El periodista y escritor cubano Armando López acaba de publicar su primera novela, Los maricones van al cielo, una historia llena de situaciones prohibidas en donde el protagonista, un niño a las puertas de la adolescencia, narra sus "aventuras y calenturas" con vivos y muertos.
La novela, que esperó una década para ser publicada, está ambientada en "Matacallá" un pueblo ficticio en Cuba, donde las pandillas del parque apedrean las casas de los "raros", al grito de "¡No queremos maricones en este pueblo!".
En el mismo pueblo, la banda de "las Malísimas", vigilan y entrenan para la guerra a los "obiñi-nañá, 'los mariquitas'. Sambia los creó con cuerpo de hombre y contentura de mujer, para confundir los caminos", dice un pasaje del libro.
Según López el título del libro se debe a que "en Matacallá los curas predican que los maricones no pueden ir al cielo, las beatas rezan ante su incontrolable abundancia, en las victrolas suenan boleros morunos, las pepillas bailan rock and roll. Es 1950. La palabra 'gay' no se ha inventado todavía y la decana de las putas advierte: 'No hay malas palabras, solo oídos enfermos de pureza'".
"Novela pícara, procaz, donde un niño, inocente como todos los niños, pretende que el Boca, el jefe de los pandilleros, lo acepte en su pandilla. No sabe que, al pie de la Ceiba Madre, se abre el Camino de las bocas, que cualquier camino que escoja lo llevará al mismo lugar. ¡Vence su naturaleza! Se niega a tirarle piedras al modisto más famoso del pueblo. El Boca lo expulsa del parque y las Malísimas lo entrenan en el Manual de Iniquidades, la Biblia de los obiñí-ñañá", dice el periodista Michel Suárez en una nota de prensa sobre el libro.
Armando López Salamó, originario de Santa Clara, fue fundador de la revista cubana Opina y del Premio Girasol a los artistas más populares de cada año en la Isla.
Sus artículos, entrevistas y conferencias han sido publicados en Latinoamérica, España y EEUU. Ha dirigido musicales en los principales teatros de Nueva York y La Habana.
¿Y Armando López cree que Raúl Castro irá al cielo?
Por siglos, la Iglesia le llamó al acto sexual entre dos hombres pecado nefando (contra natura). Se les condenaba a galeras, y hasta a lo hoguera. En el siglo XIX, "científicos" les calificaron homosexuales, una enfermedad que había que curar. La homofobia popular les llamaba maricones, patos, chernas, jotos... A mediados de los 60, se les comenzó a llamar gay. Aunque en New York, la homosexualidad siguió siendo delito, hasta las protestas del Stone Wall Bar (28 de junio de 1969). Hoy sabemos que la única enfermedad que hay que curar es la homofobia. Las Marcha del Orgullo Gay, se celebran en muchas partes del mundo.
¿En qué "principales teatros de Nueva York" ha dirigido musicales el compañerito Armando, si se puede saber?
Proscopito, el "compañerito" Armando ha producido una veintena de espectáculos en Manhattan, en teatros como el Town Hall, el Manhattan Center y el Avery Fisher Hall del Lincoln Center, sede de la Sinfónica de New York. Puede usted buscar en internet los poster de estos eventos o las notas publicadas por la prensa de New York
La palabra “gay” no se “inventó” sino que surgió alrededor del siglo XII en el idioma inglés.
Ya se usaba como referencia a lo homosexual a finales del siglo XIX aunque en los 1960s fue cuando se hizo palabra usual para nombrar a homosexuales, principalmente los hombres.
“Gay” en inglés siempre significó feliz, contento, jovial, de buen humor.
Llama la atención que la trama de muchas novelas de escritores políticamente correctos estan ambientadas antes de 1959.
Si la ambientación de la trama fuera actual, semejante novela no sería publicable porque inmediatamente los “ofendidos” boycotearían su publicación y le endilgarían todas las terminaciones “fobo” habidas y por haber. Así estamos y así nos va…