Hay que erradicar la fantasía de que la política económica castrista es un fracaso, e instalar la idea, mucho más cierta, de que la miseria cubana es intencionada, es resultado de un plan maligno.
Pocas cosas denotan tanto esa maldad del castrismo como su política de inversión extranjera. Es ahí donde con más nitidez se transparenta que desarrollar el país no es, ni de lejos, la prioridad del régimen; es donde mejor se ve que el Gobierno sabe qué debe hacer para que Cuba supere la angustiante miseria en la que sobrevive, pero elige hacer todo lo contrario.
Rodrigo Malmierca, ministro del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, ha declarado explícitamente que "toda esta situación que tenemos con el bloqueo, con la Covid-19 y con la presión que tenemos en la economía, la mejor manera que tenemos de aliviarla es si el capital extranjero viene al país, nosotros no tenemos otro recurso". Así ha reconocido que el Gobierno sabe que los problemas económicos que generan el embargo y la pandemia podrían ser perfectamente superados si la política económica cubana atrajese capital extranjero; es decir, si fuera diferente a la que las propias autoridades se empeñan en mantener.
Sin embargo, en vez de cambiar esa política tan poco atractiva para los inversionistas foráneos, el Gobierno cubano se acomoda en el victimismo y "la culpa del imperialismo" para no tener que hacer los cambios necesarios, los cuales requerirían un verdadero reconocimiento de la propiedad privada y una liberalización del mercado interno que muy probablemente conducirían a una democratización de la política… y por ahí el castrismo no pasa, aunque se seque el Malecón.
Como mismo lo necesitaron todos los demás países que lograron salir del subdesarrollo después de la Segunda Guerra Mundial, incluyendo los aliados vietnamitas y chinos del Gobierno cubano, la Isla necesita ingentes inversiones de capital foráneo. No hay otra manera, no hay camino alternativo: o atraes inversión o te quedas miserable toda la vida.
Lo terrible, repetimos, es que el castrismo lo sabe, pero como dueño de la Isla, durante 62 años solo ha aceptado masivamente aquella inversión —más dádiva que negocio— que viene políticamente pactada por acuerdos con otros dictadores de su misma calaña —soviéticos y chavistas—, y que consienten en invertir en Cuba a fondo perdido porque, al final, tampoco es dinero propio, sino de los pueblos esquilmados por ellos.
El resto de la inversión extranjera que llega a Cuba es filtrada para asegurar, no la viabilidad económica, sino su conveniencia política o incluso personal, por una maraña de burócratas de distintos niveles que, dueños del poder de aceptar, ralentizar o sabotear proyectos, juegan con el deseo de invertir de la parte extranjera para sacar tajada.
Los archivos de la Cámara de Comercio de Cuba están colmados de expedientes de inversiones perfectamente viables que, por razones políticas o camuflados intereses personales, no han prosperado; o peor, que fueron aceptados, la inversión avanzó, y luego se cancelaron sin mayores explicaciones.
Para el ministro Malmierca, el problema está en "la burocracia y la mala preparación de los equipos negociadores" cubanos, algo que se podía argumentar en 1962, pero a estas alturas suena demasiado cínico.
El primer ministro, Manuel Marrero, más camaján, pone sus esperanzas, ¡oh sorpresa!, en Miami: "Tenemos que ver cómo tratamos de consolidar proyectos, negocios con cubanos residentes en el exterior que tienen establecidas empresas con resultados", ha dicho.
Por supuesto, no se pregunta el premier por qué ninguna de las empresas propiedad de cubanos "con resultados" está domiciliada en Cuba —ya sabemos que GAESA cojea en Panamá—, ni por qué hay que convencerlas para que inviertan en su patria de origen. ¿Habrá valorado la posibilidad de que los cubanos emigrados no invierten en Cuba precisamente porque él es primer ministro sin haber ganado ni la elección para presidente del CDR?
Don Marrero advirtió que "la inversión extranjera necesita una transformación profunda". Con ese fin, dijo que guiará periódicamente este tema, "para impulsar desde el Gobierno el pensamiento renovado de este sector".
