Por estos días dos noticias publicadas en este medio muestran las contradicciones entre el capitalismo, que de acuerdo a lo que nos han inculcado, promueve el egoísmo de las personas, y el socialismo, supuestamente superior por promover el altruismo.
Al final de la nota que alertaba sobre la ola de frío y la nevada en Florida, llamaba la atención que desde el inicio del descenso de las temperaturas en Tampa, empezaron a aparecer prendas de abrigo atadas a árboles y postes de un estacionamiento de autos, con notas escritas a mano que rezaban: "No me he perdido, si tienes frío utilízame", firmadas con las iniciales HB.
Por otra parte, el miembro del Partido Pedro Luis Boitel y organizador del Proyecto Capitán Tondique, Francisco Rangel, fue arrestado, una vez más, por distribuir comida entre personas necesitadas. Este hecho, sucedió nada menos que en la Cuba socialista, el país cuyo fallecido líder histórico Fidel Castro decía: "No damos lo que nos sobra, compartimos lo que tenemos".
El afán de los gobernantes cubanos de compartir, no lo suyo, sino lo poquísimo que tiene el pueblo, los ha llevado a construir hospitales en otros países mientras aquí, para tener casa, los cubanos se rompían el lomo en microbrigadas y luego se sacaban los trapos sucios unos a otros en las asambleas donde se asignaban las viviendas.
Antes de que los cubanos que perdieron sus casas total o parcialmente debido al paso del huracán Irma (y los que las perdieron hace años y esperan en albergues o habitan edificaciones en peligro de derrumbe) tuvieran viviendas dignas, nuestros gobernantes enviaron ayuda humanitaria a naciones afectadas por el paso de huracanes. Y mientras la población se queja de falta de médicos en los consultorios, nuestro Gobierno envía personal médico a otros países (por cuyos servicios cobra) y se ufana de la cooperación que brinda a esos pueblos.
Aunque la política de "compartir lo que tenemos" se parece más a la de desvestir un santo para vestir otro, e incluso aunque no todos podemos decir que "compartimos" voluntariamente, ni nos hayan consultado al respecto, puede decirse que en Cuba se promueve el altruismo. Pero no el altruismo por cuenta propia.
Activistas como Francisco Rangel no tienen derecho a repartir alimentos a quienes los necesitan. Artistas críticas con el Gobierno cubano, como Tania Bruguera, no pueden llevar ayuda a damnificados por el huracán. Disidentes como las Damas de Blanco no son quiénes para regalar juguetes a niños cuyos padres no pueden comprárselos por el Día de Reyes. Pero sobre todo, quienes no tienen suficiente dinero para hacer frente a las pérdidas que les dejó un huracán, o no les alcanza todo el salario para alimentarse de forma más o menos digna, tampoco tienen derecho a recibir ayuda de nadie que esté "fuera de la Revolución".
Recientemente, diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular reconocieron que el país no produce juguetes. Quien quiera comprarle juguetes a sus hijos debe comprarlos en divisa, justamente la moneda en que no paga el Estado, y dejar casi un cuarto del salario en la tienda. O tiene que robar. O debe decirle a su descendencia que se conforme, que no hay dinero para juguetes, que malamente hay dinero para comer. Todo menos aceptar juguetes de activistas ni disidentes. Al estilo del perro del hortelano, el Gobierno cubano no puede resolver los problemas del pueblo, ni permite que se los resuelvan otros. El Gobierno cubano no puede permitirle al pueblo sentir agradecimiento por nadie que esté fuera de la Revolución, ni se plantea la posibilidad de permitir que el pueblo decida si quiere o no ser beneficiario de alguien que esté fuera de la Revolución.
Entre las amenazas recibidas por las Damas de Blanco que pretendían regalar juguetes a los niños por el Día de Reyes, estaba la de acusarlas de atentar contra el normal desarrollo del niño. Semanas atrás, este diario publicó un artículo sobre las viscitudes de las madres y padres cubanos para celebrar los cumpleaños de sus hijos y hacerles regalos. Una madre entrevistada contaba que después de ahorrar por varios meses para comprarle un camioncito a su hijo, se encontró con que el precio del juguete había subido y no se lo pudo comprar. El niño lloró y ella lloró con él.
¿Qué afectará más el desarrollo normal de un niño: una experiencia como la descrita en el artículo citado, o que sus padres pudieran regalarles juguetes por sus cumpleaños o el Día de Reyes? ¿O será que el desarrollo normal de un niño consiste en vivir en una perpetua escasez, en escuchar todo el tiempo "no se te puede comprar esto o aquello porque no hay dinero"? ¿Es ese el desarrollo normal que tuvieron los hijos y nietos de nuestros gobernantes?
¿En Florida, ese estado capitalista donde sin dudas se promueve el egoísmo, las autoridades estarán persiguiendo a la persona que ha dejado las prendas de abrigo para el uso de quien las necesite? ¿Será por eso que no firma las notas con su nombre?