La esperanza de vida de los cubanos negros y mestizos está en retroceso

En los artículos precedentes, ha quedado claro que la población mestiza y negra cubana, como consecuencia del entorno de marginalidad donde se concentra, sufre índices de salud notoriamente adversos con respecto a los que muestra la población blanca.

Hemos visto que un niño negro tiene el doble de posibilidades de morir en el momento del nacimiento que uno blanco; que la vida de una adolescente o mujer negra está seis o siete veces más expuesta a terminar fatalmente que la de una mujer blanca durante el periodo de embarazo, parto o puerperio, y que los negros y mestizos tienen además una marcada sobremortalidad para casi cualquier causa de muerte estudiada.

Además, expusimos la desproporcionada representación de la población negra y mestiza en el sistema penitenciario cubano, que contrasta con su escasa presencia en las universidades.

Tampoco se perdieron de vista, en base a nuestra hipótesis de que la exclusión social condena a negros y mestizos cubanos a un nivel de vida sistemáticamente inferior al de los blancos —exponiéndolos a sufrir con mayor rigor las adversidades—, los efectos actuales de la pandemia. Aunque el Gobierno no ha publicado estadísticas, es predecible que el Covid-19 se haya ensañado con la población negra y mestiza, tanto en mortalidad como en prevalencia de la enfermedad.

Pero el que quizás es el indicador más importante, por su relación con el muy básico instinto de supervivencia que compartimos con las 62.000 especies de vertebrados —el índice de esperanza de vida— lo hemos querido dejar de último, para transparentar cuánto pesa en la Cuba de hoy el color de la piel.

Cómo era de esperar, este indicador que en sí mismo resume todos los demás —vivir más es uno de los anhelos fundamentales de todo ser humano— muestra el mismo sesgo favorable hacia los cubanos blancos y la misma injusticia acumulada históricamente contra mestizos y negros.

Eso sí, en este indicador las muestras longitudinales revelan un patrón diferente a los vistos en artículos anteriores. Teniendo en cuenta que cada vez nos alejamos más temporalmente de las tragedias fundacionales de la negritud en Cuba —la trata y la esclavitud— la población negra y mestiza es la que más ha ganado en esperanza de vida, aunque aún no lo suficiente como para igualarse a la blanca.

Lo que sí se repite cómo constante —ver la investigación Esperanza de vida al nacer en Cuba hoy. Diferenciales y coyunturas, de Juan Carlos Albizu-Campos Espiñeira—, reforzando nuestra hipótesis, es que las variaciones en los índices de la población mestiza y negra se perturban más con los retrocesos económicos.

De ahí que, en los últimos tiempos, cuando en Cuba se han visto por primera vez desde el año 1901 retrocesos en la esperanza de vida, la de los no blancos ha sido la más afectada, cayendo en la actualidad —como se descubre en Cuba. Epidemia de Covid-19. Modelo logístico, también de Albizu-Campos— hasta los 68 años en la población masculina negra, una barrera que se había superado a principio de los 80, y que iguala a negros y mestizos cubanos, en esperanza de vida, con los habitantes de algunos países de África o Centroamérica que están muy alejados del índice general que muestra Cuba.

La población no blanca cubana padece una "fragilidad demográfica" que comenzó a concretarse en reducciones de su esperanza de vida en coyunturas económicas adversas, sobre todo en las fases agudas de stress económico, donde hay un elevado grado de deterioro de la calidad de vida general.

Consecuencia del menoscabo económico reflejado en la pérdida de calidad de vida, se ha verificado una ruptura, después de casi un siglo, de la correlación inversa entre la mortalidad infantil, que descendía, y la esperanza de vida al nacer, que aumentaba.

A falta de una atención diferenciada a este retroceso de esperanza de vida agudizado en negros y mestizos, la solución del castrismo —generalista por su rechazo ideológico a evidenciar las diferencias entre cubanos por color de piel— pasa por haber convertido a Cuba en el país con más médicos por habitantes del mundo y crear una infraestructura sanitaria insostenible para la economía que el sistema logra generar.

Sin embargo, la experiencia empírica señala que la medicalización de la sociedad deja de ser efectiva cuando la esperanza de vida supera los 75 años; en lo adelante, la longevidad está fundamentalmente condicionada por el nivel de satisfacción de las necesidades materiales y espirituales de la sociedad, lo que depende de la economía.

El estancamiento económico de los últimos 30 años —60 si no contamos las ayudas externas de las que ha dependido casi todo "logro"— enquista a la población no blanca en una marginalidad de la cual no logra zafarse por la falta de oportunidades para escalar socialmente.

Quitando la parte que parasita la cúpula dominante, el castrismo se especializó en la repartición igualitaria de la miseria. Pero lo que reduce la pobreza y la marginalidad no es la redistribución, sino el crecimiento económico, y en eso —aun con esas ayudas obtenidas que superaron las transferencias del plan Marshall— la Revolución cubana acumula un mísero 36% de crecimiento histórico, en el mismo periodo que Taiwán y Corea del Sur crecían un 15.000%, España y Portugal un 400%, Estados Unidos un 300%, Argentina y Uruguay un 200%.

Un estudio que analizó la evolución de 111 economías colocó a la Isla en el lugar 100 de peor evolución del crecimiento mundial; así, Cuba pasó de compararse con España, Italia, Argentina o Finlandia, a compararse con Guatemala y algunos países africanos.

La conclusión de esta serie de cinco aproximaciones a las diferencias de los cubanos según el color de la piel es que, aunque el igualitarismo que impuso el castrismo, así como sus políticas redistributivas, educativas y sanitarias ayudaron —y ciertamente no poco— a mejorar la condición absoluta pero no la relativa de negros y mestizos cubanos, ese modelo llegó a un tope probablemente en el algún momento de finales del siglo pasado. A partir de entonces, no solo se empantanó el progreso que esta población traía, sino que en indicadores importantes está en franco retroceso, a causa de la ineptitud del sistema castrista para generar riquezas y, principalmente, debido a la patente decisión del régimen de no cambiar el modelo económico para poder mantener el control político.

Con estos artículos, esperamos haber contribuido a erradicar esa chantajista y despreciable idea de que "los negros cubanos tienen que agradecer el doble a la Revolución". De hecho, son ellos los más interesados en transformarla.