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Política

Ni 'solidaridad' ni 'espíritu revolucionario': temor, desesperanza y delación

Muchos cubanos temen que nada vuelva a ser como antes cuando, con buena suerte, termine la 'situación coyuntural'.

Holguín
Holguín.
Holguín. Radio Angulo

Tal vez en lo único que la "coyuntura" de más escasez energética no ha perjudicado a los mayariceros es en el transporte público, que ha sido lo más golpeado en el resto del país. Y no es porque tengamos mayores reservas de diésel o acaso ómnibus con energías alternativas; no  somos tan dichosos. Es que jamás ese vital servicio se recuperó del embate aniquilador del "Periodo Especial". Aquí el transporte público es desde los 90 por tracción animal.

Nunca vimos terminar en Mayarí la crisis de los 90, aunque el Gobierno en su discurso asuma que concluyó en algún momento indeterminado. Al menos así se puede interpretar de las palabras de Miguel Díaz-Canel, cuando asevera que "no volveremos al Periodo Especial". Incluso si se refiere solo a su fase más crítica, numerosos signos hacen dudar hasta al más optimista.

Por ejemplo, mi sobrino llegó a casa de manera inesperada el 19 de septiembre desde Santiago de Cuba, donde estudia en la Universidad de Oriente. El centro fue cerrado por dos semanas para ahorrar electricidad, pero también por la falta de suministros derivada de la carencia de combustibles. Similares medidas se tomaron en todas las provincias.

Los obreros de Nicarotec, la empresa sustituta de la industria del níquel destruida años atrás, vieron cerrados sus comedores en las zonas alejadas donde custodian infraestructuras para futuras inversiones. Igualmente, en todas las empresas y oficinas de servicios públicos se impusieron severas medidas de ahorro, que muchas veces se tradujeron en paralización del trabajo durante horas.

Incluso las empresas militares que construyen los hoteles para el turismo internacional en el Ramón de Antilla y los túneles y canales para el trasvase ha paralizado parcialmente sus actividades por falta de combustible.

La empresa CASTOR de obras ingenieras ha dividió su fuerza de trabajo en dos grupos: uno labora mientras el otro está "interrupto", y se alternan. La empresa forestal local MADEMA (Maderas de Mayarí) está trabajando a un 30% porque "esa fue la asignación de combustible que tuvimos", comentó un empleado.

Desde la terminal de Mayarí fue suspendida la salida diaria del ómnibus hacia La Habana e igualmente el transporte que desde Moa recogía seis pasajes hacia Santiago de Cuba. Tampoco hay salidas programadas para Holguín, la cabecera provincial ni para las rutas intermunicipales.

Con respecto a la agricultura, el combustible para la campaña tabacalera y la "de frío" en general (los diferentes cultivos priorizados para la sustitución de importaciones, como el maíz y el frijol) es cero o casi cero. Y se exige, como en todas las entidades, un plan de medidas alternativas para trabajar sin asignaciones: dígase yuntas de bueyes (que hay muy pocas por el hurto y sacrificio ilegal), o que se expendan los productos agrícolas en ferias improvisadas o mercaditos asignados, a los que se llegue con tracción animal.

La falta de combustible ha repercutido inevitablemente en un ahondamiento del ya problemático desabastecimiento. Han "desaparecido" muchos más productos, incluso aquellos de primera necesidad que comenzaban a estabilizarse, sin que jamás llegaran a conseguido del todo.

En todo el municipio de Mayarí, por solo citar un producto, se "perdió" el cigarro en moneda nacional, algo que no sucedió en los 90. Los consumidores, que no son pocos y no pueden renunciar a su vicio de un día para otro, han pagado el doble del precio en las marcas comercializadas en CUC.

En la población, si bien no se aprecia que se haya incrementado "la solidaridad" ni "el espíritu revolucionario", como dicen en la Mesa Redonda que sucede en otros parajes del país, sí prolifera el temor y la desesperanza. La campaña gubernamental exhortando a denunciar por vía telefónica cualquier acto incongruente con la actitud de cooperación que se exige frente a la crisis que llaman "coyuntural", estimula actitudes dañinas. Hasta una aplicación de móviles inventaron para denunciar.

Recientemente un chofer estatal que pidió el anonimato porque trabaja para una entidad política, pasó horas remendando dos gomas viejas para llevar el auto hasta su trabajo, y al pasar por la parada no pudo recoger a nadie "por miedo a no llegar con aquellos petardos", (refiriéndose a las gomas). Al llegar fue llamado a análisis por su jefa porque la denuncia llegó primero que él.

En ese marco, se aprecia también un peligroso renacer del entusiasmo en aquellas capas más retrógradas de dirigentes cederistas y viejos militantes jubilados. Un sector descontento, olvidado por los nuevos burócratas, y que ahora con estas campañas por "la supervivencia de la Revolución atacada por el Imperio", reencuentran su espacio de acción.

Es sin dudas una situación difícil y muchos temen que haya llegado para quedarse. O al menos sospechan que nada vuelva a ser como antes luego de que, con buena suerte, este mes se resuelva la "situación coyuntural".

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