El comportamiento de los principales indicadores de la actividad educativa en los distintos niveles de enseñanza en Cuba no está para grandes celebraciones. Y ello, a pesar de que el régimen suele presentarse ante el mundo como campeón de la educación y hace alarde continuo de los logros en esta materia desde 1959.
Son 60 años, y claro, en tanto tiempo, las cosas se pueden torcer cuando menos se espera. Tal vez estemos en un momento de estas características. Veamos por qué.
Esto es lo que se desprende de la publicación titulada "Educación: Resumen del curso escolar 2017/2018 e inicio del curso escolar 2018/2019", de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI). Este estudio, que ha escapado del control de los censores comunistas, ofrece una serie de datos que dejan en muy mala situación a la educación en Cuba en 2019. Uno de los logros de la revolución que parece estar condenado al fracaso. Y eso realmente no tiene que ver ni con el embargo, ni con la Ley Helms-Burton, ni se puede llevar al terreno de la propaganda. Los datos son los datos, y debatir sobre ellos es muy interesante.
El número de alumnos matriculados en todos los niveles del sistema educativo experimenta un descenso muy significativo entre el curso 2012-13 y el último al que se refiere la publicación citada, que es el curso 2018-2019. En estos siete años el número de alumnos matriculados en Cuba se ha desplomado, pasando de 2.162.070 a 2.012.703, el equivalente a 149.367 personas, en términos relativos, un 7% de estudiantes menos.
El abandono de las aulas es especialmente grave por cuanto se concentra de forma muy destacada en la educación superior, con un descenso relativo en porcentaje mayor, un 9% pasando de 261.465 alumnos matriculados a 240.813 en el mismo periodo.
En particular, las Ciencias Médicas, pese a la importancia que tienen para la venta de servicios profesionales del régimen, han experimentado un descenso en la cifra de alumnos matriculados, pasando de 93.132 alumnos a 87.215, un -6,5%.
En la única rama de educación superior en que se ha producido aumento en la cifra de matrícula de alumnos ha sido Pedagogía, que ha pasado de 30.383 alumnos a 47.083, un 56% más.
En términos generales, con menos población atendida por el sistema educativo en su conjunto, lo que puede guardar relación con la negativa evolución de la demografía cubana, pero también con el escaso atractivo que tiene ejercer en Cuba profesiones en el sector presupuestado y estatal mal retribuidas, los recursos que se utilizan por el régimen han sido reducidos de forma especialmente intensa.
Por ejemplo, el número de docentes pertenecientes a todos los niveles del sistema educativo descendió, pasando de 311.780 a 243.290 personas en el mismo periodo. Nada más y nada menos que 68.490 profesionales dejaron su empleo en la educación, equivalente a un -22%. Un ajuste realmente duro el emprendido por las autoridades comunistas, que deja muy mal parado al servicio educativo prestado por el Estado, que carece de alternativa en la oferta privada. En términos globales, como consecuencia de esta decisión, el ratio de alumnos profesor del sistema en su conjunto aumentó una cifra espectacular, un 20% a lo largo de este periodo.
En cuanto a la eficacia del sistema, medida por la cifra de alumnos graduados, tampoco se pueden lanzar campanas al vuelo porque las cifras no son positivas. El número de alumnos graduados desciende de forma muy destacada, sobre todo en los niveles más altos de cualificación. De un total de 497.142 alumnos que obtuvieron su graduación en el conjunto del sistema educativo durante el curso 2012-2013, la cifra ha bajado a 386.787 en el curso 2018-2019, lo que significa 110.355 graduados menos, equivalente a un -22%.
En la educación superior, la que otorga un mayor nivel de cualificación, la disminución de graduados ha sido incluso superior, pasando de 70.341 a 22.344, con un descenso relativo del -68%, lo que supone un claro rechazo a la oferta educativa por su escaso impacto en términos de retribuciones y carrera profesional, así como en la educación de adultos, donde el descenso ha sido inferior, pasando de 37.300 a 29.900 graduados, con una reducción del -22%.
En el ámbito de la formación técnico profesional también se registra un comportamiento negativo, pasando de 75.373 alumnos a 59.044 en el mismo periodo, con un descenso relativo similar del -21%.
En cualquier país democrático del mundo, un Gobierno que presentase a la opinión pública resultados como los descritos, debería dimitir. La situación de la educación en Cuba, totalmente controlada por el Estado y sin espacios para la actividad privada o la inversión extranjera (excluida ex profeso de la Ley 118) no aguanta más, y requiere cambios estructurales y de concepto para no quebrar.
Los indicadores no son favorables y describen un escenario comprometido, en el que falta visión estratégica, orientación al tejido productivo, apuesta por las nuevas tecnologías e idiomas, y actuaciones para mejorar la eficacia en la prestación del servicio. Un servicio el educativo que, insisto por si no queda claro, no es gratuito, sino que se paga, y en exceso, por todos los cubanos, con los salarios míseros que el régimen les paga, apropiándose de la productividad de los factores productivos para sus programas de gastos.
Ese 13,6% del presupuesto estatal que destina el régimen comunista a la educación sale del trabajo y el esfuerzo de todos los cubanos, no cae del cielo gratis, y merece, a tenor de las cifras publicadas por ONEI, una gestión mucho más eficiente y comprometida. Menos demagogia y propaganda, y más eficiencia.
Este artículo apareció en el blog Cubaeconomía. Se reproduce con autorización del autor.