Precisamente el mismo que nos metió en el hueco profundo donde estamos atorados como nación.
Gracias por este artículo. En definitivas, lo aprobado por el Consejo de Ministros del día 5 es un "sí, pero no", aunque la letra del Granma haya provocado espejismos. Sigue el régimen mordiéndose su propia cola, y la gente sin comida.
Tremenda muela pa' na'. Este periodista les ha robado el dineto a Diario de Cuba