Sería de risa si no fuera trágica la palabrería tantas veces repetida de la transformación profunda de la inversión extranjera, seguida de la advertencia de que se va a "impulsar desde el Gobierno", cuando todo lo que se necesita es que el régimen se impulse a sí mismo bien lejos y deje a la gente invertir en paz.
Y como si lo que quisiera el primer ministro fuese demostrar que nada va a cambiar, enfatizó en "la búsqueda de nuevos negocios, una inversión extranjera que hasta ahora nadie se ha aparecido por aquí y nadie me ha hecho propuestas, y no podemos sentarnos a esperar, hay que ir a buscar a partir de mis necesidades, qué cosa yo necesitaría".
Es decir, olvídense de abrir el país para que empresarios extranjeros y nacionales negocien, emprendan, creen, innoven y descubran oportunidades libremente; hay que seguir buscando la inversión extranjera que le conviene al castrismo.
En estos tiempos de telúricos aunque superficiales cambios económicos: unificación monetaria, tarea ordenamiento, liberalización de precios del agro, apertura de la intermediación agropecuaria compitiendo con ACOPIO, legalización de MYPIMES, listado negativo de actividades permitidas… todo eso, que parece mucho, es nada si no viene acompañado de una apertura real al capital extranjero.
Sin inversión que modernice e incremente la tecnología instalada y, además, traiga los modos de hacer del capitalismo moderno, todos esos cambios recientemente hechos equivalen a revolver las mismas flacuchas viandas del aguado ajiaco que prepara el castrismo hace más de medio siglo, pero sin meterle la proteína que le dé "sustancia".
Sería diferente si Marrero, Malmierca y el resto de esa banda tuvieran que alimentarse del mismo ajiaco que le sirven al pueblo; pero sus redondeadas anatomías delatan su libre acceso a las "desigualdades" del capitalismo, mientras los cubanos resisten construyendo el socialismo.
Desde la Ley de Inversiones Extranjeras de los '90 las empresas que desembarcaron en Cuba y que hoy están no son muchas pero sí manejan grandes volúmenes. Por supuesto, ahí hay "acuerdos" con funcionarios. El foco evidentemente está en el Turismo (Bouygues, Meliá, Iberostar, etc.) pero también hay un grupo de empresarios que están fijos, como proveedores: no olvidemos a los apellidos ilustres como Guevara, Machado o el mismísimo Castro, que tienen representantes - lobistas en la esfera privada.
Hace más de 20 años fueron de acá unos amigos italianos con
ideas de invertir (algo comunistoides) en negocios de ropa y zapatos,
los contacté con un conocido de la Cámara de Comercio en la Habana,
entre mordidas, comidas, regalos regresarón encojonados.
Hasta me dejaron de hablar
Nada de mendigar ,LA LIBERTAD SE CONSIGUE CON EL FILO DEL MACHETE y el que no lo crea asi ,que siga pasando hambre y represion.
Es imposible que la cleptocracia se salga con la suya. Creo que el actual mal-gobierno no ve que va directo hacia el precipicio, hacia el desastre completo porque si bien puede que consigan enderezar algo la economía a corto plazo, será imposible que con las escualidas reformas consigan siquiera mantener la economía, ni pensar en crecer aunque sea un 0,1%. El mal-gobierno de Diaz-Canel parece incapaz de ver que su ecuación de admitir unas pequeñas inversiones que favorezcan su mantenimiento en el poder, va hacia el desastre, hacia su propia destrucción que por supuesto será sangrienta. No creo que ni siquiera la familia Castro tenga tiempo de salir del país con su avión ruso.
Es como si ya hubiesen dado la partida por concluida y lo que están es ganando tiempo para repartirse las propiedades y los dineros que van quedando
Es como si la isla fuera de ellos !!!
"No necesitamos que el imperio nos regale nada", escribio Satanas tan pronto se marcho Obama. Desde aquel mismo momento quizo Satanas sabotear la alegria de muchos cubanos que esperaban que la apertura se traduciria en algo mas de ingresos en sus hogares.
Cualquier inversion extranjera siempre pasara por el filtro de lo que le convenga a la mafia gobernante. Inversion extranjera, si, pero para ellos.