Estoy bien de salud, aunque agotada. Hoy he tenido que estar casi cuatro horas en una cola para comprar detergente, y al final no lo he conseguido.
Con la llegada del Covid-19 y las medidas de prevención que se adoptan, es necesario reflexionar sobre el estado mental de todos, especialmente el de las mujeres.
A través del mundo, la gente está soportando el aislamiento social y sus consecuencias, pero si uno agrega la falta de alimentos, agua potable y productos de aseo que sufrimos en Cuba, la situación es aún peor.
¿Afecta el estrés causado por estos factores de igual forma a las mujeres que a los hombres? Basada en mi experiencia personal y en los datos, puedo constatar que las mujeres constituyen el grupo de mayor vulnerabilidad a los trastornos emocionales en tiempos de pandemia. Las Naciones Unidas declararon que tras la crisis actual, habrá una segunda "pandemia en las sombras": la del aumento en la desigualdad de género. Para las mujeres que vivimos en sociedades como la cubana, hay aún otro nivel de opacidad: el del autoritarismo.
En nuestro entorno social, el género, las experiencias sociales, la familia, condiciones económicas, la escasez y la pobreza pueden afectar nuestra salud mental. El Gobierno alega que en nuestro país hombres y mujeres somos iguales, pero hay grandes diferencias. Las mujeres sufrimos con más frecuencia trastornos emocionales vinculados al estrés y la ansiedad, dado que la mayoría ha sido víctima de violencia física o psicológica. Las Naciones Unidas alegan que un 35% de las mujeres en el mundo ha sido víctima de la violencia perpetrada por su pareja, y que esta cifra sube hasta un 70% en algunos países; estos datos no toman en cuenta el acoso sexual.
La pandemia agrava el sufrimiento mental de las mujeres. Y la escasez de alimentos y productos básicos lo agudiza, ya que entre nuestros roles tradicionales está el de cuidar de la casa y el bienestar de los que allí conviven. Por otro lado, los roles del hombre ocasionan trastornos relacionados con adicciones como el alcoholismo, el tabaquismo y las conductas machistas.
Los valores altruistas de las mujeres destacan en esta grave situación. Muchas son las profesionales de la salud que realizan una arriesgada labor con los contagiados por el virus. Otras se han visto obligadas a prescindir de asistir a sus centros laborales para afrontar el cuidado de niños o ancianos. Están las que tienen una triple jornada laboral, ocupándose de la casa, el trabajo y la búsqueda de soluciones para afrontar la pandemia. Esto ha sido señalado en un reciente estudio hecho por la Universidad de San Martín de Porres, del Perú.
Nos preocupa cómo cumplir con el aislamiento social en un país donde los productos alimenticios o de aseo personal faltan en nuestras alacenas. Las cubanas no podemos almacenar lo indispensable, nos es imposible cumplir con el confinamiento. "Estoy desesperada", "no sé qué voy hacer con los niños", y "no tengo agua ni para lavar", son frases muy comunes dentro de la sociedad femenina cubana.
Mientras tanto, mis roles domésticos se han multiplicado. Tengo el deber de hacer conciencia del cumplimento de las medidas preventivas, cocinar, estar pendiente de lo que se necesita y, por supuesto, continuar mi labor como defensora de los derechos de las mujeres.
Sin embargo, lo más grave es que el aislamiento ha aumentado la vulnerabilidad de las mujeres ante la violencia machista. La agresividad de los convivientes y la hostilidad de los miembros de la familia que aún viven arraigados a los estereotipos de género son las formas más comunes de violencia contra la mujer en tiempos de cuarentena. El confinamiento puede ser una causa mortal para las que conviven con un maltratador o con una familia disfuncional. La prensa mundial ha considerado esto como efecto adicional de la pandemia. Está aumentando el número de mujeres víctimas de violencia por razón de género. En Cuba, existen miles de familias disfuncionales que viven en total hacinamiento. Las mujeres y niñas de esas familias son las más expuestas a la violencia intrafamiliar.
La violencia en contra de las mujeres se vive además fuera del hogar. El poder autoritario castiga con más fuerza y crueldad a aquellas mujeres periodistas que cubren la realidad. Son golpeadas, detenidas y decomisados sus objetos personales. La prensa independiente ha denunciado la presunta violación de dos niñas en La Habana por dos agentes de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), quienes supuestamente deben resguardar la seguridad de la ciudadanía.
Ante toda esta violencia, me pregunto, ¿qué medidas se han tomado para cuidar a la mujer cubana en tiempos de Covid-19?
Hasta la fecha, no hay declaraciones sobre medidas de prevención y protección en contra de la violencia de género. Urgen políticas públicas, la aplicación de penas justas ante la gravedad de los delitos para disminuir la impunidad.
Por su parte, la sociedad civil independiente —sobre todo los grupos que trabajan la violencia de género—, debe reforzar el acompañamiento social y emocional de quienes viven una doble violencia. La Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), instituciones que abordan temas de género en Cuba, se concentran en combatir la propagación del virus. No lo cuestiono, solo subrayo que están olvidando el incremento de la violencia en contra de la mujer que puede generar el confinamiento social.
También es recomendable que las mujeres demos otro sentido a esta situación, tratemos de ayudarnos entre nosotras y aprovechemos el aislamiento para compartir roles. Podemos contribuir al desarrollo emocional de aquellos hombres y mujeres que aún creen que la responsabilidad del hogar es exclusiva de nosotras. Si logramos respeto, contribuimos a desarrollar una higiene mental equilibrada, durante estos días de pandemia, y después.